Todos no somos iguales, eso a algunos les encanta y a otros les molesta, pero normalmente la diversidad hace más valiosa e interesante la existencia.
Es llamativo como los demás tienden a decirte cómo tienes que ser, qué debes hacer o cómo lo debes hacer. Aunque mucha gente tiene muchas dudas con sus propias vidas, con la tuya no tienen ninguna, y creen saber a la perfección lo que tienes que hacer. Así podemos encontrar personas infelices enseñándote a ser feliz. Hay que reconocer que posiblemente quien te da sugerencias en tu vida te estima, ya que si no le importas, le da igual lo que hagas. Pero cuando las consecuencias de tus decisiones te afectan, antes de actuar lo piensas más, si afectan a otro, podría parecerte fácil opinar.
Ciertamente hablamos de tolerancia. Hoy en día se le ha dado mucha importancia, pero en ocasiones se ha caído en excesos creyéndonos muy tolerantes. Puedo aceptar que tú creas que eres un jinete, mientras no exijas que yo sea tu caballo.
Gran parte de nuestra comunicación actual se realiza en forma digital y quiero tomarlo como ejemplo muy visible de lo que hablaremos.
Uno de los chats en los que participo tiene más de cien personas, como de costumbre hay personas que escriben constantemente y otras que casi nunca lo hacen, algunos que leen de inmediato y otros que leen ocasionalmente. Quienes escriben mucho, critican a los que no escriben, pero si todos escribieran mucho, sería muy difícil pertenecer a grupos muy numerosos. Unos buscan la paz y otros el conflicto. Algunos se quejan de los mensajes religiosos, otros de los vulgares. Algunos critican a los que mandan fotos de sus actividades diarias, otros critican a los que no publican sus vidas personales. Tal vez quisieras conocer la clave para agradarles a todos con lo que hagas, pues la clave es que no existe ninguna clave, nunca le vas a agradar a todos no importa lo que hagas, pero es importante agradarse a uno mismo, siendo quien realmente eres y quieres ser.
Si en el chat en que te encuentras crees que están todos equivocados y ninguno te acepta, es muy oportuno que analices si estás en el lugar en que deberías estar.
No tenemos que ser iguales, actuar igual o gustarnos las mismas cosas. Si no te gusta mi raza, color o nacionalidad, debes recordar que no fue mi elección, por lo tanto, no es mi culpa. El mismo derecho que tienes de que te acepte como eres, lo tengo yo de que me aceptes como soy.
Un padre podría soñar con que su hijo sea médico, ingeniero, militar o que se encargue de sus negocios, pero nunca debe ignorar las preferencias del hijo.
Si se hace una invitación a un grupo de cincuenta personas y solamente asisten doce, procura ser feliz con esos doce y deja de lamentarte por los que faltaron. Posiblemente los que vienen, son los que conviene que vengan. Si afecta a tu ego que no respondan a tu invitación, deja que otros se encarguen de invitar o simplemente supéralo.
Si me pides un favor, debes tener la capacidad de aceptar que yo te diga no. De otra forma, no era un favor sino una orden y no reconoces mi libertad.
Si sólo puedes aceptarme cuando estoy de acuerdo contigo, realmente no somos amigos.
Quien habla sin escuchar, es capaz de hacer un chiste, en un momento en que se comenta una experiencia muy triste. Aunque eso podría pasarle a cualquiera, algunas personas no tienen interés en lo que otros digan sino en lo que ellos quieren decir, porque no tienen diálogos sino monólogos.
Si en el ambiente en que vives o las personas que tratas, no te permiten ser tú, solamente podrás vivir a medias. Si no tienes la capacidad de elegir correctamente por ser menor de edad, inmadurez o tener trastornos mentales, podría ser necesario que tus seres queridos te ayuden a poder ser tú.
Si tu pareja solamente te acepta cuando te adaptas a sus preferencias y te conviertes en su sombra, no tienes pareja ni libertad.
Un hombre no puede ser un Ser Humano, si no es capaz de ser hijo, hermano, amigo, compañero y miembro de comunidades. Sin relacionarse con los demás, puede ser un animal mamífero, primate, Homo sapiens, pero jamás una persona. Y si se relaciona con los demás, pero no puede desarrollar su personalidad, será algo, pero no alguien.
Vivir en sociedad implica convivir con diferencias y esas diferencias son las que enriquecen la vida. Ser yo mismo no significa imponerme, sino crear un espacio donde mi libertad y la de los demás puedan coexistir en armonía. Y en ese equilibrio, más que un camino, encontramos un sentido. Ya que solo recorres tu camino, cuando eres tú.
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