El siguiente artículo publicado en El 1J4 del 24 de marzo de 1962, destaca la figura del Dr. Rafael Adolfo Estévez Cabrera (Fellito), abogado santiaguero, que inspiró la resistencia de jóvenes revolucionarios cómo Pichi Mella, Tony Barreiro, Rafael Lockward, Pilón Pacheco y Paco Troncoso, quienes fueron testigos en las cárceles dominicanas de una ética del sacrificio caracterizada por la valentía y verticalidad.
No hay dudas de que en el ejemplo de Fellito se encuentran las raíces morales que posteriormente florecerían en el catorcismo durante la etapa de la clandestinidad antitrujillista y más allá. En ese sentido, su paso por los estrados judiciales luego de la fallida conspiración que buscaba ajusticiar a Trujillo en 1956, se constituyó en un modelo de rebeldía que guió los pasos de los catortcistas cuando enfrentaron a Johnny Abbes en la temible cárcel de La 40.
Los que orientaron la Lucha.
Doctor Rafael Adolfo Estévez Cabrera (Fellito)
Durante la tiranía trujillista, gestas heroicas estremecieron sus cimientos que, aunque fueron apagadas por la represión, nimbando los cielos de la Patria con nuevos martirios, mantuvieron encendido el espíritu de redención de nuestro pueblo.
Es así como el valor y la lucha de algunos hombres, inunda de rebeldía la modorra de este pueblo, trocando la sumisión en protesta.
Rafael Estévez Cabrera (Fellito), fue uno de esos hombres, había nacido en la sección de Canca, hoy Juan Antonio Alix, el día 30 de noviembre de 1923, del matrimonio de Adolfo Estévez (Bocho) y Evangelista Cabrera de Estévez, iniciando sus estudios en la escuela rural de aquel lugar, continuando en el secundario Ulises Fco. Espaillat en Santiago, donde residió desde entonces, y graduándose de Dr. en Derecho en nuestra Universidad, en 1951.
En el ejercicio de su profesión se destacó como un gran jurista, y desde los más estrados fue una voz alzada siempre en defensa de la justicia y del derecho.
A mediados de 1953, secundado por sus hermanos Gustavo, Julio, Hugo y otros amigos que compartían sus ideales, comienza a comprar algunas armas cortas, con el fin de ultimar al tirano, en el centro de Recreo de Santiago de los Caballeros. Pero Tomás Martínez y Manuel López, frustraron el complot, delatándolos a las autoridades, que apresaron a Fellito y sus hermanos, que fueron puestos en libertad días después, porque no pudieron robarle la acusación. No obstante esto, su indomable e inflexible espíritu se mantuvo fiel a su propósito, haciendo contacto con Guillermo Valerio, mecánico de grandes dotes, quien fabricó docenas de escopetas.
Para esa época su campaña proselitista, había aglutinado grupos considerables de patriotas dispuestos a engrosar sus filas de conjurados.
Intentando eliminar a Trujillo, el 30 de marzo de 1956 en Santiago, aprovechando la visita de éste a los desfiles que siempre ordenó que se hicieran en esa fecha. Pero el déspota no asistió entonces.
Luego varias veces tratan de realizar su hazaña en la avenida George Washington, pero ya el gobierno tenía conocimiento de qué en el país existían armas, y estaban tratando de atraparlas, por tanto, Trujillo tenía mucho cuidado de no presentarse en público.

Frente a estas circunstancias, y bajo la vigilancia de que eran objeto, algunos de sus compañeros, deciden levantarse en armas e iniciar el movimiento de liberación, desde la frontera, marchando dispuestos a emprender la lucha llevando como armas las escopetas fabricadas por Guillermo Valerio y algunos revólveres, partiendo en los primeros días de junio junto a sus 38 compañeros, entre los que estaban su padre, Adolfo Estévez (Bocho), sus hermanos, Hugo Adolfo y Gustavo Adolfo; su tío Don Raúl Cabrera; y sus amigos los hermanos Marino y Gilberto Tejada; Cándido Rivas, Eligio Peralta, Jorge Polanco (Papito) y el audaz Mecánico Guillermo Valerio, se sumaban al proyecto.
Pero fueron interceptados al tener que detenerse en las cercanías de Santiago Rodríguez por la crecida del río, el día 7 de junio de 1956.
Desplegando las autoridades una tenaz persecución que los llevó a las cárceles. Los interrogatorios, fueron hechos por varios oficiales de alta graduación con los tradicionales métodos de torturas y vejámenes de la tiranía.
El Dr. Julio Adolfo, hermano también de Fellito, se encontraba en los Estados Unidos y al regresar en ese mismo mes fue esposado en el aeropuerto y conducido a la cárcel.
Todo el pueblo de Santiago y el país en general se estremeció estupefacto, lleno de indignación al comenzar a divulgarse la frustración de aquella gesta.
La represión no pudo detener el manifiesto repudio que en diversas formas expresaba el pueblo.
El encarcelamiento de Fellito, joven que gozaba de todo el aprecio, en Santiago, fue un escándalo extraordinario, que la tiranía no pudo evitar y tuvo que presentarlo junto a sus compañeros ante los profanados Tribunales de la Justicia.

Eso era anormal, los que llegaban por causas políticas a manos de los esbirros, desaparecían sin ninguna formalidad en los antros del terror en que convirtieron todas las cárceles.
Cuando se anunció que se iban a presentar para ser oídos en juicio, el pueblo llenó el tribunal y los alrededores, y presencio lleno de asombro, como una estoica serenidad cubría a Fellito y sus 39 compañeros sentados en los célebres banquillos de los acusados.
La sala como un templo donde todo se realizaba en silencio era expectación y asombro. El ordinario procedimiento de nuestra justicia iba lentamente arrodillándose, hasta que se le exige a Fellito su declaración.
—“Póngase de pies”, ordenó el Presidente del Tribunal, díganos cual fue su participación en este complot para asesinar al ilustre Padre de la Patria Nueva? Aquellas 165 libras de joven abogado se levantaron con lentitud. Lucía pálido. Volvió la cara al público, y entre ellos reconoció a los familiares que no habían apresado. Sonriéndoles dijo:
“¡Atienda!”.
Sus primeras palabras electrizaron a los concurrentes y puso de pies a algunos.
“Honorable Magistrado… Estoy hablando al borde de la tumba, sé la suerte que me espera, pero no tiene importancia. Yo soy el único culpable, los compañeros que conmigo comparten la responsabilidad de esta acusación que nos honra, son inocentes, sólo yo debo ser condenado a la pena máxima.”
El juez le interrumpió diciendo:
—“¿Por qué usted ha pretendido llevar a cabo la traición de eliminar al insigne Benefactor de la Patria?”. Sin inmutarse, Fellito respondió: —“Porque bajo su poder absolutista se han violado todos los derechos, centralizando las riquezas del pueblo en sus manos, mientras nuestros hombres se cubren de miseria, y la Patria se convierte en el privilegio de él y todos sus verdugos. Porque los crímenes de su bestialidad han llenado de la indignación, la paciencia del pueblo; echando un baldón a la dignidad de la República. Porque su régimen despótico ha cubierto de ignominia los sagrados principios de los fundadores de la nacionalidad… “Por desgracia no pudo recogerse todo el contenido de su exposición, que recuerda, por el valor con que se dijo y la responsabilidad al afrontar aquellos momentos, al mártir del Cercado, Francisco del Rosario Sánchez.
La sentencia estaba dictada, los tradicionales 30 años de trabajos públicos, y millonadas de pesos de indemnización al Estado. Trasladándolo a la cárcel de La Victoria, donde se mantuvo en solitaria un año y 4 meses, con la célebre dieta de harina, sopa, harina. En ese tiempo, fue siempre una voz de estímulo para todos los jóvenes que eran llevados a esa antesala del infierno. La mejor prueba de ello es la carta que reproducimos a continuación, dirigida en octubre de 1959 a los jóvenes luchadores Pichi Mella, Tony Barreiro, Rafael Lockward, Pilón Pacheco y Paco Troncoso, que se encontraban en otra celda:
Compañeros:
Hemos recibido la leche condensada y los cinco pesos, los cual agradecemos sinceramente. Otra cosa que les agradecemos en todo lo que vale es la muestra de admiración por nuestro acto. Todo esto robustece y eleva en nosotros los sueños de ver libre a nuestra amadísima Patria.
Hemos anotado sus nombres para saber cuáles son los hombres sobre los cuales descansa el futuro de este pueblo tan atropellado en sus derechos más sagrados. Espero que los actuales sufrimientos no mengüen el ardor de vuestro entusiasmo; recuerden que mañana sólo los hombres que en alguna forma han luchado por la libertad, tendrán la satisfacción de mirar y servir con orgullo la nueva Patria.
La lucha sin tregua por la libertad, o el silencio de la tumba son los únicos sitios para los hombres dignos en este momento de prueba en que vivimos.
Con el corazón y el pensamiento puestos al servicio de la patria, los abrazan fraternalmente:
Dr. Rafael Estévez Cabrera
De sus compañeros, murieron 5 de inanición y 3 más fueron asesinados. Él, la noche del día 4 de noviembre de 1959, fue sacado de su celda por el cabo Moreta y el raso Familia, siendo victimado en la misma cárcel.
Al salir esa noche presintió que sería la última. Le dijo a sus hermanos:
“Los héroes no se lloran, se imitan.”
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