De la relación de discursos pronunciados ante la Asamblea Nacional, al  jurar sus cargos de presidentes constitucionales del país, he considerado importante destacar seis (6) de estos, por  la dimensión que adquieren ante la sociedad dominicana y la historia del país. Ese punto de vista lo determiné producto de la vivencia y revisión constante de las piezas discursivas bajo estudio. Indudablemente, las mismas señalan momentos extraordinarios dentro de la vida política de la nación, y de los mandatarios que las pronuncian.

Sin restar méritos a las demás alocuciones presidenciales, estos seis (6) discursos marcan diferencias cardinales dentro de las demás intervenciones que se suceden desde el 27 de febrero de 1963, hasta el 16 de agosto del 2020.

Los tribunos esenciales de los mismos son: Profesor Juan Bosch, Dr. Joaquín Balaguer Ricardo, Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, Don Antonio Guzmán Fernández, Dr. Leonel Fernández Reyna, y el Lic. Luis Rodolfo Abinader Corona.

Las razones fundamentales de su extraordinaria  importancia quedan definidas por el momento político en que  son pronunciados y la responsabilidad que asume cada jefe de Estado frente al país en esa cita con la historia.

Como podrán advertir hay tres discursos (1963, 1965 y 1966) que se pronuncian durante la década sesenta (60), uno al finalizar la década (1996) noventa, y el sexto y último, a la segunda década (2020) del siglo veinte y uno (XXI).

Esas piezas discursivas dadas a conocer por los jefes del Estado dominicano en su  momento, ocupan un lugar de singular importancia política luego de que la nación echó andar con sus propias piernas el 30 de mayo de 1961.          

EL VALOR HISTÓRICO DE SEIS (6) DISCURSOS EN LA ACCIDENTADA TRAYECTORIA DEMOCRÁTICA DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.

(1963-2020)

Esas piezas discursivas dadas a conocer por los jefes del Estado Dominicano en su momento, ocupan un lugar de singular importancia política luego de descabezada la mortal dictadura trujillista, cuya extensión abarcó treinta (30) años y cinco (5) meses.

1. El discurso del profesor Juan Bosch, pronunciado el 27 de febrero de 1963:

Juan Bosch

El primero de esos documentos extraordinarios se produce el 27 de febrero de 1963, cuando el profesor Juan Bosch obtiene el triunfo en el certamen celebrado en el mes de diciembre de 1962. Al Tribuno de La Vega le corresponde abrir de par en par las puertas a la democracia representativa en el país. El profesor Bosch, cuyo primer exilio lo lleva a vivir en varios países del Continente Americano, durante veinte y tres (23) años en los cuáles ejerce varios oficios y desarrolla una amplia producción intelectual. Esa enrancia le permite conocer las ideas políticas de otros líderes que al igual que él buscaban una mejor forma de vida para sus respectivos países. Pero además, obtiene Bosch de ese rose con América Latina una visión adelantada sobre la necesaria vida en democracia que toda nación debe darse, condición que procura con todas sus fuerzas e ideas para su patria.

Durante su periplo, además de producir intelectualmente diversas obras literarias, dedica amplios momentos de su tiempo a la liberación de su lar nativo, a partir de la realización de encuentros con exiliados y la publicación de ensayos y artículos, planteando la necesidad de que la Sociedad Dominicana recibiera el respaldo internacional  para desprenderse del yugo dictatorial más sangriento del continente, y uno de los más terribles del mundo. La intervención del profesor Juan Bosch ese 27 de febrero de 1963, posee notas y puntos de vista, que surgen a partir de las experiencias recogidas y asimiladas por él a partir de tantas experiencias políticas y democráticas vividas en Puerto Rico, Cuba, Chile, Venezuela, y Costa Rica durante ese tiempo. Pero lo esencialmente importante de ese discurso es el hecho de que el presidente Bosch es el estadista que despide la dictadura luego de más de treinta (30) años de mortal existencia y da paso a la democracia representativa en el país.

Ese discurso, en ese momento clave del inicio de la vida en democracia del pueblo dominicano, era el documento vital, sumamente importante, con expectativas extraordinarias para un pueblo que se caracterizaba por un profundo atraso social, material y educativo. Esa pieza discursiva, adelantada para su tiempo  ante el país, y ante ciudadanos de otros países del continente, demostró y demuestra hoy día al releerlo, la visión modernista que el Tribuno vegano había adquirido durante su  ostracismo continental.

Definitivamente, Bosch con su extraordinaria pieza discursiva le dijo a los nuevos líderes del país y del continente, cuál era la retórica que a partir de ese momento se debía implementar en cada uno de los actos solemnes del Estado, y en las arengas políticas habituales ante las concentraciones humanas que integran una sociedad en busca de su desarrollo.

2. Los dos discursos de Francisco Alberto Caamaño Deñó, pronunciados el 04 de mayo y el 03 de septiembre de 1965:

El líder militar y político de la revolución constitucionalista del año 1965, contando con la permanente asesoría del profesor Juan Bosch desde Puerto Rico, y de una serie de militares y civiles del más alto nivel moral e intelectual, pronuncia dos discursos trascendentes en medio de una contienda bélica que marca para siempre la conciencia de la Sociedad Dominicana. Desde ese momento e n el país existen dos grupos antagónicos aunque hagamos el esfuerzo de disimularlo.

Francisco Alberto Caamaño

Ante esa realidad, una parte significativa de seres humanos con poder económico y alta incidencia política, se empeña en desconocer ese hecho imborrable de la historia reciente del  país. Otra, debidamente motivada y documentada, se resiste a dejar en el olvido tantos sacrificios y  hechos extraordinarios en un momento en que la polarización hegemónica mundial reclamaba lealtad o muerte como consigna “civilizada de vida”.

Francisco Alberto Caamaño Deñó, el presidente constitucionalista, tenía pleno conocimiento de que al dar el paso de apoyar a sus compañeros de armas en contra de quienes integran el nefasto gobierno del triunvirato en sus dos versiones, pasaba inmediatamente a engrosar un grupo de seres humanos que en el país, y en el mundo, donde él se había formado como simple ser humano, y como militar de carrera, era renunciar a la vida misma. Asumir esa responsabilidad de enormes compromisos por encima de la opinión de la familia materna y la familia militar, decía mucho de su alto sentido patriótico.

En ambas piezas discursivas advertimos su decidido fervor por la patria y por los hombres y mujeres que la integran. Demuestra que es militar a todas luces, pero no tonto como para no entender los momentos por los que estaba pasando la Sociedad Dominicana de ese tiempo, reinterpretarlos y adoptar una postura crítica ante los hechos, y ponerse al frente de las hostilidades junto a sus compañeros de armas.

Independientemente de las consultas que pudiera llevar a cabo el estadista de abril con su padre, militar de carrera durante toda la dictadura trujillista, con sus hermanos, esposa, amigos de armas y amigos de vida, Caamaño tenía pleno conocimiento de que al adoptar una postura tan beligerante como esa, la estructura militar nacional e  internacional que lo formó como hombre de armas, lo desterraría  para siempre de su círculo de favoritos.

De modo  que al leer ambos discursos, el primero ante el altar de la patria y el segundo en la Fortaleza Ozama, llamada en ese momento Plaza de la Independencia, el Coronel de Abril lo hace con la total convicción de que se está inmolando en favor de su patria.

Independientemente de la persona o grupo de seres humanos que escribieron ambos discursos, Caamaño tiene plena conciencia del significado político de ambos, y decide asumir las consecuencias que luego de esa acción pudieran desprenderse.

Como bien señalan crónicas bibliográficas y periodísticas, que sobre la guerra de abril del 1965 se han escrito, el abanderado de la constitucionalidad y lucha contra la corrupción gubernamental, pronunció otros discursos dentro de sus cuatro (4) meses y tres (3) días de gobierno. Esos textos son vitales para entender la grandeza de Caamaño y su equipo de gobierno. Era casi imposible asumir una responsabilidad intelectual y moral como esa e n medio de una revolución con tantos conflictos grupales e interpersonales. Esa labor extraordinaria de conservación y difusión de documentos fundamentales de esa etapa, que hoy, luego de transcurridos cincuenta y siete (57) años de aquel hecho trágico y violento, son de las certeras acciones que establecen las grandes diferencias entre esos dos sectores antagónicos que mencioné al principio y que surgieron a partir del conflicto bélico de abril de 1965.

Indudablemente, que en estos tiempos signados por una obsolescencia radical, cobra cada vez mayor dimensión histórica y patriótica el hecho de haber contado con la fortaleza intelectual y política de valiosos dominicanos que garantizaron en medio del conflicto y posterior a este, los contundentes documentos que prueban ante el país y el mundo, que hombres y mujeres del pueblo llano decidieron a mitad del siglo veinte, dar continuidad heroica a la acción marcial que el 27 de febrero de 1844, asumieron Duarte, Sánchez, Mella y demás integrantes de la sociedad secreta La Trinitaria, para legarnos una patria libre y soberana. Por su  arrojo y entrega al deber patriótico, las actuales y futuras generaciones de hijos de esta tierra, pueden revisar y leer las acciones de un hecho único en América.

3. El discurso que pronunció el doctor Joaquín Balaguer Ricardo el 1ro de julio de 1966:

Joaquín Balaguer

El Tribuno de Navarrete, es el dominicano que en mayor cantidad de oportunidades ha dirigido el país en un régimen aceptado por la generalidad de habitantes de la nación, bajo el concepto de “Democracia Representativa”.

Diversos historiadores, sociólogos, antropólogos, intelectuales y eruditos en sentido general, han recogido en múltiples obras bibliográficas la alta presencia política del doctor Joaquín Balaguer durante la mortal tiranía trujillista, llegando a ocupar diversas funciones diplomáticas y ministeriales. Además, recogen y destacan en sus obras esos mismos investigadores y literatos, el alto honor que le concede el jefe de la satrapía al disponer que éste ocupase la presidencia de la República en un momento estratégico para el régimen dictatorial.

Para ser valorado y designado en esa posición en ese momento de la historia dominicana reciente, equivale a decir con certeza que el doctor Joaquín Balaguer era uno de los intelectuales preferidos del jefe del régimen de facto.

Para la Sociedad Dominicana de la década del sesenta (60) debió resultar extraordinariamente sorprendente que el primero de julio del 1966, el hombre que asume las riendas del país sea el doctor Joaquín Balaguer Ricardo. Todos recordaban que éste sirvió a la recién descabezada dictadura hasta el treinta de mayo de 1961. Quién ocupa la presidencia del país en el momento en que se produce el magnicidio del dictador, es precisamente el doctor Joaquín Balaguer. Es también la persona que preside el primer Consejo de Estado, estructura política gubernamental que forman las fuerzas políticas y militares para garantizar la transición a la vida democrática de la nación. Es el Tribuno que luego es rechazado, abucheado y expulsado fuera del país por las masas sociales y los clanes políticos-partidistas, militares y eclesiásticos que merodeaban en torno a las distintas estructuras que había dejado la tiranía, y que en ese momento tendrían que ser “administradas estratégicamente”.

El discurso que el doctor Joaquín Balaguer Ricardo lee y dramatiza al asumir por primera ocasión la conducción del Estado Dominicano bajo el concepto democrático que iniciaba en ese momento la nación, le permite cerrar su más oscuro ciclo de vida política y relanzar la imagen ante el país del tribuno que en algún momento de su vida pensó debía ser, y las condiciones en las que se desarrolló, no se lo permitían.

Esa  obra discursiva también le permite culpar a todos quienes provocaron las múltiples acciones políticas que desembocaron en el conflicto bélico denominado revolución constitucionalista de abril del año 1965. Aprovecha el Tribuno de Navarrete ese momento para situarse en el firmamento de la historia dominicana como el hombre, que partiendo de los cimientos más difíciles de la nación, tendrá la noble, sagrada, ineludible y extraordinaria misión de recomponerlo todo.

De todas sus intervenciones discursivas ordinarias y extraordinarias, ninguna ocupa un sitial tan importante como esa en su vida, pues además de hacerse imprescindible ante todos los procesos políticos de la nación hasta su muerte, fue el punto de partida de lo que aún en estos tiempos reconocemos como proceso democrático dominicano en desarrollo.

4. La intervención discursiva del presidente Antonio Guzmán Fernández, el 16 de agosto del año 1978: 

Antonio Guzmán Fernández

La pieza discursiva leída y dramatizada por el presidente Antonio Guzmán Fernández el 16 de agosto del año 1978, no es sólo interesante ante la historia por las amplias perspectivas que creó en las grandes masas humanas del pueblo dominicano, que teniendo al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como instrumento político, decidieron darle un cambio a la vida de represión y saqueo al patrimonio público en que vivía la nación desde el año 1966. Esas indelicadezas que se cometían a la vista de todos, y muchas de las cuáles eran reseñadas de manera cotidiana en los medios de comunicación, colmaron la paciencia del pueblo dominicano, que luchó por lograr sus objetivos de vida.

Bajo una fuerte y determinante estrategia de campaña, diseñada y conducida por el líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el doctor José Francisco Peña Gómez, Antonio Guzmán Fernández logra juramentase presidente constitucional de la república ante las cámaras legislativas, así como ante la presencia en la solemne ceremonia, de invitados nacionales e internacionales.

Ese discurso de Guzmán representó en ese momento el principio del fin de una etapa gris, hostil, macabra y perversa que una parte de la burguesía civil y militar dominicana, parapetada en la estructura del Partido Reformista, le impuso al pueblo dominicano. Don Antonio, como también solían llamarle sus cercanos colaboradores, era un reconocido hacendado de la ciudad de Santiago de los Caballeros, hombre de amplias ideas políticas y sociales en favor de las masas desposeídas del país. Su nombre empieza a darse a conocer a partir del proceso de negociación iniciado por las tropas interventoras del país y los constitucionalistas en la revolución de abril del año 1965.

Antes de esa incursión de mediación y valoración presidencial, Antonio Guzmán Fernández había sido  ministro de agricultura en el gobierno depuesto por el golpe militar del 25 de septiembre de 1963, presidido  por el profesor Juan Bosch.

De modo que el hombre que lee el discurso de juramentación ante el pueblo dominicano ese 16 de agosto del 1978, era un ciudadano con plenos conocimientos de la realidad económica, social y política del pueblo que en ese momento empezaba a dirigir.

El tribuno nacido en La vega, pero hijo adoptivo de la ciudad de Santiago de los Caballeros, sabía a quién se enfrentaba y sustituía del poder político de la nación. Su alocución deja claramente establecido que no se siente a gusto con la forma en que el ejecutivo saliente ha manejado la cosa pública. En realidad, el hacendado presidente asume parte del rencor y resentimiento que el pueblo vivía en contra de la figura del doctor Joaquín Balaguer y un conjunto de sus fieles colaboradores.

Su discurso despedía por un tiempo prudente del solio presidencial al tribuno más destacado de la descabezada tiranía trujillista, y le ponía fin a doce (12) duros y largos años de represión política, donde miles de dominicanos perdieron vilmente la vida y la esperanza.

5. El discurso del doctor Leonel Fernández Reyna, el 16 de agosto del año 1996:

Leonel Fernández Reyna

La pieza discursiva que para la ocasión pronunció y dramatizó el Tribuno de Villa Juana, además de cumplir con la formalidad que exigía el protocolo de la solemne ceremonia para jurar el cargo ante los representantes de cada demarcación geográfica del país, traía consigo una dedicatoria especial hacia tres ciudadanos ilustres que aun con sus acostumbrados antagonismos políticos, habían contribuido al crecimiento lento, tortuoso, y mostrenco del experimento democrático que el pueblo dominicano se dio luego de la revolución de abril del año 1965.

En ese momento cumbre con la historia reciente del país, el estadista de las huestes moradas está cumpliendo dos hechos trascedentes: En primer lugar despide de la vida política y biológica al profesor Juan Bosch, al Dr. Joaquín Balaguer Ricardo, y al doctor José Francisco Peña Gómez, tres (3) líderes que han venido desde el año 1961, luego de descabezada la tiranía trujillista, buscando la forma de legarle al pueblo dominicano lo que desde su fundación, el 27 de febrero de 1844 se le ha negado: Libertad, derechos humanos y calidad de vida.

Además tenía por delante el novel presidente, la grata posibilidad y la enorme tarea de diseñar e implementar la nueva República Dominicana ante el continente y el mundo. En el texto de ese momento el estadista externa criterios que al ser escuchados e interpretados en el solemne escenario y a través de los medios de comunicación, se entiende que el país está asistiendo a la puesta en práctica de un momento único para complacer las ansias de desarrollo del pueblo dominicano.

Ese primer discurso dejó muchas expectativas pendientes en el subconsciente dominicano; expectativas que una gran parte de los grupos sociales menos favorecidos de bienes espirituales y materiales, entendían podían adquirir mediante las ejecutorias gubernamentales de los herederos del poder político y económico de la nación a partir del año 1996.

Junto al nuevo gobernante asumieron el poder del país, diversos grupos generacionales de mitad del siglo veinte (XX). Esos grupos políticos formados intelectual y moralmente por el  profesor Juan Bosch desde la formación del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973, no interpretaron de manera objetiva la oportunidad que en ese momento les daba la historia para cambiar una parte significativa de la maltrecha vida del pueblo dominicano. De los tres (3) líderes despedidos ese día por el equipo que junto al Dr. Leonel Fernández heredaba el poder de la nación, eligieron el concepto que había definido en 1966 el Dr. Joaquín Balaguer como estrategia de desarrollo para la sociedad dominicana. Esa metodología que desde el año 1966 la mayoría del pueblo dominicano rechazó mediante la realización de interminables protestas, rebeldías que pagó con cárcel, persecución, torturas y hasta la muerte, no podía ser la orientación estratégica de un partido en el poder, cuyos cuadros principales conocían la responsabilidad moral del profesor Juan Bosch con la sociedad dominicana.     

6. El discurso del Lic. Luis Abinader Corona, el 16 de agosto del año 2020:

El discurso del presidente Luis Abinader Corona cobra sentido histórico por dos hechos trascedentes: En primer lugar es el primer presidente que por edad biológica, corresponde a la generación de siglo veinte y uno (XXI), no a la del siglo veinte (XX) como los anteriores.

Luis Abinader Corona

Los presidentes anteriores a él, cuyas gestiones iniciaron en el año 1996, aunque gobernaron en las primeras dos décadas del siglo veinte y uno (XXI), su edad biológica, intelectual y política los ubica, como claros representantes del siglo veinte (XX).

En su discurso de juramentación del cargo, el presidente Abinader dista mucho de establecer una confrontación directa con las acciones y las ideas políticas de sus antecesores. Plantea un concepto distante de la dirección del Estado dominicano que estos impusieron en veinte y cuatro (24) años de gestión gubernamental. Su propuesta de campaña de una justicia independiente, fue hecha realidad desde el primer día de su gestión de gobierno. Con esa acción y otras gerenciales y sociales, ha desmitificado la extraordinaria solemnidad que desde la era trujillista se le había conferido al cargo de presidente del país.

Precisamente, el segundo aspecto importante del tribuno de las huestes perremeístas es que a él corresponde el alto honor de poner fin a veinte años de gobiernos peledeístas, diez y seis (16) de los cuáles se implementaron de manera consecutiva. Con su  triunfo y su  mandato, el presidente Abinader logró despedir por lo menos por cuatro (a) años, los presidentes que durante seis (6) períodos de cuatro (4) años cada uno, dirigieron la cosa pública en el país. Las expectativas planteadas al pueblo dominicano por el novel estadista nacido en la ciudad de Santo Domingo, consisten en crear las condiciones políticas, económicas y sociales para que la generación del siglo veinte y uno (XXI) en el país, reciba las virtudes de un representante de su propia generación y se empodere del crecimiento sostenido de una nación que cuenta con las condiciones materiales para lograrlo.

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