La historia del papado en la Iglesia católica es apasionante, compleja y digna de estudio profundo. En ella han coexistido grandes bondades espirituales, transformaciones sociales y también errores humanos y silencios lamentables. Como toda institución dirigida por hombres, ha sido reflejo de su tiempo: luz y sombra entrelazadas en más de dos mil años.
Comencé a interesarme por la Iglesia católica en mi juventud, cuando el papa Pío XII (Eugenio Pacelli) la dirigía. Su pontificado (1939–1958) ha sido uno de los más debatidos del siglo XX, especialmente por su papel durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos historiadores lo acusan de guardar silencio ante los crímenes del régimen nazi y no actuar con la contundencia esperada para proteger a los judíos perseguidos. Aunque hay quienes defienden su labor diplomática silenciosa, los archivos recientemente abiertos del Vaticano siguen alimentando un debate histórico y moral aún no cerrado.
Le siguió Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli), conocido como “el Papa bueno”. Su breve pero impactante pontificado (1958–1963) fue un verdadero parteaguas. Con su encíclica Mater et Magistra (1961), expuso la doctrina social de la Iglesia, destacando la justicia salarial, el papel del Estado y la responsabilidad de los empresarios. Inspiró la creación de partidos demócrata-cristianos en Europa y América Latina, y sobre todo convocó al Concilio Vaticano II (1962–1965), que transformó profundamente la liturgia, el diálogo con el mundo moderno y el ecumenismo.
Pablo VI (Giovanni Battista Montini), sucesor de Juan XXIII, dirigió la Iglesia entre 1963 y 1978. Fue el encargado de llevar a término el Concilio Vaticano II y su implementación. Aunque menos carismático, su papado fue crucial. Su encíclica Populorum Progressio (1967) reafirmó el compromiso social de la Iglesia. No obstante, su pontificado también fue marcado por tensiones internas, especialmente tras Humanae Vitae (1968), que reiteró la oposición al control artificial de la natalidad, causando controversia incluso dentro del clero.
En 1978, llegó Juan Pablo I (Albino Luciani), cuyo pontificado duró solo 33 días. Su sencillez, cercanía con el pueblo y su intención de reformar la Curia Romana lo convirtieron en una figura prometedora. Su repentina muerte alimentó teorías sobre un posible envenenamiento, alimentadas por su intención de confrontar privilegios arraigados. Aunque no hay pruebas concluyentes, su legado quedó como símbolo de renovación frustrada.
El pontificado de Juan Pablo II (Karol Wojtyla, 1978–2005) fue uno de los más influyentes de la historia contemporánea. Primer papa no italiano en más de 450 años, fue clave en la caída del comunismo en Europa del Este, especialmente en su natal Polonia, apoyando al movimiento Solidaridad. En 2000, pidió perdón públicamente por los pecados de la Iglesia —como la Inquisición, las Cruzadas o los abusos de poder—. Aunque su papel en el caso de Marcial Maciel y otros escándalos fue ambiguo, es recordado por su carisma, su cercanía con los jóvenes y su defensa firme de la doctrina católica.
Benedicto XVI (Joseph Ratzinger, 2005–2013), teólogo brillante y conservador, heredó una Iglesia golpeada por escándalos de abusos sexuales. Aunque tomó medidas tardías, como la expulsión de algunos clérigos, muchos consideran que no actuó con suficiente firmeza. Su renuncia en 2013, inédita en casi 600 años, abrió un nuevo capítulo en la historia del papado.
Francisco (Jorge Mario Bergoglio), el primer papa latinoamericano y jesuita, llegó al pontificado en 2013. Su estilo sobrio, su cercanía con los pobres y su enfoque pastoral marcaron una ruptura con el papado tradicional. Abogó por una Iglesia “en salida”, habló de ecología en su encíclica “Laudato Si”, y cuestionó la rigidez doctrinal, pidiendo acoger a los divorciados, homosexuales y migrantes. Sin embargo, su papado no ha estado exento de oposición interna. Muchos sectores conservadores lo ven como un revolucionario que desafía la tradición. La Curia romana, poderosa y muchas veces opaca, ha resistido varios de sus intentos de reforma. La “guerra fría” entre conservadores y progresistas se intensificó durante su pontificado. Y parece que continua aun después de su muerte.
Laudato Si: Una Encíclica para el Cuidado de la Casa Común
En 2015, el Papa Francisco publicó “Laudato Si”, una encíclica que aborda la crisis ambiental desde una perspectiva integral. Inspirado en San Francisco de Asís, el documento llama a una “ecología integral” que reconozca la interconexión entre el medio ambiente, la economía, la política y la justicia social.
La encíclica se divide en seis capítulos que analizan:
1. La situación actual del planeta, incluyendo la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
2. La visión bíblica de la creación y la responsabilidad humana hacia ella.
3. Las raíces humanas de la crisis ecológica, como el consumismo y el antropocentrismo.
4. La propuesta de una ecología integral que una el cuidado del medio ambiente con la justicia social.
5. Líneas de orientación y acción para gobiernos, instituciones y personas.
6. La educación y espiritualidad ecológica como camino hacia una conversión ecológica.
“Laudato Si” ha sido reconocida por su impacto en la conciencia ambiental global y ha inspirado movimientos y políticas orientadas al desarrollo sostenible y la justicia ecológica. 
Creo que el gobierno dominicano y todos los demás gobiernos del mundo deberían tomar nota de estas verdades con la esperanza de que el planeta pueda sobrevivir.
El Caso del Cardenal Angelo Becciu
Recientemente, han salido a la luz dos cartas firmadas por el Papa Francisco en las que expresa su deseo de que el cardenal Angelo Becciu no participe en el próximo cónclave. Becciu fue destituido en 2020 tras revelarse su implicación en una operación financiera irregular relacionada con la compra de un edificio de lujo en Londres que costó al Vaticano 139 millones de euros. 
Aunque Becciu insiste en que sus derechos cardenalicios permanecen intactos, la voluntad expresada por Francisco ha generado un debate sobre su participación en la elección del nuevo pontífice. 
El Próximo Cónclave
El próximo 7 de mayo comenzará el cónclave en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de San Pedro. Con 133 cardenales electores de 71 países, se anticipa un proceso complejo debido a la diversidad de perspectivas y la falta de un candidato claro. 
La elección se da en un contexto de polarización dentro de la Iglesia, con tensiones entre sectores conservadores y progresistas. La decisión que se tome no solo definirá el rumbo espiritual de la Iglesia Católica, sino también su papel en los desafíos sociales y ecológicos del mundo contemporáneo.
Esperemos que a Luz Divina inspire a los participantes en el Conclave del 7 de mayo para bien de la iglesia y de la humanidad.
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