Hay fechas que pasan desapercibidas y otras que, sin advertirlo, se convierten en umbrales. El 31 de octubre de 2017 fue uno de esos días en que algo discreto se volvió decisivo. En la edición del periódico digital acento, dirigido por Fausto Rosario Adames, apareció un diálogo que sostuve con el filósofo Víctor Gómez Pin, en el cual se destacaba el siguiente epígrafe: “La filosofía nace como resultado de una crisis en la reflexión sobre la naturaleza.”

En esta afirmación estaba cifrada una intuición filosófica poderosa en cuanto a que el pensamiento no brota de la comodidad, sino del quiebre; no de la armonía, sino del desconcierto. Es en la fractura de las certezas donde el pensamiento encuentra su filo. Allí, donde la realidad deja de coincidir con lo que sabíamos de ella, surge la necesidad de pensar, de interrogar, de reconstruir.

Con aquel gesto originario comenzó la travesía de los primeros diálogos filosóficos. Lo que en un inicio surgió como un ejercicio casi fortuito del pensamiento fue adquiriendo, con el tiempo, la forma de encuentros deliberados y fecundos, guiados por la curiosidad y por el deseo de afinar una mirada crítica sobre el mundo y el cibermundo. En ellos, el pensar no se desprendía de su raíz clásica: persistía el impulso griego del cuestionamiento, esa vocación por interrogar lo dado y resistirse a la comodidad de las certezas.

Hay finalizar la primavera de 2021 se contabilizaban ya más de treinta cinco diálogos filosóficos en los que participaron pensadores de diversos países iberoamericanos. El cierre de esta etapa estuvo marcado por el diálogo filosófico con José Mármol. A partir de ese momento, me concentré en la culminación y publicación de dos obras: Filosofía para tiempos transidos y cibernéticos (2023a) y Cibermundo transido: red gris de pandemia y pospandemia (2023b).

Tras un largo invierno de tres años sobre ese oficio de pensar de manera dialógica, en 2024 retomamos los diálogos. En este nuevo período emergieron tres discursos filosóficos cargados con el peso de las reflexiones acumuladas en los años anteriores, junto con nuevas interrogantes en torno a la cibernética, lo digital, la inteligencia artificial, la historia y sus azares más allá de lo hegeliano, así como la ecología, la democracia y otros temas propios de nuestro tiempo.

Rafael Capurro, figura clave para comprender la ética de la información y de la IA, abrió una ventana hacia los primeros debates sobre esta temática en los años setenta, cuando la informática era todavía un territorio nebuloso y nadie imaginaba que algún día la IA se convertiría en un actor importante dentro de los entramados de la filosofía de la tecnología. El filósofo Daniel Innerarity, aportó la perspectiva política y filosófica sobre los desafíos de la democracia y su articulación con la IA y lo digital, contribuyendo a leer la democracia como un sistema vivo, frágil, en permanente mutación.

Por su parte, Antonio Campillo desarrolla un enfoque filosófico crítico que se sitúa en un pensamiento bio-eco-tecno-sociopolítico, capaz de interconectar las ciencias naturales, las ciencias sociales, las innovaciones tecnológicas y los debates ético-políticos contemporáneos. Desde esta perspectiva, consideró especialmente interesante mi propuesta de ciberecosofía, la cual aborda tanto el mundo como el cibermundo, el espacio y el ciberespacio, y se sustenta en una visión transdisciplinar orientada hacia una ética no solo teórica, sino también práctica y vivida. Esta propuesta busca ofrecer una brújula ética aplicada a la relación del ser humano con el medio ambiente, la inteligencia artificial, la tecnología cibernética, la robótica, lo digital y la IA.

Los tres diálogos a los que hice referencia marcaron el cierre de esta aventura filosófica compuesta por más de cuarenta entrevistas. Sin que yo lo advirtiera, sus huellas fueron dando forma a los dos volúmenes editados y publicados recientemente por el Archivo General de la Nación: El oficio de pensar. Diálogos filosóficos (2 vols., AGN, S. D., 2025).

Los dos volúmenes recogen una especie de travesía filosófica iberoamericana contemporánea, en la que la ruta partió de un mapa fragmentado y desplegado en diálogos con filósofos que abarcan España, Puerto Rico, México, Cuba, Argentina, Uruguay, República Dominicana y otras latitudes. Porque pensar no es un acto casual; es un oficio que se forja con paciencia, rigor y la humildad de reconocer nuestros propios límites. Y cuando el pensamiento nos supera, nos transforma: nos desplaza de lo que creíamos ser, nos confronta con lo que evitamos mirar y nos exige responder ante aquello que revela.

Travesía filosófica esta que nunca olvida que vivimos tiempos de guerra y ciberguerra, de rearme nuclear y de conflictos comerciales. No habitamos un colapso, pero su espectro modela nuestra imaginación y nuestras posibilidades, porque la historia es un laberinto abierto sobre una superficie estable solo de manera provisional, con una perspectiva incierta, a veces brumosa que quieras o no tenemos que pensar.

El pensamiento, según Dewey (2007), no es un acto inmediato ni una simple acumulación de ideas, sino un movimiento interior que nace de la duda y se desarrolla en la reflexión. Pensar reflexivamente implica detenerse, volver una y otra vez sobre una cuestión y asumirla con seriedad, como quien explora un camino sin conformarse con la primera impresión. En este proceso, la mente examina los hechos, busca sus conexiones y se pregunta por las razones que sostienen una idea, evitando aceptar conclusiones apresuradas o meramente heredadas.

Reflexionar supone un ejercicio continuo de cuestionamiento y análisis que fortalece la autonomía intelectual y la capacidad de juicio. Al examinar sus propias experiencias, los sujetos desarrollan una comprensión más profunda de sí mismas y de su entorno, lo que les permite responder a los desafíos de manera informada y ética. De este modo, la reflexión se consolida como una herramienta fundamental para construir aprendizajes duraderos y una participación y comprometida en la vida social.

Nota: Varias de las reflexiones que integran este trabajo fueron presentadas originalmente en el marco de la puesta en circulación de mis libros El oficio de pensar. Diálogo y filosofía, celebrada en el Archivo General de la Nación el 9 de diciembre de 2025.

El oficio de pensar: una travesía filosófica
El oficio de pensar: una travesía filosófica

Andrés Merejo

Filósofo

PhD en Filosofía. Especialista en Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Premio Nacional de ensayo científico (2014). Profesor del Año de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).. En 2015, fue designado Embajador Literario en el Día del Desfile Dominicano, de la ciudad de Nueva York. Autor de varias obras: La vida Americana en el siglo XXI (1998), Cuentos en NY (2002), Conversaciones en el Lago (2005), El ciberespacio en la Internet en la República Dominicana (2007), Hackers y Filosofía de la ciberpolítica (2012). La era del cibermundo (2015). La dominicanidad transida: entre lo real y virtual (2017). Filosofía para tiempos transidos y cibernéticos (2023). Cibermundo transido: Enredo gris de pospandemia, guerra y ciberguerra (2023). Fundador del Instituto Dominicano de Investigación de la Ciberesfera (INDOIC). Director del Observatorio de las Humanidades Digitales de la UASD (2015). Miembro de la Sociedad Dominicana de Inteligencia Artificial (SODIA). Director de fomento y difusión de la Ciencia y la Tecnología, del Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (MESCyT).

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