Un grupo que no solo se sostiene con “discursos de odio”, sino que ya ha llevado el odio a la práctica, con golpes a activistas incluidos, marchará el próximo domingo en el Hoyo de Friusa, una comunidad en la que malviven inmigrantes haitianos y dominicanos de distintas provincias del país. Su trabajo es un gran aporte a la economía de zonas turísticas importantes, como Punta Cana.
A los ultranacionalistas le acompañará gente que se ha tragado el discurso de que los migrantes son responsables de que los servicios públicos de la República Dominicana sean, en general, mediocres, por no decir malos.
Nos quieren robar el país esos inmigrantes empobrecidos que tratan de sobrevivir, argumentan los fanáticos o los malintencionados. ¿Cuáles playas han privatizado los obreros que construyen edificios en tu barrio? ¿Cuántas granceras que extraen de forma indiscriminada e ilegal arena de ríos imprescindibles para garantizar el agua de nuestros hogares tiene la señora haitiana que limpia la casa de la vecina? ¿Cuántas minas de oro que afectan ríos fundamentales para la sobrevivencia, no solo de la República Dominicana, sino de toda la isla, tienen los vendedores de frutas haitianos que te encuentras en la calle? ¿Cuántos equipos médicos robaron de los hospitales?
Si alguien daña al país, a sus recursos estratégicos y vitales, no son esos migrantes haitianos que construyeron tu edificio, limpiaron tu casa o cultivaron el arroz que comiste ayer al mediodía, pero eso ya lo sabes. Esos migrantes son trabajadores y trabajadoras como tú. Gente que lucha por pagar las cuentas a fin de mes, como tú, y posiblemente como tu amigo, hermano, sobrina, tía que vive en los Estados Unidos.
¿No tenemos los trabajadores y las trabajadoras, no importa cual sea nuestro origen, derecho a recibir asistencia médica, a llevar los hijos a la escuela? Cuando requerimos uno de estos servicios, ya lo hemos pagado con creces con nuestro aporte a la economía y al bienestar de la sociedad. Y si alguien no puede aportar, ya los demás trabajadores hemos pagado también su cuota, aquí, en Puerto Rico, en Estados Unidos o en España.
Sobre la idea de que Haití quiere ocupar la República Dominicana no vamos a hablar porque el día no está para perder el tiempo con teorías de la conspiración.
Ahora lo importante es no divulgar mensajes de odio ni noticias falsas que pueden dañar a miles de personas que ya tienen una vida difícil y complicada en un país donde se niegan derechos.
Y recordar que, como cualquier ser humano, como los dominicanos que ahora son perseguidos en Puerto Rico, los inmigrantes haitianos en la República Dominicana tienen derechos, no importa su situación legal, aunque los discursos de redes sociales digan lo contrario. Un usuario de X escribió: “Los dominicanos no debemos tener miedo, ni pedir permisos para marchar en nuestro territorio el Hoyo de Friusa. Los que no tienen derechos, ni pueden provocar, son los ilegales haitianos”.
Vamos por partes. Los dominicanos no debemos tener miedo de hablar ni de manifestarnos de forma pacífica. Pero, hasta donde sabemos, no son inmigrantes haitianos quienes han detenido marchas, golpeado activistas, o intentado acallar eventos artísticos, como la interpretación de una salve dominicana durante la conmemoración del 8 de Marzo. Te iba a decir que quienes dan miedo porque reprimen son policías y militares dominicanos, a veces apoyados por funcionarios civiles, pero no vamos a comentar obviedades.
Es cierto que los dominicanos no tenemos que “pedir permiso” para marchar, es un derecho político. Se debe notificar a las autoridades para que puedan gestionar el tránsito y la seguridad, nada más.
Lo que es total y absolutamente falso es que los haitianos en situación irregular no tienen derechos. Los derechos no se pierden por emigrar. Como cualquier persona, los haitianos tienen derechos. Por ejemplo, derecho a que se proteja su vida si algún fundamentalista la pone en riesgo. El mismo derecho que tiene un dominicano de ser protegido de la brutalidad policial en los Estados Unidos.
Ahora bien, es total y absolutamente cierto que los ultranacionalistas tienen derecho a marchar de forma pacífica, sin llevar a cabo acciones y discursos de odio (¿lo lograrán?); y también que los demás tenemos derecho a pensar y actuar de forma crítica. Podemos empezar por no acudir a las marchas que buscan atemorizar a los migrantes de clase trabajadora, como nosotros y nosotras, por no apoyarlos en redes sociales y no divulgar información sin verificar las fuentes.
La solidaridad, claro, puede ir más allá. En ciertos barrios de Puerto Rico, por ejemplo, se han organizado para ayudar a sus vecinos inmigrantes, grupos boricuas han marchado por los derechos de los dominicanos y medios de comunicación de la vecina isla, tanto tradicionales como alternativos han informado a la comunidad dominicana dónde buscar ayuda legal y cómo actuar para protegerse de los agentes de Migración. ¿Qué opinas?
*Canoa Púrpura es la columna del proyecto periodístico de Colectiva Púrpura y de su podcast Libertarias, que se transmite por La República Radio.
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