La construcción de la Fuerza del Pueblo es obra de la división que trajo consigo los resultados de las primarias internas del Partido de la Liberación Dominicana el 6 de octubre del 2019.
La verdad histórica es que Danilo Medina se empeñó en evitar con el uso del poder que Leonel saliera victorioso de la contienda interna de los morados.
Lo que no previó el anillo palaciego de entonces es que, por más esfuerzos e inversión que hizo el oficialismo, obtuvo un pírrico triunfo con apenas 26,664 votos de diferencia a favor de su candidato presidencial Gonzalo Castillo.
La victoria oficialista dejó un sabor amargo entre las bases moradas, porque fueron muchos los que cuestionaron esos resultados tachándolos de fraudulentos.
El Gobierno había sumado en votos 911,324 y el expresidente Fernández, teniendo en contra la maquinaria del poder, había logrado 884,630 sufragios.
La racionalidad establecía que, con esos datos y tan ajustada diferencia, el otrora poderoso Comité Político de los de la Estrella Amarilla debió imponer su autoridad buscando una fórmula unitaria, la que fuese, pero que aceptaran las partes, menos el ponerse de manera genuflexa en favor de una facción, sabiendo que la otra había obtenido la mitad de los votos en la contienda interna recién realizada.
El más alto organismo del PLD debió evitar la división porque no hay que ser muy experto en la materia para entender que una parte, por más que drenara a la otra, nunca se compactaría en su totalidad si solo se favorecía en la decisión a una de las partes involucradas en el conflicto.
Solo sé que el síndrome de hubris se apoderó de la élite peledeísta, y erráticamente tomó partido por el sector oficialista a sabiendas de que eso era ilógico y antitáctico porque esa imposición, lo sabría cualquier lego, le generaría un efecto devastador electoralmente a los intereses institucionales del acorazado morado, decisión algo inexplicable porque, hasta ese momento, casi todas las decisiones del comité político estuvieron revestidas de una aguda inteligencia política, que todo el país reconocía.
Estupefacta estaba una gran parte de la sociedad al ver el dislate de la alta dirigencia peledeísta, que prefirió certificar la división de la tolda bochista, porque esa acción le abrió las puertas de par en par al poder de un PRM, en ese momento una fuerza alicaída ante el hecho de que en las primarias simultáneas el perremeísmo solo había logrado 382,385 votos frente al gigantesco apoyo a la marca PLD, que había obtenido en dichas primarias simultáneas un total de 1,871,754 sufragios.
Fue esa desacertada decisión del Comité Político la que construyó una nueva alternativa política, la Fuerza del Pueblo, que no era más que la aporreada estructura leonelista a la que no se le dejó otra opción que formar tienda aparte de manera legal; esto gracias a la generosidad de los dirigentes del Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), que en ese entonces le puso al servicio su franquicia electoral ante la JCE, para darle cobijo a los seguidores de LEONEL que habían decidido desmontarse del hasta ese momento hegemónico PLD.
La verdad es que, pese a todo pronóstico, la Fuerza del Pueblo nació grande; los resultados electorales del año 2020 demostraron que sí tenían los votos de la diferencia para evitar el triunfo del sector gubernamental en las elecciones llevadas a cabo ese año.
Es justo reconocer que la resiliencia del Dr. Leonel Fernández, sumada al denodado esfuerzo de sus acólitos, ha construido en menos de 6 años una innegable maquinaria política que, por las encuestas llegadas últimamente a mis manos, se muestra que ya le está pisando los talones en la estima popular al oficialista PRM.
Innegable es también el reconocer que múltiples factores han producido el meteórico crecimiento de los pueblistas: primero, el contar con un líder de la talla de Leonel; la inevitable derrota electoral del danilismo en el 2020; y el cuestionamiento a la idoneidad de connotados funcionarios peledeístas, producto de las comprobaciones realizadas en las operaciones anticorrupción del buen valorado ministerio público.
Pese a mi intransigente posición de que la candidatura presidencial de la Fuerza del Pueblo y sus aliados debe recaer en la persona de su líder, el Dr. Leonel Fernández, sería mezquino no aceptar que Omar, su hijo y mi casi sobrino, es hoy por hoy el político mejor valorado por la población y esos factores hacen imparable el crecimiento de la Fuerza del Pueblo.
No obstante, sigo pensando que un solo partido político de oposición, por sólido que esté, no le ganaría unas elecciones al oficialista PRM si no crea las condiciones para un gran pacto con las otras fuerzas políticas de oposición.
Pudiese estar equivocado, pero a las pruebas de lo contrario me remito, ya que por los antecedentes históricos más las injustas reglas de participación electoral (método D’Hondt, voto preferencial, circunscripciones pequeñas, uso de los recursos del Estado por parte del partido oficialista), no es tarea nada fácil ganarle unas elecciones al oficialismo.
Es por ello que me inscribo en auspiciar la unidad total de la oposición, para construir entre todos los actores de la misma una alternativa que le plante cara a los modernos y los derrote electoralmente en los comicios del 2028.
Los pueblistas deben recibir ese enorme apoyo ciudadano con humildad y con capacidad de miras para entender que se necesitará a todos y que juntos somos más que divididos, porque es tarea ciclópea el agenciarse en votos más del 50% más uno de los sufragios válidos en una contienda electoral.
Aspiro a que se puedan encontrar fórmulas para un reencuentro de la fuerza del pueblo y el PLD, para que se bajen las tensiones, que se restablezca la confianza y que finalmente estos evalúen la positiva factibilidad de en un futuro participar aliados al próximo certamen electoral.
Sin embargo, hoy creo menester y estratégicamente conveniente que en estos momentos, con algún tipo de protocolo de respeto y entendimiento, cada fuerza política por su lado se vaya consolidando electoralmente, agenciándose el respaldo ciudadano, haciéndole una oposición firme pero constructiva al gobierno de los modernos y creando las condiciones para que en el momento adecuado la sumatoria del apoyo conseguido de ambas organizaciones nos garantice, conjuntamente con otros partidos políticos minoritarios, tener el caudal de apoyo necesario para darle una sonada pela en los próximos comicios al ineficiente y mitómano oficialismo.
Compartir esta nota