Es un poco temprano para sacar un balance real de la marcha convocada por la Antigua Orden Dominicana en el Hoyo de Friusa. Sin embargo, se puede desde ya destacar algunos puntos.
La Antigua Orden Dominicana está sobre el tapete y ha monopolizado el debate interno durante la semana pasada poniendo en segundo plano eventos más trascendentales.
Gracias a las redes sociales este conglomerado ha pasado de ser un grupúsculo para aparecer como una organización que ha generado con su convocatoria importantes expectativas por un lado y rechazo por el otro.
Para este lograr este desarrollo ha contado con el beneplácito de las autoridades que han dejado crecer en nuestro seno un grupo paramilitar con tendencias neotrujillistas disfrazadas de patriotismo, nacionalismo y dominicanidad, en vez de ponerle un corte utilizando los recursos que establece la ley.
No obstante, la mediatización de la marcha ha hecho surgir cuestionamientos sobre la figura jurídica de la agrupación y su financiamiento. Ha permitido conocer más de cerca al supuesto líder de la Antigua Orden Dominicana. De paso, ha desvelado la fragilidad de algunos de sus argumentos acerca de llevar la dominicanidad a tal o tal comarca. También ha surgido curiosidad sobre los verdaderos líderes de esta nebulosa.
Por una razón u otra la manifestación, que reunió a varios cientos de personas con un despliegue inaudito de las fuerzas del orden, culminó entre tensiones, acusaciones cruzadas y dudas sobre la organización de la marcha.
De buenas a primeras, los afrontamientos no se dieron entre haitianos y “defensores de la dominicanidad” sino, más bien, entre estos mismos defensores (genuinos o no) y las fuerzas del orden, dejando entrever los intereses y apetencias individuales que parecen haber intervenido en la organización de la marcha.
Sin embargo, uno se puede preguntar si los choques con las fuerzas del orden fueron realmente espontáneos o si no respondieron a un plan más sofisticado con la finalidad de demostrar que los dominicanos no pueden caminar por toda la geografía de su país y dar pie a la nueva convocatoria del 24 de abril.
Al final de la jornada, la Antigua Orden Dominicana, organización paramilitar que debería haber sido prohibida desde sus inicios parece casi ser la buena de la película.
Tanto los preparativos de la actividad como las reacciones a los acontecimientos del domingo han puesto en evidencia a personas y entidades con tendencias neotrujillistas disfrazadas y ha permitido situar, por sus reacciones, a algunos líderes políticos en la extrema derecha del tablero político dominicano.
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