A medida que la inteligencia artificial se va integrado con sorprendente naturalidad en nuestras rutinas diarias, comienzan a surgir preguntas inesperadas sobre la forma en que interactuamos con estas tecnologías.

¿Tiene sentido aplicar las normas de cortesía humana a las máquinas? ¿Qué implicaciones trae consigo este gesto inocuo?

Estas interrogantes, que podrían parecer anecdóticas, han tomado una nueva dimensión tras una revelación llamativa por parte de Sam Altman, CEO de OpenAI.

Según Sam Altman, CEO de OpenAI, la compañía gasta “decenas de millones de dólares” adicionales en electricidad simplemente porque los usuarios dicen “por favor” y “gracias” a ChatGPT—palabras que incrementan la longitud de las consultas y, consecuentemente, el procesamiento computacional requerido.

La revelación de Altman, sobre el sustancial impacto económico de la cortesía hacia los sistemas de IA nos invita a una reflexión profunda sobre la intersección entre comportamiento humano, tecnología y sostenibilidad.

Esta situación ilustra una paradoja fascinante de nuestra era digital: nuestros instintos sociales humanos, trasladados al ámbito de la interacción con máquinas, generan consecuencias materiales significativas. El 67% de los usuarios estadounidenses reportan ser educados con los chatbots, con un 18% admitiendo que lo hacen como precaución ante un hipotético "levantamiento de la IA"—una preocupación que revela tanto nuestras ansiedades culturales como nuestra tendencia a antropomorfizar la tecnología.

La huella ambiental de estas interacciones es considerable. Las consultas a ChatGPT consumen diez veces más energía que una búsqueda convencional en Google. Cada respuesta corta de "De nada" requiere entre 40 y 50 mililitros de agua para el enfriamiento de servidores—un recurso cada vez más valioso en un mundo afectado por el cambio climático. A escala global, con 500 millones de usuarios semanales, estos costos se magnifican exponencialmente.

Esta realidad nos coloca ante un dilema ético: ¿debemos priorizar la eficiencia energética sobre patrones de comunicación que consideramos fundamentales para nuestra humanidad? ¿O existe un valor intrínseco en mantener estos códigos de cortesía incluso en interacciones no humanas?

El fenómeno plantea cuestiones más amplias sobre cómo diseñamos y nos relacionamos con la tecnología. Mientras el director de diseño de Microsoft, Kurtis Beavers, destaca el valor funcional de la cortesía para establecer el tono de respuesta de la IA, debemos preguntarnos si estamos creando sistemas que inadvertidamente refuerzan comportamientos ineficientes desde una perspectiva energética.

El desafío consiste en desarrollar interfaces que preserven la experiencia humana de respeto y reciprocidad sin el costo energético asociado—sistemas que reconozcan nuestra necesidad de cortesía pero que no requieran procesamiento adicional para interpretarla.

Para OpenAI, con su reciente valoración de 300 mil millones de dólares, estos "millones bien gastados" (según Altman) pueden considerarse una inversión en la experiencia de usuario. Sin embargo, a medida que la IA se integra más profundamente en nuestra vida cotidiana, necesitamos evaluar críticamente cada aspecto de esta relación—incluso aquellos aparentemente tan triviales como un "gracias".

El dilema de la cortesía digital ejemplifica el reto fundamental de nuestra era tecnológica: equilibrar la innovación con la sostenibilidad, y la eficiencia con los valores humanos que definen nuestra experiencia social compartida.

Arturo López Valerio

Tecnólogo

Arturo López Valerio es pionero en Cloud Computing, eCommerce, Marketing Digital y el desarrollo de proyectos de alto tráfico en República Dominicana. Desde el 2011 opera en TABUGA, empresa que se dedica al fomento del conocimiento, la tecnología e innovación para la transformación y avance del crecimiento empresarial; llegando a desarrollar comunidades digitales, estrategias de marketing digital y emprendimiento con alcance de más de un millón de dominicanos. En 2010, fue designado como Experto Nacional para la República Dominicana por la WSA (World Summit Award) —la iniciativa de la ONU y su Alianza Global para las TIC y el desarrollo (GAID), que hace hincapié en la diversidad e identidad cultural, la creación de contenidos informativos variados y la digitalización del patrimonio educativo, científico y cultural. Ha publicado el libro “#Emprende: una guía para ciudadanos de a pie”, con consejos y experiencias para quienes han decidido iniciar proyectos de emprendimiento desde cero.

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