Con Gaza y Beirut en el corazón

El delirio mesiánico es un trastorno severo del curso y contenido del pensamiento, en el que la persona afectada se considera elegida para cumplir una misión trascendental que desafiará todo lo establecido. Se percibe a sí misma como salvadora o impulsora de una causa superior. Este tipo de discurso, potente y contagioso, suele pasar desapercibido en sus etapas iniciales.

Al evaluar las esferas cognitivas, se exploran aspectos como la orientación en el espacio, el tiempo y la realidad presente, así como la conciencia de sí mismo y de su contexto. Sin embargo, cuando la percepción propia se encuentra hipertrofiada —es decir, exageradamente engrandecida—, estas personas se creen poseedoras de capacidades superiores a las de los demás. Se consideran individuos excepcionales, atribuyéndose cualidades desmesuradas que ellos mismos exaltan.

Estos rasgos son comunes, pero se tornan patológicos cuando el individuo deja de escuchar a los demás y su discurso se expande sin límite, acompañado de otros síntomas o condiciones. La falta de conciencia crítica y autocrítica es notable: son incapaces de reconocer errores o cuestionarse a sí mismos. Sus pensamientos se perciben como verdades absolutas, inmunes a cualquier objeción o análisis externo.

Este sistema delirante se denomina comúnmente “Delirio Mesiánico o Psicosis Mesiánica” y constituye una forma de delirio clínico. El término “mesías” hace referencia al hijo de Dios enviado a salvar a su pueblo, pero aquí se utiliza para describir la convicción patológica de tener una misión suprema. Su origen puede estar vinculado a crisis personales profundas, pero también a contextos sociales críticos. Lo alarmante es su capacidad de contagio: un discurso tan potente, basado en la certeza absoluta y la falta de cuestionamiento, se difunde como un virus. Este convencimiento personal impregna a quienes lo rodean, ejerciendo dominio sobre ellos.

Estas personas carecen totalmente de conciencia sobre sus errores y, mucho menos, de su enfermedad. Su percepción de sí mismos como figuras predestinadas es impermeable a la crítica o el análisis racional.

¿Puede un colectivo contagiarse? La Historia nos recuerda que sí y tenemos innumerables ejemplos. La realidad, en ocasiones, resulta tan abrumadora que estos discursos encuentran un terreno fértil en sociedades desorientadas o fracturadas.

El problema se agrava cuando estos discursos se estructuran en torno a la identificación de un enemigo, al que se culpa de todos los males. Este fenómeno no debe ignorarse, pues suele originarse en contextos de abandono social crónico, en los que la desafección institucional y la falta de referentes sanos abren el camino al resentimiento y la radicalización.

La raíz del problema radica en la falta de confianza en las instituciones y en una desafección de la política debido a la corrupción, la impunidad y la falta de respuestas institucionales. La ignorancia que los alimenta es tan profunda que quienes la padecen no son conscientes de ello.

El que se cree sabio enfrenta un problema tan serio como el que se cree salvador. Reconstruir este tejido social roto es imposible desde la indiferencia.

El desafío radica en ofrecer respuestas efectivas y construir referentes sanos que permitan sanar esa herida latente antes de que desemboque en violencia o en ciclos perversos de radicalización.

Clara Melanie Zaglul Zaiter

Doctora en Psiquiatría

Resido en Madrid de forma permanente desde 1999. Actualmente trabajo como Médica en la Consejería de Asuntos Sociales y Familia (COMUNIDAD AUTONOMA DE MADRID). Formada como Médica en UNIBE promoción 1996. Doctorada en Psiquiatría por la Universidad Complutense de Madrid 2001. Alumna del Doctor Juan José López Ibor y Juan Coullaut Jáuregui. Desde la Psiquiatría paso al estudio de la Demencia y el Deterioro Cognitivo Precoz. Experiencia profesional en el área de Demencias sector asistencial en grandes dependiente para las actividades básicas de la vida diaria por más de 20 años.

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