¿Qué quiere decir organizar la puesta en escena de la guerra? La misma es una organización material; es trágica e ideológica ante un cuadro de violencia social, opresión visible en todo el siglo XX y lo que va de siglo XXI. Las miles de películas de guerra creadas y posicionadas en miles de pantallas son el testimonio de una puesta en lugar y escena de la guerra. Son muchos los cauces de batallas que se apoyan en una economía política de inversión y producción de espacios de violencia. La geografía de la guerra ya tiene sus propios mapas de poder y destrucción que el cine difunde mediante narrativas y dispositivos audiovisuales. También se trata de una acción y una respuesta o respuestas que determinan un conflicto armado y definido en sus encuadres y partes en uno o varios escenarios geográficos concretos.
En cuanto al cine, la puesta en escena significa organizar todos los elementos de un espectáculo y una historia (guion, actuación, locaciones, fotografía, sonido, montaje y otros, son usos; fórmulas y modos de hacer realidad esa aventura de los poderes fácticos mundiales. Esto significa también organizar la violencia, la destrucción humana, las distopias económicas de los responsables y el pensamiento que construye ese conflicto. Las guerras de independencia, la guerra del Golfo pérsico, la guerra palestino-israelí, las guerras de la colonización en África, las guerras mundiales, de Ucrania y muchas otras han sido “audiovisualizadas” por equipos de producción que manejan una documentación propiciando como arte, una producción de sentido que responde a un equipo, una industria, un negocio cinematográfico.
¿Podemos abarcar el campo extensivo de la guerra en el cine (actual)? La respuesta necesita una puesta en valor del conflicto y sobre la determinación de dicho conflicto; la razón geográfica del conflicto; lo que motiva el conflicto, las razones o no de dicho conflicto, la economía de la muerte de dicho conflicto, las acciones programadas del conflicto, crean archivos de imágenes audiovisuales que se documentan a partir del cine de guerra.
En efecto, el origen técnico de una película de guerra es la planificación a través del guion basado o no en un testimonio real, una novela, un motivo geográfico, un conflicto de fronteras, la imposición de un imperio colonialista, la necesidad de adquisición de una posesión rica, ventajosa y sobre todo que anuda un poder que debe ser derrocado.
Existe una “estética” de la guerra que implica posturas de valores y contravalores de dicho acontecimiento. Esto se puede leer en la misma arquitectura conflictiva del evento (la guerra del Vietnam, del Vietcom, indochina, Corea del Norte y Corea del Sur y aliados, la guerra de los Emiratos Árabes…). Lo que quiere decir que el tema implica una determinación con cardinales vinculantes de tema, orden, contraorden, escritura y sujeto de la historia. Pero lo que se programa para ser puesto en lugar o en escena obedece a un plan de dramaturgia fílmica, producción donde se abarcan los detalles de mucha ficción de guerra y de documental de guerra tal y como podemos ver en películas como: Hermanos de Batalla, Primer Batallón, Zona de Guerra, De Amor y de Guerra, En el amor y la guerra, Guernica y muchas otras más.
Los detalles de una puesta en escena de películas de guerra parten de una propuesta inicial, las fases de desarrollo en tiempo y espacio y los ritmos que se utilizan para posicionar un determinado conflicto bélico, mediante una dirección fotográfica, narrativa, musical y postproducción fijados mediante una publicidad de guerra, donde el vestuario, los objetos y aparatajes que implican un combate se justifican en el marco e ideas de una película; pues las unidades de trabajo que se reconocen en la puesta en escena son justificadas por la propia narrativa y la técnica de preparación geoestratégica que supone conflictos que podemos ver en el cine argelino, nigeriano, japonés, chino, vietnamita, ruso, italiano, español, norteamericano y alemán, entre otros.
Es así como, se ordenan y reordenan los discursos de la guerra, a partir de batallas reales que son tomadas como pretexto para elaborar un discurso sobre eventos conflictivos entre países, entre razas, entre tejidos militares y defensa de identidades, tales como: el cine tailandés, cine español, francés, alemán, mexicano, peruano, danés y otros que han hecho verdaderas películas con pronunciamientos estéticos diversos. Sería importante hacer un inventario de eventos ceñidos a un ordenamiento o desordenamiento de los diferentes discursos de la guerra, junto a variedades de puestas en escena famosas en este sentido.
Ciertamente, la puesta en escena del cine de guerra está manipulada por el plan de acción de un guionista, el rodaje, un director, el fotógrafo, un postproductor, un editor y un propagandista. Todo este escenario es indicador de una cardinal violenta y que por lo mismo violenta los derechos de su comunidad y de otras comunidades responsivas.
La puesta en escena de un conflicto provocado, de una guerra que tiene un obstáculo y una importancia destructiva o vencedora, fija su inscripción, su reflejo y sus imaginarios colonizadores tradicionales y modernos. La puesta en mapa y lugar o geografía y política, se hace visible en el arte cinematográfico de nuestros días. Depende de programas bélicos y de poder. El trayecto de lo que va de la antigüedad a la modernidad y la transmodernidad es tomado y retomado por un llamado cine de terror o de guerra que genera una economía geopolítica, geo-historia que involucra pueblos, ejércitos, continentes, desalojos y otros eventos incidentes en una obra fílmica, donde se ha elegido una propuesta, con sumas de tópicos y consecuencias, socioculturales y geográficas.
Este encuadre, además de entretener, tiene un impacto económico importante que evoluciona, particulariza y muestra mediante el conflicto bélico provocado, en todos los países del mundo, que asumen un modelo político marcado por invasiones de espacios culturales. El cine, en su papel de arte y medio de expresión, toma esos hechos como parte de una propuesta de arte; además de entretener, tienen un impacto económico importante y que evoluciona en relación con los aspectos ideológicos y materiales de la representación de la guerra.
Miles de películas son producidas bajo la influencia de poderes políticos y económicos, así como bajo la dirección de la industria cinematográfica, tanto en países poderes como invadidos. Estas producciones abordan temas como la guerra, el terror y el desplazamiento. Ejemplos como la Yihad, que retrata la guerra santa, la guerra política y, en la actualidad, la guerra apocalíptica, constituyen los mejores ejemplos de cómo se construye y presenta esta temática en la pantalla.
La rentabilidad de este tipo de películas genera una economía basada en múltiples usos: desde las taquillas de las salas de cine y la difusión en televisión, hasta el impacto que estas obras tienen como formas de arte y el papel que la tecnología desempeña en la transmisión de mensajes destructivos. Este patrón se repite en el mundo contemporáneo, donde dichas producciones actúan como una amenaza constante, girando en torno a la destrucción del planeta Tierra. La misma lógica de guerra bacteriológica forma parte de este fenómeno, presente en películas como Parásitos, La guerra del fin del mundo, Terra Nostra, entre muchas otras. La puesta en escena de estas obras conlleva una responsabilidad, ya que representan un espectáculo que fue denunciado por Guy Debord en su libro La sociedad del espectáculo, y también en su obra Contra el cine.
Así las cosas, existe un discurso de la guerra que el cine retoma constantemente a favor de explotar mediante la subjetividad del espectador, el director, el guionista, el productor y de todo un equipo técnico que impone la forma a este tipo de empresa manipuladora y destructora.
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