Allá en Pedernales, mi comarca, pegada de Anse -a- Pitre (Ansapito), comuna del departamento sur de Haití, suelen llamar conuco haitiano a cualquier sembradío donde haya una mezcolanza de plantas que, se entiende técnicamente, deben de sembrarse separadas, de lo contrario disminuyen la productividad.

El labrador dominicano, con base en el conocimiento empírico sobre el clima y la insufrible desatención oficial, ha creado sus mecanismos de defensa para la subsistencia. Mejor cosechar algo para sobrevivir que perderlo todo a causa de eventos naturales, es su convicción.

Como la experiencia le señala cuándo el nublado en la atmósfera indica lluvia inminente en el lugar, cuándo la sequía y los vientos serán más fuertes y cuáles plantas son vulnerables o resistentes, no sería raro que, por ejemplo, siembre gandules (guandules) o caña entre las vulnerables habichuelas, la batata, guineos y plátanos. O coco, guayaba, guanábana, naranjas, cerezas y mangos a escasos metros.

Algunas sobrevivirán a las inclemencias de la naturaleza y, aunque producirán menos de lo esperado y no darían para comercializar, amortiguarán el déficit de alimentos en la familia. Algo es algo, afirman los agricultores.

Por extensión, los emprendedores nuestros han descubierto las complejidades de los negocios pequeños y el comportamiento de los consumidores, más la pobre protección oficial. Para responder a los compromisos de pago de local, impuestos, salarios, factura eléctrica y hasta el asedio de alguna patrulla en búsqueda, optan por diversificarse.

Así que, en estos tiempos, es muy difícil que usted identifique en estado puro un salón de belleza, una “barber shop” (barbería, peluquería), una farmacia, un colmado, un restaurante, una gasolinera, un centro de estética, un carrito de chimichurris, una picalonga, una tiendita para venta de ropas nuevas y usadas o artesanías, un car wash (lavadero de autos)…

En cuanto al salón de belleza, es probable que oferte a sus clientes: refresco, agua, café, cerveza. La barbería: además de corte de pelo y afeitado, zapatos y tenis de trasmano o nuevos, productos para el cuidado del cabello y de la piel. Una farmacia, además de fármacos, lotería, juguetes, chucherías, chocolaticos. Un colmado: más allá de alimentos, oferta ron y cerveza. La gasolinera: además de combustibles, aceites, líquido de freno y “aditivos maravillosos” para limpiar inyectores y ahorrar gasolina, bebidas alcohólicas, jugos, cigarros, dulces, refrescos, revistas y comida rápida. Picalonga: soda, cervezas, romo. Un centro de estética: masajes y hasta alguna cita. Tienda de ropas: bisutería, suplementos vitamínicos, productos para la próstata y hasta estimulantes. Un car wash: bebidas, comida, música alta y mujeres despampanantes de todos los colores, con sus partes bien definidas, en el servicio a parroquianos…

Esa es la realidad, y si alguna señal presenta es de agigantamiento.

En el país, el desempleo es un dolor de cabeza (Tasa de 8% en 2024, según datos oficiales) y la oferta del mercado apenas motiva porque paga salarios de miseria, mientras el encarecimiento de todo se hace insostenible.

Así que el pluriempleo a cambio de erosionar la salud es la opción para algunos; los emprendimientos y la informalidad (50%), para otros.

Mientras el hacha va y viene, el gobierno global del narcotráfico vive creando fórmulas para crecer y fortalecerse, igual que las casas licoreras y cerveceras reguladas por ley. Y los negocios citados, como otros, están en su mira para fines de distribución y promoción del consumo.

La tentación por vender drogas prohibidas es permanente y no todos la resisten, por muchas razones, pero una principal: los beneficios económicos de las transacciones son mayores que las ganancias del negocio en sí.

Recuerdo un vecino a quien le dio por ampliar su vivienda con un pequeño local para instalar una farmacia. Sus expectativas eran altas. Durante el proceso constructivo, un hombre se acercó y, sin rodeos ni temor, le propuso un negocio. Le comentó en tono normal: “Hermano, usted no va a ganar nada vendiendo aspirinas ahí. Si quiere ganarse unos cuartos, yo le traería unas capsulitas como antibióticos y usted las va a vender aquí. Solo eso. Yo me encargo de traerlas y de que la gente pase a comprarlas”.

Ese es el drama; mas, la autoridad no debe actuar con censura previa, por capricho o chantaje. Porque no todos los negocios funcionan sin ética y, en este país, es de héroe embarcarse en  un emprendimiento con escaso capital y a expensas de prejuicios políticos para acceder a un préstamo.

Además, se sabe de las visitas de patrullas en fechas específicas para cobrar peajes y sobre los ataques a ratos mortales contra quienes incumplan con las cuotas.

La ministra de Interior y Policía, Faride Raful, se ha disculpado el miércoles ante el joven estudiante de Derecho, Dawry David Santana, quien, a la medianoche del 27 de abril, mientras trabajaba en su barbería Exotic Barber Shop), en El Valiente, municipio  Boca Chica, provincia Santo Domingo, fue objeto del asedio de una patrulla policial que insistió en cerrar el establecimiento porque –según el agente que le increpaba– no podía trabajar a esa hora, ni vender bebidas alcohólicas. Ninguna ley establece límites de horario a ese tipo de negocio y no se verificó expendio de bebidas.

Hay que dejar que la gente trabaje en paz, siempre que sea de acuerdo a la ley y sin dañar a los demás. El Estado cuenta con organismos de investigación que, cuando brota la voluntad, son eficaces. Y está la justicia para juzgar según las evidencias. Que cumplan con sus funciones.

Tony Pérez

Periodista

Periodista y locutor, catedrático de comunicación. Fue director y locutor de Radio Mil Informando y de Noticiario Popular.

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