En los archivos de la fe, los encuentros creativos son los lugares que implican un sanar el mundo. Esto se da confiando en las palabras, las acciones, el arte y los pensamientos. Abrazamos la vitalidad que tienen los ojos sensibles, la conciencia y la justa elección para desarraigar la violencia y los trastornos postraumáticos que sufren las mujeres, las niñas y los adolescentes bajo una cultura de violencia.  El taller El Poder de Transformarte fue un espacio de reflexión y sanación con recursos heurísticos no tradicionales como es el arte.  Asistir a la ceremonia de clausura del Taller Transformar-arte para atender y prevenir la violencia, a través del arte me dejó con sabor a esperanza de que es posible cambiar la fuerza de la violencia que estamos viviendo las dominicanas y dominicanos.

En el marco de una cultura patriarcal sostenida en la violencia encontramos proyectos que eliminan o reducen el dolor y la muerte, a la que son sometidas continuamente las mujeres. El arte como terapia social romper esos paisajes de dolor que carecen de un árbol robusto para enfrentar la terrible soledad de las mujeres violentadas por una sociedad de lentos cambios y poca inversión en proyectos que declinen esos vacíos y falta de políticas públicas que de una vez por toda frenan esos teatros cotidianos de violencia machista.

En la República Dominicana no estamos acostumbrados a manejarnos con formas e interpretaciones de los actos voluntarios de fundaciones como Abriendo Alas para impulsar un proyecto, por medio del arte, la poética, la pintura, la danza, el teatro, el uso de títeres, canto, la música y esas estrategias solidarias no posesivas ni intrusivas que están creando memoria para crear los medios en el que se cambien los ropajes de los cuerpos violentados por el machismo colonial.

El arte es ese  lugar que crea memorias que se inspiran en la transformación de lo antiguo por un hoy y una mañana distintos en los que la esperanza sea el lienzo de la transformación para habitar con la frescura de ambientes pintados con escayolas o pinceles que muestren el gozo de la sanación.

La terapeuta Internacional Fabiola Falconi Abad fue la instructora de 30 personas. El taller se inició el 18 de febrero y concluyó el 20 de mayo. La facilitadora se basó en una terapéutica apoyada en una guía para acompañar a grupos de apoyo de mujeres, a través del arte. Estas mujeres trabajaron el canto y la palabra para sanar el cuerpo y la psique, la cual  abre los paisajes del arte como medio experiencial para desmontar las heridas psicológicas provocadas por la violencia.  Las participantes se  movieron en un escenario, a través del teatro de títeres, grupos de teatro, pintura, arte visual, etc.

El lugar del arte es un paseo por la historia del cuerpo psíquico que permite que se hable, a través de los símbolos arquetípicos del teatro, la danza y las acciones que potencian los entornos sanos.

La historia de esta primavera está llena de ese espacio íntimo en el que la Fundación Escuela Abriendo Alas llevó de nuevo un proyecto de arte para las mujeres sobrevivientes de violencia. El proyecto se realizó con el apoyo del Ministerio de Cultura, La Dirección General de Mecenazgo y la colaboración del Centro de Atención a Sobrevivientes de violencia del Ministerio Público.

El arte se proyecta y se extiende cada vez más por los resultados exitosos en el tratamiento a personas que han sufrido violencia. Este tipo de terapéutica se vuelve sólida y tangible, porque pone énfasis en valorar las fuerzas de las mujeres, el reconocimiento de sus dolores y el apoderamiento de sus cuerpos, utilizando el arte para zurcir las heridas en grupos y abrir la palabra inscrita en el cuerpo.  La violencia se ha convertido en una alta colina que se ha logrado   alcanzan y desmontar sus picos cuando las instituciones públicas y privadas se unen para eliminar todas las formas de violencia en el marco de la familia y en especial con las mujeres en las diferentes esferas sociales y culturales en la que se desenvuelven.

El taller Transformar-Arte se convirtió en un nuevo territorio que desencajó la violencia y fomenta la transformación de las mujeres que participaron en el mismo, según lo planteado por las participantes. Cabe señalar que para que el patriarcado colapsé se tienen que cambiar la cultura de la violencia y el arte puede lograr que se borren las palabras y los odios que hieren, golpean, abandonan y limitan los espacios femeninos.

La experiencia de las mujeres en el taller no es un subtexto de pronunciamientos versados, tan solo en la crítica o palabras, fue la adopción de movimiento, técnicas sencillas y comunales vinculadas con la música, y las artes manuales para que aseguren la memoria y se fije en el propio cuerpo las  experiencias sanadoras. Enhorabuena por esa nueva configuración de los paisajes del arte para distanciar considerablemente la violencia en la vida de las mujeres.

EN ESTA NOTA

Fátima Portorreal

Antropóloga

Antropóloga. Activista por los derechos civiles. Defensora de las mujeres y los hombres que trabajan la tierra. Instagram: fatimaportlir

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