Cuando conocí a Omar hace ya unos buenos años, era un jovenzuelo tímido, respetuoso, con una forma de ser tan correcta y humilde que impresionaba, pese a ser hijo del presidente de la República. Su comportamiento contrastaba notablemente con el proceder de muchos otros que, por el solo hecho de tener vínculos consanguíneos con personas de poder, actuaban con aires de grandeza.

Vi en Omar muchas cosas de su padre, especialmente esa forma sosegada de ser y el trato cortés con que saludaba a todo aquel que se le acercaba. Sin embargo, debo admitir que al principio no observé en él ningún interés por la política. Fue tiempo después cuando lo vi inclinarse hacia ella, abriéndose paso como una tromba, de manera exitosa, hasta convertirse en candidato a diputado por la Circunscripción No. 1 del Distrito Nacional. Lo apoyé con entusiasmo e influí para que muchos marcaran su rostro en el recuadro electoral del BIS, partido aliado desde sus inicios a la recién fundada Fuerza del Pueblo, en el proceso electoral del año 2020.

Presencié la madurez y el buen desenvolvimiento con los que realizó su campaña legislativa, así como la forma eficaz en que presentó credenciales positivas desde su curul en el cuatrienio 2020-2024.

Mi relación con Omar siempre ha estado basada en la total sinceridad. Por eso viene a mi memoria el 5 de octubre de 2019, un día antes de las primarias del PLD. Estábamos ambos en las instalaciones de FUNGLODE, y a la salida de una reunión, mi estimado sobrino me preguntó con interés: -José Frank, ¿qué cree usted que pasará mañana y cuáles podrían ser los resultados? Le respondí: -¿Quieres que te diga mi parecer? – Me dijo que sí, y entonces le expresé: -Omar, nosotros tenemos los votos para ganar limpiamente, pero el gobierno impondrá a Gonzalo Castillo y presentará al país una supuesta ventaja de entre 25,000 y 30,000 votos.

Se quedó expectante ante mi aseveración, porque las encuestas indicaban que Leonel saldría airoso de esos comicios internos. Pero yo sabía que Danilo, con el uso del poder, impondría a Gonzalo a sangre y fuego.

Creo que la certeza de mi pronóstico llevó a Omar a entender la necesidad de fortalecer más nuestra relación, y así ha sido hasta el día de hoy.

Cuando se abrió la posibilidad de que Omar pudiera ser candidato a senador o alcalde del Distrito Nacional, apoyé la iniciativa con dos condiciones: la primera, que debíamos concretar un acuerdo municipal y congresual con el PLD; la segunda, que debíamos esperar para confirmar cuál sería la apuesta del PRM, con el fin de saber si era factible arrebatarle esa plaza al gobierno.

De manera constante le pedí a Omar que aspirara definitivamente a la senaduría y que construyera un puente de plata con Domingo Contreras, ya que esa sería la dupla que presentaría la oposición, puesto que al PLD debíamos cederle la candidatura a la Alcaldía, y Contreras era su mejor carta. A mi amigo Domingo también le expresé lo mismo respecto a Omar, por lo que ambos se dieron apoyo mutuo desde sus respectivas organizaciones.

No voy a negar que, antes de considerar seriamente la candidatura de Omar, veía con buenos ojos la de Rafael Paz, persona por la que siento afecto. Sin embargo, comprendí luego que el radicalismo de la dirección peledeísta no lo apoyaría para ninguna posición electiva, debido a que este carismático joven había renunciado al Comité Político del PLD para respaldar a Leonel Fernández y a su Fuerza del Pueblo.

Rafael Paz no tuvo otra opción que presentarse como candidato a diputado, lo cual hubiese sido un clavo pasado, ya que tenía un trabajo adelantado en la Fuerza del Pueblo y era valorado por el electorado capitalino. Fue un grave error de la FP no reservar a tiempo su candidatura, pues de haber participado en la Circunscripción No. 1 del Distrito Nacional, creo que habría arrastrado otra curul más para el partido en esa demarcación.

Creo firmemente que Omar tiene una excelente valoración pública que podría convertirlo, en un futuro cercano, en una opción real para alcanzar la Presidencia. Lo afirmo sin dudas: si el equipo que lo respalda actúa con prudencia, Omar heredará la base de apoyo de su padre, y con esa estructura, más su propio potencial, se volverá un candidato difícil de vencer.

Sin embargo, todos aquellos que desean y promueven que Omar sea el abanderado opositor para las elecciones de 2028 le afectan, tal vez porque no entienden que para esos comicios, Leonel —su padre— será la cabeza principal de la oposición. Todo está definido en ese sentido. Solo resta la ardua tarea de unir a la casi totalidad de la oposición en torno a su candidatura presidencial, algo que esperamos lograr, ya que los dirigentes opositores reconocen que quien tiene la mayor oportunidad de sustituir al presidente Abinader es el tres veces presidente de la República.

Leonel cuenta con todo lo necesario para contender con el oficialismo: el principal partido opositor, la Fuerza del Pueblo, más el respaldo de otras organizaciones políticas que confían en él; tiene cercanía con los poderes fácticos, excelentes relaciones internacionales y la capacidad de conseguir gran parte de los recursos económicos necesarios para financiar la campaña.

Reconozco que la juventud dominicana se entusiasma con la idea de tener un candidato con el que se identifique generacionalmente, porque se percibe un hartazgo hacia los liderazgos tradicionales. Pero veo muy difícil que esa transición se concrete para 2028. Por eso, el futuro le sonreirá, sin duda alguna, a Omar, si asume desde ahora su rol: apoyar militantemente a su padre y esperar que, con certeza, le llegará su turno.

Omar sería el único caso en nuestra historia reciente en que el hijo de un presidente electo por las urnas también llegue a la Presidencia. Los otros cuatro casos históricos —Juan Isidro Jimenes Pereyra, Ramón Báez Machado, Ramón Cáceres Vásquez (Mon) y Cesáreo Guillermo— fueron hijos de caudillos militares que ejercieron la presidencia en los albores de la República.

No cabe duda de que el haber ganado la senaduría del Distrito Nacional frente al candidato oficialista Guillermo Moreno, presidente de Alianza País y aliado electoral del PRM, catapultó a Omar al estrellato político. Hoy por hoy es el político mejor valorado por la población. Pero también es innegable que el camino a la Presidencia en este país es muy difícil. Como ejemplo: su padre primero fue candidato vicepresidencial junto al profesor Juan Bosch en 1994 y no fue hasta 1996 que logró presentarse como candidato presidencial, recibiendo el apoyo crucial del entonces presidente Joaquín Balaguer. Por su parte, Luis Abinader tuvo que ser candidato tres veces —en 2012 como compañero de fórmula de Hipólito Mejía, en 2016 y 2020 como candidato presidencial— hasta que, gracias a la división interna del hegemónico PLD y a su alianza parcial con sectores que respaldaban a Leonel, logró finalmente la victoria.

Sé que no pocos jóvenes han malinterpretado mis declaraciones sobre lo tortuoso que es el camino hacia el Palacio Nacional. Por eso, reafirmo que no será fácil para ningún joven llegar a la mansión de Gazcue sin contar simultáneamente con múltiples factores a su favor, que ya he mencionado en varios artículos y que no es necesario repetir aquí.

Insto a Omar Fernández y a todo el nuevo liderazgo del país a crear las condiciones para que su generación pueda lograr espacios reales de poder. La paciencia y la persistencia son claves para construir ese sendero. Su papel inmediato debería ser acompañar a la Junta Central Electoral, junto a las organizaciones políticas, sociales y ciudadanas, en el esfuerzo por reducir sustancialmente la abstención electoral entre los votantes de 18 a 34 años, que promedió más del 62 % en las elecciones de 2024. Está claro que no es el voto joven el que está decidiendo los resultados.

La desafección política ha calado hondo en el ciudadano joven. Solo si participan activamente en el quehacer político tendrán mayor voz y visibilidad. Ojalá jóvenes promesas como Omar, Juan Ariel Jiménez, Juan Garrigó Mejía, José Horacio Rodríguez, entre otros, logren despertar la conciencia de quienes están entrando a la adultez civil, así como de su propia generación, para que se involucren activamente en la política. No solo para mejorar, sino también para renovar la representación municipal y congresual, hoy obsoleta. Solo así podría hacerse realidad que un candidato joven alcance la Presidencia en 2032, tiempo en el que quizás las quinielas favorezcan al fenómeno Omar Fernández.

José Francisco Peña Guaba

Político

José Francisco Peña Guaba, dirigente político dominicano, Presidente del Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS) y Secretario General del Foro Permanente de Partidos Políticos (FOPPPREDOM). Ha ocupado diversas funciones en el tren gubernamental y en cargos electivos, actualmente es diputado del PARLACEN.

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