1. ¿Qué nos está diciendo UNESCO y por qué debemos escuchar?

Zelmira May, especialista en educación de la UNESCO, ha puesto sobre la mesa lo que ya muchos sabíamos, pero quizás no queríamos ver con la claridad que exigen los datos: América Latina, y en especial países como el que mencioné hace días y no quiero mencionar de nuevo, lo dije la semana pasada en esta misma columna —aunque no lo es de los peores—, enfrenta dos fallas estructurales en su sistema educativo preuniversitario: los aprendizajes estancados desde hace décadas, y la bajísima tasa de egreso en secundaria. Estos no son problemas coyunturales ni atribuibles solo a una pandemia. Son síntomas de un sistema que no ha sabido renovarse ni responder con profundidad a las necesidades de sus estudiantes, especialmente los más vulnerables.

El tema que más nos preocupa o nos debe preocupar, sé que canso a la gente con este cantar, pero no escribo para la gente, hoy, sí, hoy escribo para los actores de la educación en cuanto a hacer posible que los resultados traduzcan aprendizajes.  Y escribo y hablo para las familias, para que, desde los niveles de los últimos dos años de primaria, sabemos según las estadísticas que no alcanzan sus hijos las competencias mínimas en lectura, escritura y matemáticas. Y esos mismos niños, arrastrando deficiencias no atendidas, terminan abandonando el sistema en secundaria, si no abandonan antes.  La educación en términos generales no está formando ciudadanos capaces de comprender lo que leen, ni de concluir su trayectoria escolar. Esto, en términos sociales, es una catástrofe silenciosa.

  1. Las causas profundas: una deuda estructural con la infancia y la juventud

Aunque Uruguay cerró sus escuelas por menos tiempo que el resto de América Latina durante la pandemia, y dominicana prácticamente no las cerró y se refugió en el mundo de lo remoto y de lo virtual, o de lo televisivo o de lo radial, o en un conjunto en el que metieron los mismos tres para el sancocho y los pusieron en pantalla y con bocinas, el impacto fue igualmente desigual: los más pobres, los menos acompañados, perdieron más. Este fenómeno no es exclusivo de Uruguay ni de Dominicana. Lo vemos en todo el continente. La escuela —sobre todo en los primeros años— no está logrando nivelar oportunidades, ni tampoco retener con sentido a los jóvenes en secundaria. Solo echen una mirada a la prensa norteamericana… la ilusión del sueño americano… la democracia más perfecta y más exitosa… cerró su ministerio de educación en el gobierno federal porque los resultados de la inversión no justifican los recursos que ponían para lograr tan malos resultados en los aprendizajes de los niños.  Es el mismo drama en todo el Continente.

No voy a hablar de Asia y los tigres asiáticos, porque ahí la fragancia es distinta.  Y tampoco voy a hablar en estos momentos, lo haré más tarde, de los países de la Unión Europea porque el tema de los inmigrantes está más candente que en el de nuestra isla y nuestros vecinos, y, por ejemplo, en Alemania, sacó del ruedo una estrella de mujer, a su Angela Merkel, 16 años después de estar gobernando, viviendo en el mismo apartamento, sin servicio, cocinando, limpiando y lavando, secando y planchando junto con su marido.  En América del Sur podemos pensar en Mujica.  Pero a Mujica no le ganaron, Mujica se retiró a tiempo y logró estar más presente, no solo en el corazón de su país sino en el corazón de todos los que hemos luchado por una verdadera democracia que creo en mi mente como la soñé en la dictadura en la que nací, crecí y me eduqué…. ¡Y me liberé!, se parecía en mi mente a la que describieron o concibieron los filósofos de la antigua Grecia que hoy son lectura obligada.  Y ya Mujica pasó a mejor vida y ahora es un ejemplo “vivo” del gobernante que se desea en todas las naciones y su presencia se ha hecho eterna.

Hay un desajuste entre lo que la escuela ofrece y lo que los jóvenes necesitan y esperan. Algunos dicen que “la secundaria no es atractiva”, pero Zelmira May nos invita a mirar más profundo: los estudiantes llegan a secundaria sin haber adquirido las competencias básicas para sostener su progreso basado en algo tan sencillo que yo no entiendo.  Porque no aprenden a leer… Pero ¿cómo es eso posible?

En mi generación de octogenarios, aprendíamos a leer en el patio de la casita de las Hermanas Smester en Santiago, cerca de lo que era la Iglesia Mayor, viviendo yo frente a la sacristía de esta.  ¡Hoy es la Catedral!  Cómo ha progresado Santiago desde que me mudaron a la capital, porque era una liceísta furibunda.   Creo que mis padres pagaban 10 o 15 centavos mensuales para que me enseñaran a leer y a escribir, pero yo tenía que llevar la sillita para sentarme en aquel tan lindo patio del que guardo tantos recuerdos teniendo solo 3 años… y me enseñaron a leer.  Y no es que yo sea un fenómeno, ¡no!  Es que me enseñaron a leer porque sabían enseñar y yo aprendí porque me enseñaron a aprender. Y eso no es culpa de los jóvenes. Es una falla acumulada, que arranca desde la educación inicial y primaria, que en el tiempo creo con temor a equivocarme que empezó a agravarse ya en los años 60s… después de la muerte del tirano.  No he dicho que lo relaciono con su desaparición, por lo menos aquí no lo he dicho y no quisiera tener que hacer una ecuación geométrica, con ángulos trigonométricos, y raíces algebraicas para mostrar lo que es un horror tratar de relacionar o comparar.  No way, José!

  1. El llamado urgente: formar ciudadanos completos y no solo aprobadores de pruebas

UNESCO no está diciendo que debamos abandonar las pruebas. Ni la OCDE tampoco.  Ni los especialistas en evaluación del MINERD.  Ni yo que encabecé una gestión ministerial que es un referente y que entre sus muchas políticas públicas de éxito que todavía sobreviven, nosotros creamos las Pruebas Nacionales.  Y los que nos siguieron modificaron acertadamente parte en nuevos tiempos y hasta el 9no grado lo hicieron con Pruebas Diagnósticas.  Las necesitamos. ¡Todas!  Lo que no se mide no se sabe, lo que no adquieres tú, no puedes decir que lo tienes.  Así de sencillo me parece a mí. Pero también necesitamos formar estudiantes con pensamiento crítico, con capacidad de convivir, trabajar en equipo, vivir con la tecnología y cuidar el planeta. La educación tiene una responsabilidad social que va mucho más allá de los resultados estandarizados.

¿Y cómo lograrlo? No hay respuestas mágicas, pero sí una línea clara de acción:

  • Inversión real y directa en los alumnos.  Hay que aumentar significativamente el bajo porciento que representa la inversión en el aula que es donde ocurre mayormente el aprendizaje y se lucen o deslucen los docentes.  Démosles herramientas, papel, crayola, lápices, cartulinas y muchos, muchos libros que los puedan manosear… que le cojan el feeling con las manos chiquititas y le cojan el gusto a pasarle la mano para que después pasen las páginas.  Empresarios, dejen tranquilo el 4%…
  • Formación docente transformadora, continua y conectada con la realidad del aula. Ay Dios, ¿por dónde empezamos en la vida universitaria?  ¿Por los formadores de formadores para formarlos mejor?  Puede ser… Hay universidades que logran buenos resultados, pero esa no es su clientela mayor, porque en esas universidades los estudiantes no son clientes, y ustedes saben lo que son… no tengo que decirlo, pero para estar ahí y ser lo que son, eso cuesta mucho y un chin chin de muchachos lo puede pagar.
  • Infraestructura digna y entornos escolares seguros.  No sé de ingeniería ni de diseño de edificios, pero sí sé que los niños sueñan con escuelas bonitas y con flores, como si lo que tuvieran hoy fueran pesadillas.  Y las hay muy bonitas, sobre todo las de la tanda extendida que se hicieron con ese propósito.  El ambiente bonito crea un clima escolar propicio para el aprendizaje.  No sé cómo se construyen desde hace un tiempo porque no salen las fotos inaugurándolas… o quizás yo no leo esas páginas o han reducido el tamaño de los espacios en los periódicos en que se anuncian, podría ser.
  • Escucha activa a toda la comunidad educativa. Aquí tenemos oídos sordos y lengua viperina.  No puedo hablar porque me puede costar caro y no tengo intenciones suicidas ni estoy lista para retirarme.
  • Políticas públicas que trasciendan los ciclos de gobierno y se comprometan con el largo plazo. Ojalá se pueda dar a entender que la gloria de una posición por elección o por designación, tiene su fin…antes de lo que se puedan creer.  Por eso yo no dejé lo mío seguro para poder comer y vestir bien, y lo hice gratis sabiendo que duraba poco.

May lo dice con claridad: “Tenemos que invertir en sistemas educativos robustos, con docentes robustos y directivos robustos.” El enfoque no puede ser solo en contenidos o tecnologías, sino en las personas que hacen posible la educación cada día.

Reflexión final para mi voz magisterial

La educación que no forma fracasa. Y no fracasa solo en la escuela. Fracasa en la vida. Porque un niño que no aprende a comprender lo que lee, difícilmente comprenderá el mundo que le rodea. Un adolescente que abandona la escuela es una vida a la deriva. Y una sociedad que normaliza el estancamiento está hipotecando su porvenir.

Jacqueline Malagón

Educadora

Consultora en Educación, Evaluación y Desarrollo Institucional. ExMinistra de Educación Asesora del MINERD, MESCYT, MAP, del INFOTEP y del Senado de la RD Miembro de la Academia de Ciencias RD Miembro de Diálogo Interamericano Miembro de la Coalición Latinoamericana para la Excelencia Docente Consultora en Educación, Evaluación y Desarrollo Institucional

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