El director del Servicio Nacional de Salud (SNS), doctor Mario Lama, manifestó que pacientes de clínicas privadas están abandonando esos centros para ir a los hospitales públicos por la calidad del servicio. “Ello se debe a la confianza que tiene la población en el sistema público de salud”.
No vamos a discutir si se trata de un entusiasmo “basado en evidencias”. Lo importante es que detrás de ese optimismo trasciende una gran verdad: en la medida en que realmente mejoren los servicios públicos, la población fluirá masivamente a los hospitales, y se reducirá la privatización y el consiguiente gasto familiar de bolsillo.
Ciertamente la infraestructura de muchos hospitales ha mejorado. Pero eso no garantiza, en absoluto, que los servicios prestados compitan con los privados, ni mucho menos, que satisfagan las necesidades de la población. Es un paso necesario, pero insuficiente. Lo más importante es elevar la motivación, dedicación y productividad de los médicos.
Durante más de medio siglo todos los gobiernos, sin excepción, han construido y remozado los centros públicos de salud y han contratado médicos calificados. No obstante, los servicios han continuado siendo deficientes en calidad y oportunidad, con un elevado gasto familiar de bolsillo. Doctor Lama, hace falta asignar los recursos y contratar a los médicos como indica la Ley de Seguridad Social.
Los presidentes Fernández y Medina impulsaron construcciones y remozamientos sin resultados tangibles porque continuaron haciendo más de lo mismo
El presidente Danilo Medina también promovió las remodelaciones, exhibiendo un entusiasmo inusitado, al igual que ahora. Calificó a la clase media de vanidosa por no acudir a los servicios públicos, considerándolos mejores que en los privados”. “Prometí transformar los hospitales, para que dejaran de ser almacenes de enfermos”. ¿Y qué cambió?
Durante su gestión se remozaron más de 55 hospitales. “Ahora tendremos hospitales de calidad para que la gente sea atendida con dignidad”. “Contamos con una planta física remozada y equipos médicos tecnológicamente tan modernos que muchos pacientes lo han comparado con un hotel, superando a cualquier centro privado”.
El gran error de las administraciones pasadas fue vender la idea de que “un hospital bonito asegura una buena salud”. Olvidando que la gran ventaja del sector privado descansa en esta triada: 1) horarios extendidos; 2) remuneración médica según los servicios prestados; y 3) ingresos de las clínicas en función de la afluencia de pacientes.
En cuanto a la política de remozamiento en sí, la mayor diferencia entre el ayer y el hoy reside en que el presidente Luis Abinader no tiene ningún hermano ni familiar haciendo su agosto en cada remodelación hospitalaria. Pero ello no es suficiente para mejorar la calidad y oportunidad de los servicios públicos.
A pesar de su remozamiento recurrente, el sistema público de salud se mantiene en cuidados intensivos. Su eterna politización le impide la asignación de los recursos en función de la demanda de los pacientes y una contratación profesional que garantice la entrega de servicios satisfactorios para la población, como lo dispone la Ley 87-01 en su Art. 173.
Para garantizar servicios oportunos, continuos y de calidad es preciso elevar el salario de los médicos en función de su dedicación, del trato considerado y de los resultados obtenidos. El pago fijo e igual, y sin garantía de retorno en resultados, fomenta cinco plagas: la politiquería, el clientelismo, el ausentismo, las huelgas y la mediocridad.
En adición, la entrega de un presupuesto fijo a los hospitales independiente del volumen y de la complejidad de los pacientes atendidos, penaliza a los centros más eficientes y premia la incompetencia. Y, además, la falta de recursos frustra a los directores y médicos empeñados en dar lo mejor de sí a favor de los pacientes.
Los hospitales nunca podrán igualar a las clínicas, mientras la atención médica especializada sea tan irregular, incierta y limitada a solo dos o tres horas, quedando el resto del día a cargo de médicos generales. Y mientras el sector privado disponga de personal calificado durante un tiempo cuatro veces mayor. Todavía hay tiempo.
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