“En los sectores más acomodados del Distrito Nacional, donde se presume un mayor nivel educativo y mejor convivencia ciudadana, la ilegalidad se ha vuelto parte del paisaje.” Así inicia el artículo del Diario Libre del viernes 23 de mayo del presente año, (es notorio que hay artículos muy anteriores que abordan exhaustivamente el tema) que trata y aborda una realidad que viene en progreso y proceso de deterioro debido a la irresponsabilidad de las autoridades edilicias, esto es los Ayuntamientos, que más que regular, lo que hacen es permitir que todos y cualquiera haga lo que se le antoje con el espacio público, nos cabe la pregunta de cómo y por qué, y sin que esas violaciones a las leyes municipales 176-07 y 63-17, tengan, como bien señalan los artículos, ninguna consecuencia.

Ya hemos visto, y lamentamos hace dos meses la tragedia del Jet Set, de igual manera muy relacionada con la irresponsabilidad del Ayuntamiento para dar seguimiento a normas y regulaciones que saben, que sabían que debían cumplir y no lo hicieron. Ahora, luego de esos 236 muertos, todos quieren esconderse en el closet, nadie es responsable. Y ¿qué hacen las autoridades frente a esta y otras, todas las violaciones que se cometen? No regular, sino seguir permitiendo el desorden de uso de suelo, sin ningún criterio de lo que es el planeamiento urbano, a pesar de que las informaciones consultadas señalan responsables por sus nombres y sus cargos, pero nada de que se vea el intento de cumplir con lo que se debe.

Así las cosas, y a pesar de que se generalice el problema en los llamados “padres de familia” de zonas de escasos recursos, al fin en este artículo mencionado al inicio, se incluye a otros también padres de familia, que, en distintas condiciones, también violan las leyes y los espacios públicos que son de todos, estableciendo negocios sin tener espacio de estacionamientos para sus clientes. Es el caso que se alude en el exclusivo sector de Piantini, y donde específicamente en la calle Pablo Casals, ubicada detrás del Supermercado Nacional de la avenida Lope de Vega, que va desde la calle Fantino Falco para morir en la José Amado Soler. Esta calle de apenas 6 cuadras, en específico la última de ellas, ha tenido la desgracia de caer en un río lleno de pirañas. En su última cuadra, que sale a la José Amado Soler, de una extensión de tan solo 160 pasos, se han establecido 9 negocios, un salón de belleza Reflejos, en un apartamento, dos restaurantes al frente, Gijón y Bottega Fratelli uno al lado del otro. Al frente, rodeado y ahogado por los vehículos que no caben en los exiguos estacionamientos, un edificio residencial, y al lado otra casa que se remodela para meter otros dos negocios más, otro restaurante y un spa, y en la esquina de la José Amado Soler otra casa con varios espacios de negocios, que igualmente tampoco cuentan con estacionamientos para sus clientes.

Al parecer le cayó saranana a esta cuadra, que a todos los propietarios les dio por vender a empresarios insaciables que, no pudiendo buscar una zona comercial para establecer sus negocios, vienen a esta zona residencial a terminar con la paz y la tranquilidad del sector, utilizando las aceras no solamente como sus estacionamientos, sino también como sala de recibidor de clientes, como es el caso del salón Reflejos. Y además de las molestias que provocan por el uso y apropiación del espacio público, la arrogancia, tanto de propietarios como de empleados de esos negocios es tal, que no se les puede recordar que violan el espacio público que no les pertenece, se disgustan y enemistan porque hay que pedirles permiso para transitar por el especio que les pertenece a todos.

Ya se explica correctamente el problema en este artículo, https://www.diariolibre.com/actualidad/ciudad/la-ocupacion-de-espacios-publicos-un-problema-sin-resolver-FB22230270, donde se expone: “Marcos Barinas es un urbanista preocupado por el tema y de entrada explica la diferencia entre el bien común y el espacio púbico. El primero lo define como el espacio que debe ser normado por parámetros legales, educativos y culturales sobre lo que es de todos, mientras que el espacio público requiere de una normativa específica que establezca la existencia necesaria de esos espacios con relación al tamaño de la población, que regula el uso de lo que pertenece a todos.”

Lamentablemente, nuestra sociedad esta tan degradada, tan descompuesta, que no existe manera en que se haga cumplir la ley, en que los ciudadanos cumplan por el simple hecho de respetar a los demás, que las autoridades cumplan con su función, no porque lo ordene la ley, que es lo que se debería, sino porque es lo que se debe hacer para una buena y sana convivencia, en bien del que necesita caminar por la acera, pero también del que la transita en un vehículo. Y es que será que tendremos que llamar al Chapulín Colorado, para que venga en defensa nuestra, a poner orden donde no lo hay, a disponer, porque no imponer, el respeto que se debe tener, como bien explica el urbanista antes mencionado, al uso de espacio público que es de todos.

Fuentes consultadas:

https://www.diariolibre.com/actualidad/ciudad/2025/05/23/prohibicion-de-estacionamientos-en-sectores-de-clase-alta/3123546

https://elnuevodiario.com.do/el-uso-y-abuso-de-los-espacios-publicos/

https://intrant.gob.do/index.php/component/k2/item/247

https://www.diariolibre.com/opinion/de-buena-tinta/2025/05/28/espacios-publicos–la-justificacion-por-encima-de-todo/3130560

https://www.diariolibre.com/actualidad/ciudad/la-ocupacion-de-espacios-publicos-un-problema-sin-resolver-FB22230270

Marina C. Valera Regús

Bióloga y antropóloga

Marina C. Valera Regús. Licenciada en biología y antropología, Magíster en antropología social, Mención gestión socio-ambiental. Ha laborado en calidad de agua, gestión ambiental y como docente universitaria. Actualmente se desempeña como consultora y promotora de la agricultura familiar, orgánica y la agroecología.

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