La Embajada Rusa, por lo tanto, se establece en un clima de deshielo cauteloso, donde la distancia diplomática observada durante la visita del canciller Lavrov subraya la complejidad de navegar las aguas de un orden mundial en transformación.

De ahí que “a ojo de buen cubero” resulta fácil interpretar este frío recibimiento como un "meta mensaje" dirigido a Estados Unidos, con el que reafirma su lealtad y dependencia del gobierno dominicano hacia el hegemón del norte.

La limitada interacción pública y la falta de efusividad en el recibimiento sugieren una estrategia deliberada para no enviar señales equívocas a Washington, reforzando la idea de que la relación con Estados Unidos sigue siendo primordial.

La palpable frialdad

La reciente visita del canciller ruso, Serguéi Lavrov, a la República Dominicana, marcada por la inauguración de la embajada rusa y la celebración de 80 años de relaciones diplomáticas entre ambas naciones, ha dejado al descubierto una palpable frialdad en el trato oficial a tan distinguido visitante, lo que evidentemente contrasta con la recepción y el protocolo que se observó en la visita previa del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, lo que no resulta aventurado afirmar lo que se evidencia como una clara priorización de la relación con Estados Unidos.

Este contraste, lejos de ser un mero asunto de protocolar, refleja la visión geopolítica que influye en la política exterior dominicana y su estrecha concepción del mundo multipolar que predomina a nivel global, aunque la apertura de la embajada rusa, parecería estar matizada por una prudencia estratégica, donde la búsqueda de diversificar las relaciones no eclipsa la tradicional alineación con Washington.

El análisis comparativo de ambas visitas, tal como lo expone la reseña de un prestigioso medio local, revela un patrón de conducta oficial que por mucho que se pretenda disimular, no pasa por desapercibido, porque mientras que la llegada de Marco Rubio fue recibida con gran esplendor, la presencia del canciller Lavrov se limitó a un sencillo ceremonial.

La agenda de Rubio incluyó encuentros privados, almuerzos oficiales y ruedas de prensa conjuntas, subrayando una atmósfera de colaboración y apertura. En contraste, la visita de Lavrov que se caracterizó por la ausencia de una rueda de prensa, una reunión presidencial breve y sin tributo oficial, y la falta de declaraciones conjuntas a los medios, como se estila y como mando el protocolo.

Esta disparidad en el trato sugiere que, si bien la República Dominicana reconoce la importancia de mantener lazos diplomáticos con Rusia, lo hace con una reserva que contrasta fuertemente con la calidez demostrada hacia su aliado estadounidense, por lo que no es aventurado interpretar este frío recibimiento como un "meta mensaje" dirigido a Estados Unidos, reafirmando la lealtad y dependencia del gobierno dominicano hacia su principal socio comercial y hegemón político.

La Embajada Rusa: Un Deshielo Cauteloso en un Nuevo Panorama Geopolítico

La apertura de la embajada rusa en Santo Domingo, aunque tardía tras ocho décadas de relaciones formales, se inscribe en un contexto geopolítico donde la influencia de potencias como China y Rusia está reconfigurando el panorama de América Latina y el Caribe. Para Moscú, establecer una presencia diplomática permanente en la República Dominicana representa un movimiento estratégico para fortalecer lazos en una región históricamente bajo la influencia de Estados Unidos, buscando proyectar su influencia y diversificar sus alianzas.

Sin embargo, para la República Dominicana, facilitar esta apertura bajo un gobierno de corte conservador y tradicionalmente alineado con Washington, podría interpretarse como un acto de pragmatismo. En un mundo cada vez más multipolar, de alguna manera podría tambien interpretarse que el gobierno de la República Dominicana busca optimizar sus relaciones exteriores, explorando posibles beneficios económicos o estratégicos sin que esto decisión signifique comprometer su histórica alianza con Estados Unidos.

La cautelosa recepción de Serguéi Lavrov, en este sentido, podría ser una manifestación de este pragmatismo. El gobierno dominicano, si bien permite y reconoce la importancia de la presencia diplomática rusa, mantiene una distancia que busca equilibrar sus intereses con las expectativas de su principal aliado.

La limitada interacción pública y la falta de efusividad en el recibimiento sugieren una estrategia deliberada para no enviar señales equívocas a Washington, reforzando la idea de que la relación con Estados Unidos sigue siendo primordial. La embajada rusa, por lo tanto, se establece en un clima de deshielo cauteloso, donde la búsqueda de nuevas alianzas no implica un abandono de las tradicionales, y donde la distancia diplomática observada durante la visita del canciller Lavrov subraya la complejidad de navegar las aguas de un orden mundial en transformación.

Rafael Méndez

Periodista

RAFAEL MENDEZ. -Periodista de profesión. Diputado al Congreso durante 14 años. Director Ejecutivo-Internacional Antimperialista de los Pueblos. Coordinador-Capitulo Dominicano-Internacional Antifascista. Miembro Dirección Central-Partido Fuerza del Pueblo. Ex presidente del Colegio Dominicano de Periodistas. Pasado Secretario General de los Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, así como miembro de los Consejos Directivos de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) y de la Organización Internacional de Periodistas (OIP). Político, ex diputado durante 14 años.

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