La salud física, “es el estado de bienestar que experimenta una persona, lo que implica el funcionamiento óptimo de sus sistemas y órganos, especialmente el cardiovascular, el gastrointestinal, el músculo esquelético, el respiratorio y el inmunológico, entre otros” (Organización Mundial de Salud, 2019).
Por su parte, la salud mental, “es el estado de bienestar emocional, psicológico y social que experimenta una persona, así como la forma como ésta piensa, siente y actúa, según cada contexto en particular” (DSM-V, Abril del 2018).
En tal sentido, los estudios realizados por neuropsicólogos de la Universidad de Harvard refieren, que cientos, miles y millones de personas en los cinco continentes, hacen esfuerzos extraordinarios para cuidar su cuerpo físicamente; mientras descuidan su salud mental.
Como se sabe, el cuidado físico del cuerpo humano es una actitud loable de las personas responsable, lo cual se logra con una buena alimentación, practicando ejercicios físicos regulares y descansando, no consumiendo alcohol y tabaco, así como evitando consumir sustancias prohibidas.
Asimismo, la actividad física moderada tiene un impacto importantísimo en la prevención y el control de la mayoría de las enfermedades prevenibles, tanto las orgánicas como las mentales. Sin embargo, “el exceso de ejercicio físico genera un problema de salud mental conocido científicamente como Vigorexia” (DSM-V).
La Vigorexia o Complejo de Adonis es un trastorno mental provocado por insatisfacción de la imagen corporal que tiene la persona sobre su cuerpo, trastorno influenciado por los modelos estéticos instaurados por la publicidad y, por la manipulación que ejercen los medios de comunicación y las redes sociales.
De nuestro lado, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que el culto al cuerpo musculoso, esbelto o perfecto se manifiesta más en hombres que en las mujeres, debido a un problema cultural y social que le asigna al género masculino un cuerpo fuerte y vigoroso.
Además, sabemos que, “los vigoréxicos se ven a sí mismos como personas débiles y poco atractivas, lo que las impulsa a pasar muchas horas durante los siete días de la semana en el gimnasio, así como a obsesionarse con sus dietas y con sus figuras físicas.
Como tal, el trastorno vigoréxico afecta principalmente a hombres entre los 18 y los 35 años” de edad, condición o patología que la psicología, la neuropsicología y la psiquiatría siguen estudiando desde que se reportaron los primeros casos de vigorexia en el año 1993 por parte del psiquiatra estadounidense Harrison G. Pope.
Según la neuropsicología y la psiquiatría, aún no se conocen las causas exactas del estresor que desencadena el trastorno vigoréxico. No obstante, se cree “que un posible estresor podría estar asociado con el acoso social y escolar al que fueron expuestos/as los/as niños/as desde muy temprana edad” (DMS-V-2018 y OMS-2019).
No obstante, la Psicología, la Neuropsicología y la Psiquiatría consideren, que la creciente preocupación por la apariencia física en la sociedad actual, unida a la creencia de los beneficios que reportan tener un "cuerpo perfecto", es una condición psicoemocional que presentan la mayoría de las personas con autoestima baja, quienes asumen patrones estéticos irracionales que responden a criterios mercantilistas.
Tener un cuerpo esbelto y atractivo, “es un derecho y deseo legítimo que tenemos las personas, sin importar nuestra edad. No obstante, someterse a ejercicios fuertes y continuos para lograr un cuerpo atractivo, muchas veces afecta la salud mental” (Reportes de la Sociedad de Psiquiatría de Reino Unidos, 2023).
Por su lado, los datos estadísticos revisados por nosotros previo a estructurar este artículo de opinión indican, “que son los hombres jóvenes los que acuden con mayor frecuencia a ver a los psicólogos y a los psiquiatras, en busca de apoyo profesional para éstos superar sus trastornos vigoréxicos” (Reportes de los expertos en nutrición de la Universidad de Harvard, 2018).
Según nos consta, para tratar el trastorno vigoréxico con éxito, se requiere de la intervención de un equipo multidisciplinario, integrado por Psicólogo Clínico, un Fisioterapeuta, un psiquiatra y un médico-nutricionista, quienes definirán las estrategias para abordar la complejidad de la patología como tal.
Combinar la psicoterapia con un programa de nutrición y ejercicios físicos moderados y, a su vez, fomentar una buena autoestima en el paciente vigoréxico, le permitirá a éste, aprender a manejar y a soportar con éxito, la presión social y grupal a la que él ha estado sometido, antes de acudir a ver al especialista en higiene y salud mental.
Como sabemos, es legítimo que la persona aspire a tener un cuerpo esbelto y elegante, pero sin que ésta comprometas su salud mental, ya que cuando el organismo humano es sometido a ejercicios extremos y continuos, uno o varios de sus órganos colapsan, en el mediano y el largo plazo.
Finalmente, las personas deberíamos esforzarnos por conocer, cómo funciona el organismo humano y sus órganos, especialmente, el cerebro, el corazón, los pulmones, el riñón, el sistema gastrointestinal y el inmunológico, lo que nos permitirá resistir a las presiones a las que estamos sometidas en una sociedad globalizada, mercantilista y altamente deshumanizada.
“El dolor mental es menos dramático que el dolor físico, pero es más común y también más difícil de soportar” (C.S. Lewis).
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