[Homenaje a Alba María Altagracia Montero Rojas, víctima 236 del Jet Set, y a través de ella, a todas las madres, padres, hijos e hijas, tías y tíos, abuelos y abuelas, hermanos y hermanas, amigos y amigas que reclaman justicia, a través de las normativas del sistema jurídico vigente. No obstante, con la certeza de que sí hay (y existe) justicia divina que es, infalible y no prescribe ni se extingue.]

Cuando las entrañas de los vientres de las madres lloran…

… El corazón se rompe con la misma fragilidad de un cristal; se rompe abatido por la flecha punzante de la angustia; se rompe porque no vuelve a tener la certeza de cómo el cordón umbilical de su vientre no está unido al de su criatura al darla a la luz del mundo; se rompe cuando el irremediable dolor se siembra en sus arterias y, la enfrento con el alma quebrada por la ausencia; se rompe porque los temores (y sobresaltos de su corazón materno) no son sólo quejidos, lágrimas, hundimiento de las mejillas de su rostro, cuerdas vocales sin sonidos, labios signados por el silencio.

Cuando las entrañas de los vientres de las madres lloran es, por el violento ocaso de un hijo o una hija, por su muerte prematura, porque la ley de vida (esa cronología del tiempo biológico) se funde y transforma en algo opaco, con la invisible e inesperada partida, con el azar inédito que vocifera tempestad, al ser un reverso fantasmal, nocturno, entre sombras que ocultan la luz y, circunstancias no elegidas que abaten a las razones y a los porqués.

Cuando las entrañas de los vientres de las madres lloran…

…es porque están frente a un extravío, ante una derrota (quizás) de su presente, pero ante una victoria eterna de su amor.

Cuando las entrañas de los vientres de las madres lloran…

… es porque sus brazos y su regazo se han quedado vacíos, sin la amatoria de su ternura que dar a su hijo, y no tiene (del ayer) otra mañana que no sea la memoria de los mimos y besos a su criatura sangre de su sangre y, carne de su carne.

Cuando las entrañas de los vientres de las madres lloran…

… Es que, recuerdo que sólo Vallejo escribió -Poemas humanos- para sentir y saber cómo duele la vida cuando nos da golpes a los cuales no se le puede poder nombre.

¿Cuántas entrañas de vientres de madres lloran en este día que se celebra en la República Dominicana?

Cientos… 236 vientres, hasta ayer, con la caída de la tarde. 236 vientres con reclamos, desesperación, y voces de alerta ante la impunidad, el olvido y la indiferencia.

236 vientres, unos con ira, otros desvanecidos en el silencio, que tienen un desgarrador dolor.

236 vientres que, desde sus entrañas, se identifican burlados por las máscaras de los simuladores cuyo único voluntarismo es _huir a la vista_ y _de la vista_ de una sociedad vulnerable que está empujada (y ha sido empujada) hacia la interperie colectiva, que sufre el síndrome del _pesimismo_, que da síntomas de agonía espiritual, que involuciona como Nación, que va por todas las rutas de evasión para no tener una comprensión y sentido de qué significa interactuar en armonía.

Es esta la razón por la cual a quienes han escogido como opción (en este vendaval) el exilio voluntario, y la _Morada interior_.

Ylonka Nacidit Perdomo

Investigadora Senior de Género-Escritora

Desde finales de la década del 90, guiada por Catherine Vanderplaats de Vallejo, de Concordia University, en Montreal, investiga la obra de autoras decimonónicas del siglo XIX, y del XX; contraponiendo al silencio impuesto y a la historia oficial, una mirada en contrapunto que quiebra y pone en conflicto -desde una enunciación de territorialidad biográfica- los estereotipos en torno al sujeto femenino, para crear desde el conocimiento una metáfora propositiva de la memoria colectiva que pertenece a todas las mujeres que “nacen” y se hacen, narrando desde el discurso de la diferencia su universo, su imaginario y su itinerario cotidiano.

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