Hace quince noches que una exprofesora de Comunicación y exfuncionaria de la UASD me sorprendió con una llamada justo en la hora crítica de la jornada de corrección de estilo de las páginas de opinión de Hoy.
Me contó Gladys Valdez que acababa de regresar de Pedernales junto a un grupo de amigos y amigas de México, quienes -relató- se impresionaron gratamente con los contrastes espectaculares del suroeste y los atractivos del municipio, donde se alojaron par de días.
Pero, conforme a su relato, les atrapó un dejo de desaliento al sufrir en carne viva ráfagas de anarquía en espacios de la comarca. Ha dicho que se sintieron atrapados en “el maleconcito” y su entorno (frente a la playa Pedernales), entre un berenjenal de vehículos, unos mal estacionados y otros moviéndose en cualquier dirección, mientras tronaban ruidos enloquecedores de bocinas colocadas de frente, en poco espacio y con temas musicales diferentes. Algo así como un “teteo”.
“Me motivé a llamarte porque sentí que, al ver esto, te has quedado corto en tus artículos en los que describes la situación de la provincia. Las obras del proyecto turístico, eso está bien, la carretera está muy difícil, aunque creo que eso se resolverá, pero deben cuidar que el pueblo no se le vaya de las manos porque, entonces, no tendría sentido”, concluyó Valdez.
Hace poco más de un año, el exrector de la academia estatal y profesor de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales, sociólogo Robert Reyna, me llamó por teléfono desde el mismo municipio cabecera para dejar constancia de sus preocupaciones. “Estoy en tu pueblo, pero la carretera está horrible y sin señalización, y me preocupa que las playas de Cabo Rojo y Bahía de las Águilas sean restringidas al público común, tuve dificultades para llegar”.
Sobre el mal estado de la carretera Barahona-Enriquillo-Pedernales, única vía de entrada y salida, y el paso de tortuga en la reconstrucción (cuatro años), una emprendedora de excursiones a sitios turísticos, Eyliana Puello, me ha comentado hace poco que “el sur es muy bonito, pero todo nos sale más caro, comenzando por la contratación de los autobuses, que nos cobran más dinero por el mal estado de la carretera y riesgos de daños”.
No son quejas aisladas. Comienzan a ser recurrentes, y las presentes me parecen valientes y bien intencionadas; por tanto, los compueblanos deberíamos pensarlas y actuar sobre ellas, en vez de caer en el facilismo emocional de atribuirlas a un plan macabro de la competencia en otros polos.
“Tapar el sol con un dedo” sería fatal. Prevenir un posible caos inducido por amenazas externas y debilidades internas siempre redituará beneficios. De entrada, nos colocaría en actitud proactiva, no de esperar la tragedia para lamentarla.
Nos haría bien una parada para reflexionar sobre las experiencias de derrumbe turístico evitable de Puerto Plata, Boca Chica y Juan Dolio y los esfuerzos multimillonarios gubernamentales y privados para la recuperación tras décadas de abandono. Igual para analizar el impacto social de la ausencia de planificación situacional y de participación comunitaria en la génesis de los enclaves del este y la costa atlántica.
En cuanto a la construcción del destino turístico Cabo Rojo, en nuestro Pedernales, sin dilación y sin apasionamiento, autoridades y colectivos deben reconocer la situación social actual de la provincia y reorientar el camino que lleva, si fuese necesario.
El Gobierno avanza con las infraestructuras (hoteles, aeropuerto internacional, terminal de cruceros, acueducto, alcantarillado pluvial y sanitario, planta de tratamiento, carretera), aunque con pendientes y rezagos socialmente prioritarios que deberían estar en la agenda de presión cotidiana de los pedernalenses.
Ejemplos: solución a la infernal carretera Barahona-Pedernales, la conexión vial con Puesto Escondido, Duvergé, vía sierra de Baoruco; auditorio y centro cultural, viviendas, equipamiento de la academia y la banda de música, centro para privados de libertad, plays de beisbol y softball con pinta de chiqueros, alcantarillado pluvial y sanitario).
Pero en la dinámica diaria hay señales tenebrosas que autoridades y pueblo debemos resolver: narcotráfico y adicciones al consumo de drogas prohibidas y permitidas entre jóvenes, niños y adultos; robos diurnos y nocturnos, invasión de propiedades privadas y estatales, prostitución de niños y niñas, generalización del irrespeto a las normas sociales y los adultos mayores; encarecimiento de los servicios y las viviendas, contaminación sónica y visual, tiradera de basura en espacios públicos, uso anárquico de suelo, pérdida de identidad y una gran apatía social.
No es fortuito, entonces, que muchos jóvenes se desinteresen por la oferta de capacitaciones gratuitas que ha hecho el Gobierno.
Con una zapata tan débil, imposible levantar un turismo sostenible de beneficio para nuestras comunidades. Estamos a las puertas de un desastre social.
Un gran error de los pueblanos sería negar o minimizar esa realidad real o desligarnos de responsabilidad. Se agigantaría el monstruo que ha nacido y ya atenaza con sus tentáculos.
Pedernales urge volver la vista atrás para recuperar su prestigio de pueblo sano, alegre, solidario, respetuoso, higiénico, culturalmente vibrante y, sobre todo, hospitalario, que no asedio al visitante. Pero también para establecer una agenda permanente clara sobre sus prioridades de cara al desarrollo turístico, con temas como: cumplimiento de los parámetros del turismo sostenible, seguimiento a obras prometidas, fenómenos de turistificación/gentrificación e impacto real de los cruceros en la economía local.
En estos días, Frank Rainieri, magnate del turismo del este con el Grupo Puntacana, socio estratégico del proyecto del destino en Pedernales, vía Consorcio Cabo Rojo, ha puesto en la agenda pública dos ideas contundentes que deberían provocar la atención de los pedernalenses, y llevarlas, al menos, a la discusión pública dada su conveniencia para fortalecer el turismo.
Ha planteado Rainieri que la República Dominicana puede generar las condiciones para que el turista gaste hasta 300 dólares por noche, en vez de los 172/noche gastados durante el primer semestre de este año (Diario Libre, 18-08-2025).
El 7 de este mes, una nota del mismo DL atribuida al chairman of the board del GP, destaca que el país tiene las condiciones para atraer turistas no solo interesados en sol y playa, sino en cultura, gastronomía, deporte y el servicio de salud.
En Pedernales abundan las quejas sobre la poca cantidad de cruceristas que bajan al pueblo y su pobre consumo; el encarecimiento de la vida y los temores de que se cree un enclave de sol y playa de lujo en Cabo Rojo versus municipios requeté empobrecidos, anárquicos y con su identidad malograda.
Al Gobierno hay que exigirle sin desmayo que cumpla con su rol y sus promesas. Pero nosotros, los pueblanos en esta comarca del final y el comienzo del suroeste dominicano, pasemos de la comodidad de la contemplación y el silencio cómplice a ser ciudadanos activos, por el bien de nuestros intereses.
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