De Martha Rivera-Garrido a Homero Pumarol: 40 años de Ediciones Cielonaranja

Una vez sostuve que un poemario de Martha Rivera-Garrido se situaba junto a los grandes epos la literatura dominicana del siglo XX. Leído una y otra vez a sus cuarenta años de edición, podríamos convenir que “20th Century (aún sin título en español) y otros poemas” es algo así como el “Hay un país en el mundo”. Si Pedro Mir nos pensaba a partir de momentos lorquianos, asumiéndonos en cierto coro griego, Rivera-Garrido registraba ese sopor de antigualla dictatorial y asomos de aceleración de esa clase media a punto de explotar, como una olla de presión que se dejó puesta y que se descuida para ir a pendenciar a ver quién hace tanto ruido en la calle.

El colofón de “20 Century” indica que se imprimió el 27 de junio de 1985. Al reembobinar aquellos días me veo “expropiando” exténsiles en mi puesto de Productor en Radio Televisión Dominicana, llamando por teléfono a fulanito a ver si “apareció la tinta”, de si “conseguimos el papel”, de si podríamos “caer el sábado”. Porque sí: porque armar ese y los libros de la entonces Ediciones de la Crisis era sacar tinta, papel y máquinas de donde fuera. Por suerte que entonces contábamos con Eduardo Díaz Guerra y su bondad antigua, con CEPAE -un Centro de Acción Ecuménica-, con Fernandito, un empleado díscolo pero más que consagrado a la amistad.

Así imprimimos no sé cuántos ejemplares de uno de los poemas esenciales de esa recta final del siglo XX. Con el acabado apelamos esta vez a José Mercader, ser siempre solidario, quien desde la naciente empresa Editora Búho allá por la Feria, logró imprimirnos aquella portada que diseñé en mi época más furibundamente kafkiana.

Desde 1985 anduvimos con este poemario bajo el brazo. Antes de eso ya habíamos lanzado “Reunión de poesía o poetas de la crisis”, la primera antología de la naciente poesía dominicana. Luego vinieron Juan Sánchez Lamouth, René del Risco Bermúdez. Lanzábamos aquellos libros en la Librería La Trinitaria, en Casa de Teatro o en Galería Noveau, e incluso, al final, en el entonces Instituto de Cultura Hispánica.

En el 2015 realizamos una exposición para celebrar los 30 años de Ediciones Cielonaranja en el Centro Cultural de España. En este 2025, del 27 de marzo y hasta el 18 de abril, celebraremos nuestros 40 de existencia con una exposición en el Centro Sociocultural Babeque: “Camila, Pedro y Max invitan. Por el bien y la belleza, con todos”. Entre carteles, fotos, notas, libros y manuscritos, presentaremos diversos ámbitos de pensamiento y creación de esta ilustre familia.

En estos 40 años de Cielonaranja hemos sido más que felices. De ahí el impulso, el ánimo, la sensación de ir ampliando esa hermosa familia del alma de que disponemos. Al final buscamos eso: compartir, disfrutar, celebrar. Si aquellos días de “20 Century” fueron más que febriles, entre tragos, cigarros, lágrimas, vértigos y un Santo Domingo en el que nos despeñábamos, los de “Averías”, de Homero Pumarol, nuestra más reciente publicación, no van tan lejos. Muchos amigos, hermanos y cómplices se nos han ido. Ya no están las intensidades de Tony Capellán, Jorge Pineda, Belkis Ramírez, Luis O. Brea Franco, el cometa José Chemo Rodríguez, José Ernesto Oviedo Landestoy ni el Padre Jesús Hernández o Raulín Abinader, pero están muchos otros en este barco de los locos que no nos deja.

En el 2005 las publicaciones de Cielonaranja superaban en algo mis 1.73 de estatura. ¡Ahora me duplican!

En estos 40 años hemos representado al país en las ferias del libro de Frankfurt, Madrid y Santiago de Chile. Pasamos por curiosas experiencias en Calcuta y Nueva Delhi, gracias al inolvidable Hans Dannenberg y a David Puig. En Nueva York celebramos en cafés, estudios, parques, y siempre, pero siempre, cada uno de esos encuentros se ha marcado como una mancha o antojo. Por allí, tres nombres han sido los pilares en casi veinte años de fiestas: Alex Guerrero, Claudio Mir e Iván Araque. No sé cómo agradecerle a Claudio, por ejemplo, el que se desparramara desde lejísimo, cogiendo tren por las noches, sólo para que nos diéramos un abrazo. ¡Y también recordar a Nuna Marcano, que hacía lo mismo, oh Dios!

Podría evocar tantos momentos hermosos, tantas locuras, disparates, saudades, patadas voladoras, eso sí, eso sí que es la lucha libre.

Pero a veces es bueno conservar los recuerdos como en una pecera de restaurant chino.

Tampoco vamos a seguirnos regodeándonos con lo hecho, porque todavía hay par de temas que debemos resolver.
De todos modos, como diría Whitman, hay que celebrar y cantarse, porque no habría otra forma de evocar la verdadera razón de todo esto, que es muy simple: seguir con ese gustico de los abrazos, la amistad a deshoras, no tener que quedar en algo para siempre alegrarse con el próximo encuentro.

En estos 40 años, que van de Jorge Blanco hasta Abinader, hemos pasado por todas, y seguramente seguiremos pasando.

En estos cuatro decenios nuestros libros han sido la casa, el techo y a veces el río para dejar que nuestras almas se acomoden como puedan, a lo que sean.

Hay gestos que nos resultan extraños, como el de quejarse y esperar que los caminos sean expeditos. Ojalá y lo fueran. De todos modos, las dificultades nos prueban, a veces nos hacen fuerte, y mejor si obramos como el título de esta exposición con la que celebramos todos estos años: “Por el bien y la belleza, con todos”.

Demás está decir que espero verte en el Centro Sociocultural Babeque, desde este jueves 27 de marzo a las 7.30 de la noche, cuando inauguramos, hasta el 18 de abril.

Miguel D. Mena

Urbanista

Editor, docente universitario y urbanista

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