Leyendo en estos días a la Dra. Meri Prado con el tema de los “Aprendizajes estancados y baja tasa de egresos, dos graves problemas de la educación”, me puse a revisar lo que nuestras estadísticas y evaluaciones docentes y estudiantiles nos dicen, y que nos revelan lo que, en este artículo, mi encuentro a través de la lectura, con ustedes los lunes en ACENTO, me puse a pensar, a revisar, como dije, mentalmente, cómo esto podía ser del interés prioritario de los directores y los docentes en nuestros centros educativos…. cómo puedo expresarlo de manera que conmueva las fibras de su vocación magisterial, si las tienen?  ¿Haría eso una diferencia en el desempeño de ellos como actores de principalía, no de reparto, y su impacto estaría reflejado en los aprendizajes de los niños en el aula?  ¿Aprenderían los niños a leer…?  ¿A leer para luego leer para aprender…?

El contexto en que la profesora Prado introduce su trabajo muy bien enfocado es un debate que organizaron la UNESCO y la OEI, sobre los desafíos y las políticas públicas en educación que lo he interpretado como una magnífica fuente de aprendizaje para los educadores del país.  Y hablo tanto de formadores de formadores como de los docentes que están en el aula de los niveles Inicial, Primaria y que se suponen … Bueno, no debo usar el suponer en un texto que debe tener la honestidad vibrante de quien lleva décadas observando, construyendo y soñando con una mejor educación. ¡Con toda humildad!  La introducción que quiero compartir debe ser potente y reflexiva, y en honor a mi estilo, a modesta trayectoria, y a lo que sé que deseo provocar en mis lectores, voy a tratar de presentar una propuesta que hablando de aprendizajes que no avanzan, de muchachos que abandonan la escuela, y los graves problemas, más graves todavía que esos y que es ya mucho decir. Tengo que ampliar e hilvanar las ideas con profundidad analítica y emocional, si es que quiero que los directores y los docentes me lean y escuchen el eco de mi voz.

Les hablo, a través de estas palabras, a los que tienen la responsabilidad de dirigir centros educativos y a los que dentro de los rincones más importante de sus espacios están en las aulas sabiendo o quizás no sabiendo qué hacer con los chicos que tienen enfrente. Unos con mirada inquisitiva y otros con miradas lejanas, como si no supieran donde están. A ti maestro, a ti director, que te gusta ver esta vieja en la TV, a ti te estoy llamando para que leas lo que te dedico. Te has preguntado si se supone que dominas las metodologías que permitirían a tus estudiantes comprender lo que leen, razonar lo que piensan y culminar sus estudios con la dignidad que da el saber. ¿Pero lo están logrando? ¿Estamos logrando como país que los niños aprendan lo esencial? ¿O nos hemos resignado al estancamiento?

Cuando leo que en Uruguay el 40% de los estudiantes de tercer grado no alcanzan las competencias mínimas en lectura y matemáticas, no puedo dejar de preguntarme: ¿cuál es nuestro porcentaje? ¿Y por qué no nos escandaliza lo suficiente como para ponerlo al centro de toda agenda política, presupuestaria y de movilización nacional?  Que yo diga esto, ¿te da risa? ¿porque los empresarios dicen que quieren que se reduzca el 4% porque de todas formas su inversión no tiene rentabilidad y los cuartos vienen de su bolsillo?

La respuesta a estos desafíos no está solamente en las aulas. Está en las decisiones estructurales que como sociedad debemos tomar. Porque si nuestros niños no aprenden a leer bien en tercer grado, como en Uruguay el 40%, en Dominicana según el Banco Mundial hablan de que en 6to grado los chicos nuestros no saben leer en un 64% de los que están en ese grado. Entonces ya sabemos que su deserción está anunciada. Si la escuela no es capaz de despertar la alegría por aprender ni de sostener trayectorias educativas completas, entonces no solo hemos fallado como sistema, hemos traicionado el derecho más básico de un niño: el de crecer sabiendo.

Y aun así, sabemos que no todo está perdido.  Yo no guindo la toalla mientras vida tenga, porque veo siempre la botella media llena y no la puedo ver medio vacía.

En el texto que comentamos, Zelmira May, especialista de la UNESCO, plantea que el gran reto es lograr “sistemas educativos robustos, con docentes robustos y directivos robustos”. Y esa expresión me caló hondo. Porque de eso se trata: de formar maestros fuertes, éticamente convencidos, pedagógicamente competentes, humana y socialmente comprometidos. De que la educación deje de ser el eslabón débil del desarrollo nacional para convertirse en su columna vertebral.

Necesitamos con urgencia transformar la formación docente, pero también elevar su trato y dignidad. Necesitamos revisar currículos, humanizar aulas, tecnificar sin deshumanizar, enseñar a leer para aprender… y sobre todo, enseñar a vivir con propósito.

Y eso se logra, en gran medida, no solo con reformas normativas, sino con convicciones. Con comunidades escolares donde directores y docentes asuman su rol de liderazgo sin esperar que otro haga lo que a ellos les corresponde. Con ministerios que no abandonen al maestro en su lucha diaria, ni lo reduzcan a cifras de nómina. Con padres que comprendan que no se educa solo en la escuela. Y con ciudadanos que entiendan que la educación no es un privilegio, sino una deuda moral con cada generación.

Por eso, cuando escribo, y cuando pienso en ustedes —lectores, docentes, estudiantes, madres y padres— quiero que juntos podamos llegar a una certeza compartida: no podemos seguir ignorando el fracaso silencioso de nuestros sistemas educativos. No debemos aceptar que el estancamiento sea la medida de lo posible. Porque un país donde los niños no aprenden no crece. Y un país donde la juventud abandona la escuela, se debilita.

Hablemos, debatamos, discrepemos, pero no dejemos de buscar juntos la salida. Despoliticemos la educación, la maldición que engendra el clientelismo político de pagar con puestos los votos que le dieron… Porque si en algo creo con la fe de quien ha entregado su vida a la educación es que la gente hablando se entiende… y educando se salva.

Romper el estancamiento: debe ser el deber urgente de educar para el futuro.  Leer, comprender y terminar la escuela: es lo que todavía el país aún no logra. Propongo un primer paso sencillo y de dimensión interplanetaria. Que el gobierno se atreva a hacer realidad la construcción de la Escuela “Cometas de Esperanza” que sacó los niños del basurero de Rafaey, en Cienfuegos en Santiago, para la que nos dice su extraordinaria directora, la amiga Andrea Suero, que los planos, el terreno y se supone… dije se supone, el dinero está sobre la mesa.  ¿Manos a la obra?   Atrévanse a hacerlo que todos pueden lograrlo con éxito, solo se necesita la voluntad política.  Ustedes tienen la política, muestren toda la voluntad.  ¡¡¡Santiago es Santiago, la ciudad Corazón!!!

Jacqueline Malagón

Educadora

Consultora en Educación, Evaluación y Desarrollo Institucional. ExMinistra de Educación Asesora del MINERD, MESCYT, MAP, del INFOTEP y del Senado de la RD Miembro de la Academia de Ciencias RD Miembro de Diálogo Interamericano Miembro de la Coalición Latinoamericana para la Excelencia Docente Consultora en Educación, Evaluación y Desarrollo Institucional

Ver más