La nueva trova o nueva canción latinoamericana se paseó gallardamente por todo el continente americano durante casi tres décadas. No se cómo llegaban las canciones a diversas estaciones radiales de cada país, pero llegaban y las sonaban. Sin coerción ninguna, las colocaban en la programación habitual de muchas emisoras, y el público, comprometido políticamente o no, las solicitaba de manera insistente.

En las décadas 70 y 80, sobre todo en la última, cada banda musical, combo, orquesta, o artista independiente, según cuentan investigadores del mundo del espectáculo dentro y fuera del país, tenía que pagar dinero (payola) a directores musicales y locutores para sonar, o más bien dar a conocer ante el público su más reciente álbum o sencillo discográfico.

Esa metodología no se podía implementar cuando se trataba de proyectar un grupo o un intérprete en solitario de la nueva canción. En ese ambiente nadie contaba con recursos económicos para asumir esa responsabilidad.

Las casas discográficas que promovían los artistas de la nueva trova eran generalmente de alcance local, o cuando más podían llegar a dos o tres naciones producto de su cercanía geográfica. Pero a lo interno de cada espacio territorial acechaban y controlaban los aparatos represivos ese material categorizado como subversivo, de forma de que no llegara a los oídos de las masas mayoritariamente joven, y con sumo deseos de despertar educativa, cultural y políticamente ante el mundo.

Los nuevos discos llegaron y llegaban continuamente a nuestros incomunicados territorios en esos años. La solidaridad cultural, social y política de múltiples amigos en cada espacio del continente americano, lo hizo posible, y muy posible, porque los discos de la dupla artística de la mayor de las Antillas y de otros intérpretes, llegaban con regularidad a nuestra isla. Si era posible llevar esas producciones artísticas de isla en isla, como no hacerlo en países situados en el cono sur, separados por fronteras terrestres.

Silvio Milanés y Pablo Rodríguez, dos de los cantantes y compositores más trascendentes del siglo XX americano, rompieron todos los esquemas establecidos por la industria discográfica de su tiempo. Sonaban constantemente en las estaciones radiofónicas porque tenían que sonar. Sus producciones eran de tal calidad que gente sin compromiso político alguno, disfrutaba de sus arreglos musicales y sobre todo, de sus composiciones literarias. Indiscutiblemente, los argumentos de sus canciones fueron variando con los años, y tuvieron muy presente que no sólo las canciones de protesta serían del interés de todo público. Silvio y Pablo entendieron a tiempo que Había que hacer letras amorosas, sentimentales, nostálgicas y con buen concepto musical, de forma que tanto el público joven como los más adultos, también escucharan y valoraran las de contenido social.

Nacidos artísticamente bajo la influencia de la revolución cubana de 1959, en un tumultuoso continente lleno de salvajes dictaduras, y la mortal incidencia de la guerra fría, cantaron al amor, La Paz, y la convivencia civilizada de los pueblos, de los hombres, de la humanidad en sentido general.

Pablo Rodríguez, Silvio Milanés, voces diferentes, canciones atrevidas en tiempos de solidaridad. Sin importar la correspondencia de sus nombres y apellidos en esta disquisición que les comparto, los cantores de la Patria de Marti y Máximo Gomez, llevaban el compromiso social del continente en sus venas, la conciencia y el corazón. Por eso cantaron en Los Andes, en los llanos, en el altiplano, y en las aguas turbulentas del caribe. Silvio y Pablo buscaban y lograron con sus notas musicales y sus letras sacar del profundo letargo cultural y político al que estaban sometidas las masa irredentas de cada país del continente.

Cuanta sensibilidad artística en cada estrofa, cuanto sentimiento en cada partitura musical de los hermanos, de los muchachos de la Isla Fascinante (Juan Bosch, 1987, primera edición, 288 páginas, Editora Alfa & Omega) con el invariable compromiso de concientizar a los hombres y mujeres, de infringirles valor, aliento, solidaridad, pero al mismo tiempo llenarlos de amorosos sentimientos.

Jamás se amo tanto en un continente al compás de las canciones de dos buenos rivales, de dos hermanos de la vida, de dos buenos tercios, de dos artistas que se transformaron creativa y poéticamente con los años, dejando y dejándonos un legado inmaterial de extraordinarias proporciones plásticas.
No recuerdo la hora Silvio, no recuerdo el momento Pablo, pero hoy quiero decirles que al escuchar Unicornio Azul, Yolanda, yo pisare las calles nuevamente, el breve espacio en que no estás, para vivir, ojalá, días y flores, mujeres, al final de este viaje, la vida no vale nada, amo esta isla, entre otras, estoy seguro que conmigo también sintieron un fuerte impacto emotivo y cultural millones de hermanos del continente y el mundo que difícilmente puedan apartar de sus vidas.

Silvio Milanés, Pablo Rodríguez, fusión, mezcla, aleación de ritos y ritmos de un continente en agonía permanente; dos sólidas voces que reclamaron y reclaman al mundo la armonía pretendida y merecida de sus tierras. Salieron de San Antonio de Los Baños y Bayamo a conquistar con las palabras, con los versos, con las notas, el corazón de la Patria Martiana. Tan profundo fue su impacto en el corazón de las musas que las fronteras marinas pronto fueron rebasadas, desarrollando una errancia casi permanente por los cinco puntos cardinales del universo.

Vida eterna a la obra artística de los dos emblemáticos cantores de la segunda mitad del siglo XX del continente americano.

Agustín Cortés

Cineasta

Agustín Cortés Robles, nace en Santo Domingo, Capital de la República Dominicana el 23 de julio de 1957. Se graduó de Cineasta el 28 de octubre de 1983 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, formando parte de la primera promoción universitaria de cineastas del país. Posee una maestría y una especialidad en Educación Superior (2003-2005) de la misma Alma Mater. Es miembro fundador del Colectivo Cultural ¨Generación 80¨ del país. Ocupó la Dirección de la Escuela de Cine, Televisión y Fotografía de la Facultad de Artes (UASD), durante dos periodos: 2008-2011 y 2011-2014. En esa unidad docente, además de Director, fue coordinador de las cátedras Teoría e Investigación Cinematográfica y Técnica Cinematográfica. Actualmente es profesor jubilado de la indicada Institución de Educación Superior.

Ver más