La representación es una expresión muy común en la actualidad. Lo comunicacional se ha expandido y las redes día a día muestran imágenes de personas con mucha alegría y bienes añadidos, otros con llantos y destrucción por doquier a causa de la guerra.
Todo lo que existe se muestra a la velocidad de la luz, aun lo más inverosímil. No hay que esperar a Robert Cornelius para realizar un autorretrato. No tenemos que ser experto en fotografía o ser Louis-Jacques-Mandé Daguerre para utilizar una placa de plata y exponerla a la luz. Simplemente tomamos un vulgar móvil y apretamos y llenamos nuestras memorias de imágenes. Todos y todas tenemos un entusiasmo por captar el instante, para luego olvidarlo en el Smartphone o en el ordenador, esto es el pan de vida en cualquier recoveco del planeta.
Ese entusiasmo por captar imágenes y modificarlas se ha convertido en un juego aparentemente inocente. Así como la escucha de lo privado, sin ningún miramiento de respeto hacía el otro. Es una mala época por la hostilidad de las personas en este desierto donde las costumbres rompen el acato y la ética.
Soy una mujer de mediana edad dedicada completamente a la escritura creativa y la investigación. Yo diría, es lo que me gusta. Reconozco que soy poco convencional con mis deleites en la literatura y en la filosofía. Apoyo y creo en una hermenéutica que se abre a las posibilidades de comprender diversos auditorios y por ende me inspira el gran matraz de cristal que contiene los personajes particulares de los obsesivos, los telegrafistas y benefactores de la humanidad. La historia es esa trama de revoltosos que rompen murallas de tormentos.
Hay aplicarles una solución clorada, múltiples disturbios, boicot a sus productos y manifestaciones múltiples para que no puedan tener una buena digestión en sus banquetes públicos.
Hoy no cabe duda que cada vez que encuentro ese éster anestésico de perderme en imágenes sin conceptos claros sobre lo llamado real, es hora de librarme de esas figurillas anodinas para colocarme sobre mi mesa y pensar en la ciencia como principio básico de compresión del mundo.
Las mentalidades de las futuras generaciones se colocarán en dos esquinas curvas, los que repetirán una y otra vez el síntoma y los que pensarán los humanos combatiendo contra las manos mortíferas de lo que apuntan a destruir las bases de las instancias de la psiquis y del lenguaje.
En este hipertexto es claro que comprendemos los marcos patológicos de lo que están gobernando a occidente. Ellos quieren confundir a los jóvenes con placeres difusos y fiebre puerperal. Las bodegas de ellos están llenas de vinos y de ociosa vida nocturna para gozar de la micción de sus espermas y roces frígidos de encanto. Esos hombres poderosos llenan sus sacos de cadáveres y cavidades que emanan un olor repugnante.
Esos hombres poderosos hablan de amigos y enemigos. Construyen modelos probabilísticos para mover fichas y decidir como si fueran dioses sobre los bolsillos, la salud, educación y la libertad de las personas. Esos hombres diseñan modelos matemáticos para reinventar y crear mercados que empobrecen. Esos sátrapas poderosos crean informes sobre cómo elaborar autopsias de culturas que a ellos les parecen inferiores y destinadas a la sujeción y dominación. Es el mal sueño de Augusta Byron Condesa Ada Lovelace.
A estos hombres y sociedades de consumo peligroso para la vida del planeta hay aplicarles una solución clorada, múltiples disturbios, boicot a sus productos y manifestaciones múltiples para que no puedan tener una buena digestión en sus banquetes públicos. La puerta de la historia está abierta de par en par y el camino no es una vereda, son tiempos correctos para dejar de lado la pantomima de una falsa representación de imágenes anodinas y comprender que no se puede silenciar, ni evitar que estemos en la calle desafiando la autoridad.
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