En general, las falacias son recursos retóricos tramposos que impactan el razonamiento con la intención de desviar y/o descalificar el argumento contrario respecto a un asunto u objeto dado. Para peor, se presentan camufladas con una pátina de veracidad que dificulta su captación.

Vale decir: no son mentiras; son más bien verdades ajenas. De ahí su “éxito” en la imposición de una percepción equivocada en el público no avisado.

En el mundo occidental, ya en el siglo IV aec Aristóteles se ocupó de ellas en sus Refutaciones Sofísticas. Dijo al respecto que como en los seres humanos, “unos son bellos a causa de su belleza, (y) otros lo aparentan adornándose”.

Con posterioridad al estagirita se han presentado otras muchas falacias. La clasificación vigente las agrupa en formales e informales. Entre estas últimas cobra vigencia en la República Dominicana del momento la falacia tu quoque, en virtud de la cual se pretende refutar el argumento contrario evadiendo el meollo de asunto yéndose por los cerros de Úbeda.

Un ejemplo vivo de esta falacia lo tenemos en la respuesta del presidente de la Cámara de Diputados, señor Alfredo Pacheco, a la valiente postura pública de la esposa e hijas del presidente Luis Abinader, a propósito del Código Penal.

Ellas sumaron su voz al rechazo a la no inclusión de las causales que harían recomendable el aborto. Al opinar sobre el particular, el presidente de la República respaldó el derecho que asiste a su familia de emitir juicios con libertad e independencia, aun cuando difieran del suyo. Una reacción muy equilibrada y justa.

En cambio, al señor Alfredo Pacheco, respetado presidente de la Cámara de Diputados, no le ha agradado la postura pública de las Abinader (ni la del presidente de la República), y ha reaccionado, sin éxito, enmendarles la plana. Y acometió sin titubeos desde su curul en el hemiciclo.

Al hacerlo, Pacheco y ha procurado descalificar a las Abinader, y con ellas, a todos los que compartimos su postura, argumentando que “nos fajamos muy duro y fuerte para que ese hombre (Luis Abinader) esté sentado ahí en el Palacio Nacional”.

De paso, Pacheco también ha justificado la conducta retrógrada de los 144 “soldados de esta democracia”, integrantes mayoritarios de la cámara que preside,

Urge preguntar ¿Qué relación ve el flamante presidente de la Cámara de Diputados en haberse “fajado muy duro y fuerte” para llevar a Luis Abinader a la presidencia, con los cuestionamientos al código aprobado con su voto favorable?

Se trata justamente del recurso de la falacia tu quoque, que evade el quid el planteamiento contrario para irse por la tangente. Intenta así menoscabar la posición a la que se enfrenta.

Como en los Cuentos del General, texto de humor de los años ’70…. En uno de ellos, el general ¿Checo? (cito de memoria), bajo la luz de un bombillo, se afana buscando una llave que se le había caído mientras caminaba de noche por la calle El Conde. Alguien le dice: General, yo sentí que la llave que usted busca se le cayó allá atrás, en lo oscuro.  A lo que el General responde: yo lo sé, pero aquí es que hay luz.

No es ligereza suponer que por alguna razón el señor Pacheco sentía la necesidad de recordarle al presidente que él está “sentado ahí en el Palacio Nacional” gracias a los “soldados de esta democracia” de la cámara que él encabeza….

Así pues, el regaño a la esposa e hijas del presidente sería un pretexto aprovechado con fines y motivos que no resultan del todo claros.

Más aún: el señor Alfredo Pacheco, destacado “soldado de esta democracia”, dice estar a favor de que las causales fuesen incluidas en el código, pero la sociedad no ha tenido ocasión de advertir su favorabilidad. Así que no nos venga con allante de palinodia trasnochada.

En realidad, el entusiasmo del “soldado” Pacheco se evidencia en el rechazo, y en este orden ha enfatizado que votaría 20 veces por el código sin causales. No consta que haya votado una vez por la inclusión.

El “soldado” Pacheco celebra a tal punto el código sin causales que ha pedido al presidente Abinader que no lo observe. Un pedido innecesario, porque es más que probable que, pese a la palabra empeñada, el presidente no lo vetará. Sería harto sorprendente que lo hiciera.

No recordamos que el “soldado” Pacheco haya hecho llamado o pedido alguno a los  “soldados de esta democracia” para que aprobaran las causales. Así que, alcanzado el “éxito”, lo demás es pura cháchara.