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Amadou Hampâté Bâ (Bandiagara 1900 o 1901-Abiyán, 15 de mayo de 1991)“La escritura es una cosa y el saber es otra. La escritura es la fotografía del saber, pero no es el saber mismo. El saber es una luz, que está en el hombre…” Tierno Bokar

Lo que quiere explicar el historiador etnólogo A. Hampâté Bâ es que:

“Durante mucho tiempo se ha pensado, en las naciones modernas donde lo escrito prima sobre lo hablado y donde el libro es el principal vehículo de patrimonio cultural, que los pueblos sin escritura eran pueblos sin cultura. Esa opinión totalmente gratuita ha comenzado finalmente a desmoronarse después de las dos últimas guerras gracias a los trabajos importantes de algunas grandes naciones”. Historia General de Àfrica (op.cit., p. 185)

De manera más abierta y declarada insiste el estudioso de forma puntual:

“Hoy gracias a la acción innovadora y valiente de la UNESCO el velo se levanta más aún sobre los tesoros de conocimientos trasmitidos por la tradición oral y que pertenecen al patrimonio cultural de la humanidad entera”. (Loc. cit.)

Plantea el autor desde su conocimiento de la tradición oral africana que:

“Para algunos investigadores, todo el problema es saber si se puede otorgar a la oralidad la misma confianza que a lo escrito para testimoniar cosas del pasado. A nuestro parecer el problema está así de mal planteado. El testimonio, escrito u oral, no es finalmente más que un testimonio humano y vale lo que vale el hombre”. (Ibídem.)

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Se pregunta en este sentido:

“¿La oralidad no es madre de lo escrito, a través de los siglos, como en el propio individuo? Los primeros archivos o bibliotecas del mundo fueron los cerebros de los hombres. Además, antes de plasmar sobre el papel los pensamientos que el hombre concibe, el escritor o erudito se entrega a un diálogo secreto consigo mismo. Antes de redactar un relato, el hombre recuerda los hechos tal como han sido referidos, o bien, si los ha vivido, tal como se los cuenta a sí mismo. Nada prueba a priori que el escrito dé cuenta más fielmente de una realidad que es el testimonio oral transmitido de generación en generación. Las crónicas de las guerras modernas están ahí para mostrar que, como se dice, cada partido o nación “tiene su opinión y ve las cosas”, a través del prisma de sus pasiones, de su mentalidad propia o de interés, o según el deseo de justificar su punto de vista…” (vid. pp. 185-186)

¿Qué sucede entonces con los propios documentos?

“Por otro lado, los propios documentos escritos tampoco estuvieron siempre exentos de falsificaciones o alteraciones voluntarias o involuntarias debidas a los copistas sucesivos, fenómeno que ha dada origen, entre otras, a las controversias relativas “a las Sagradas escrituras”. (Ibìdem. Loc. cit.)

En efecto, se alude a las “sagradas escrituras” como campo expandido de la oralidad y la tradición, como gran escuela de la vida, tal y como se puede ver, sentir y percibir en el siguiente fragmento:

“La tradición oral es la gran escuela de la vida que recubre y abarca todos los aspectos. Ella puede parecer un caos a aquel que no penetra su secreto y desconcertar el espíritu cartesiano habituado a dividir todo en categorías bien definidas… Fundada sobre la iniciación y la experiencia, la tradición oral abarca al hombre en su totalidad, y por eso se puede decir que contribuye a crear un tipo de hombre particular y a esculpir el alma africana”. (pp. 186-187)

La legibilidad que como filosofía del habla-hablar resulta ser un vínculo de comunidad y memoria comunicadora de saberes que explica el sentipensar de una educación que parte de una sabiduría originaria de la cultura en cuyo acto de vida y de vivir podemos percibir los actos fundadores de un lenguaje fundador y una práctica de la palabra viva y trasmisora de mensajes fundamentales. En Malí y en toda la franja occidental africana “La tradición bambara del komo se enseña que la palabra kuma, es una fuerza fundamental que emana del Ser Supremo mismo…” (p. 187)

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“En África, cuando muere un anciano, lo que arde es una biblioteca sin explotar”.

Más adelante A. Hampâté Bâ refiere que:

“… al ser palabra la exteriorización de las vibraciones de las fuerzas, toda manifestación de una fuerza, en cualquier forma que esté, será considerada como su palabra. Por eso, todo habla en el universo, todo es palabra que ha tomado cuerpo y forma”. (p. 187)

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Comme à l’accoutumée, l’Université Amadou . Hampâté Bâ

Subraya más adelante el etnólogo e historiador Malí que:

“Al extraer de lo sagrado su poder creador y operativo, la palabra según la tradición africana, está en relación directa bien con el mantenimiento, bien con la ruptura de la armonía tanto en el hombre como en el mundo que lo rodea”. (p. 190)

Los tradicionalistas son llamados en África “los depositarios de esa herencia oral, palabra viviente que asumen los testigos de una cultura originaria cuya base y fondos de sabiduría es la memoria misma de la cultura africana (senegambia). De ahí que su Oraliteratura o producción escrita y oral haya incidido en los pueblos herederos de África en América y el Caribe insular debido a su presencia e incidencia visible en la creación artística, lingûìstica y literaria.

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Collège Amadou Hampaté Bâ, Niger – Max Fordham

Diccionarios, léxicos orales locales constituyen espacios de lengua y lenguaje. Es por eso que la enseñanza cultural africana, su pensamiento cultural y lingüístico y archivos orales escritos son de suma necesidad en estos momentos de debate político, fronterizo, religioso, lingüístico, demográfico e histórico en la República Dominicana, donde la Biblioteca de la tradición debe ser estudiada, conocida y reconocida como experiencia latente, viviente y patrimonio inmaterial de la humanidad.

Los cuentos de Amadou Hampaté Bâ – Bookconekt

Odalís G. Pérez

Escritor

Miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua

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