Una vez más el Pacto por la Educación ocupa la atención en algunas personas y sectores vinculados con la educación. Once años de encuentros y reuniones convocados desde el Consejo Económico Social (CES) no han permitido aún que los elementos esenciales de aquel Pacto firmado en el 2014 SE hayan visto cumplidos.

Siempre dije y sigo pensando que un PACTO POR LA EDUCACIÓN, solo tiene un SOLO TEMA: poner los intereses y necesidades de los niños, niñas, adolescentes y personas adultos por aprender estén por encima de los intereses de todos los demás, por tanto, no eran ni son nuevos planes, sino “sacar la politiquería” de la educación.

En once años, desde entonces, este problema se ha agravado en todos los sentidos. El principal de ellos es en qué se ha ido convirtiendo la nómina de educación para la sostenibilidad de dicha politiquería. El presupuesto de educación es un “botín de guerra” nada despreciable.

Los aprendizajes de todos nuestros niños, niñas y adolescentes como las personas adultas son solo objeto para los papeles y los documentos y, por supuesto, de los discursos, pero siempre han estado muy alejados de las profundidades de las mentes de quienes tienen el control de esa estructura de siete cabezas que es el MINERD.

La BOA que controla la estructura y los territorios de la educación tiene una garganta y un estómago muy profundo, elástico y expansivo para tragarse los miles de millones que se destinan al presupuesto de la educación. No dejo de pensar que el monto del presupuesto del 2026 es la expresión proporcional del monto del estómago de la BOA.

Miles de millones de pesos invertidos en la construcción de aulas y su equipamiento, en la formación docente y otros menesteres propios de la estructura no han sido suficientes, ni lo serán en el mañana, para lograr lo que la sociedad dominicana quiere y necesita, que la educación cumpla con su propósito de asegurar los aprendizajes.

Es un mal histórico si recordamos aquella demanda que hiciera el ilustre dominicano Osvaldo García de la Concha, cuando siendo director de la Escuela Normal demandó de mayor autonomía escolar y universitaria, exigiendo al presidente Horacio Vásquez entonces, sacar la política de la educación. Su cancelación fue la consecuencia.

Un nuevo Pacto por la Educación debería conllevar un único y exclusivo tema: sacar la politiquería de toda la estructura y de los territorios escolares, que han sembrado como quistes todos los partidos políticos para el financiamiento de sus actividades de manera directa o indirecta.

Continuar con el “divertimento” de las reuniones de seguimiento del pacto no es solo un entretenimiento sino un engaño a un pueblo que ve “crecer años tras años” la economía del país mientras sus necesidades fundamentales de educación, salud y seguridad siguen siendo “temas pendientes”.

No creo que sea pesimismo de mi parte, sino más bien la evidencia del cúmulo de pobreza acumulado en aprendizajes aún y cuando, desde el 2013 a la fecha, cerca de 2 billones de pesos han ido a parar al hoyo negro de la educación y, por lo visto, no se aprecia que las cosas serán diferentes a futuro.

Cuando leo el documento del Foro Económico Mundial sobre “El futuro del empleo 2025” donde se recogen temas tan importantes como el desarrollo tecnológico y el acceso digital, aumento del costo de la vida, cambio climático y problemas migratorios, tensiones geopolíticas, entre otros, los temas educativos no faltan.

No se habla solo de alfabetización digital, de pensamiento crítico y creativo, de resiliencia, flexibilidad y agilidad, de curiosidad y aprendizaje permanente como condiciones y características fundamentales para la vida. Nuestra educación, sin embargo, aún se encuentra inmersa en su incapacidad por enseñar lo básico.

¿Cuántos planes decenales se requerirán y qué decir de pactos por la calidad educativa? Se requieren planes, no hay duda, pero antes y esto es fundamental, se necesita que los partidos políticos dejen de hacer uso de la educación para sus propósitos particulares, ajenos a las necesidades educativas de nuestro pueblo.

Es un Pacto Social y Político por el respeto a la educación, donde se garantice que los recursos del presupuesto se destinarán, efectivamente, a las necesidades de todas y cada una de nuestras escuelas y no en una estructura ineficiente y un personal parasitario que no hace otra cosa que drenar lo recursos que se destinan al sector.

Julio Leonardo Valeirón Ureña

Psicólogo y educador

Psicólogo-educador y maestro de generaciones en psicología. Comprometido con el desarrollo de una educación de Calidad en el país y la Región.

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