Cada vez son más lentos mis pasos. Estas manos y estos dedos tiemblan sin tener espantos. La máquina que me compone empieza a deteriorarse desde sus interioridades. Piezas sofisticadas que se van apagando sin posibilidad de reemplazo.

El mundo va desapareciendo cuando mis ojos apenas pueden verlo. Mis sentidos se esfuman y ya no oigo más que murmullos apagados. Los sabores se hacen extraños y todo sabe igual. He perdido las ganas de este lugar.

¿A dónde iré después de que todo se detenga? ¿Seguiré siendo yo, es decir, este que ahora "piensa"? ¿Se acabará también mi consciencia y no existiré como existo en esta vida que he "vivido"?…

Cuando esta carne detenga su fluir de sangre y en medio de lo muerto surjan otras vidas que devorarán lo que una vez me sostuvo y dio "razón" a mi existencia, ¿dónde irán los pensamientos y todas las memorias por las que anduve y el tiempo y los momentos y las fragancias y todos los escenarios y detalles que escenificaron la escena?

¿A dónde iré? Cuando tenga que abandonarlo todo, aunque no quiera, como si estamos marcados por un destino de principio a fin, como si todo fuera escrito, calculado, detallado, "percibido" hasta el más insignificante detalle.

¿A dónde me llevan después de esta vuelta de tactos y contactos, de pasiones y besos, de ambiciones y egos, y batallas y miedos y dolores y todos los vendavales y luceros y demás tormentas y flores?

¿A qué otro lugar "parecido" he de pasar de un soplo en el último latido que toque? ¿Tendré una casa, una novia, una familia, un país, una bandera?

Todavía no he podido encontrar a "alguien" dentro de todos los científicos, espiritistas, filósofos o pensadores de todos los tiempos que haya podido dar respuesta a esta pregunta.

Ni siquiera puedo explicarme de dónde viene este sentido de pertenencia que nos da identidad y nos hace sentir parte de un grupo "exclusivo", creando divisiones entre todas "las demás tribus" de esta dimensión "humana".

A donde iré, no creo que "este detalle" de "exclusividad" sea importante y espero que no exista y que todo "sea normal", es decir, que no haya diferencias ni egos ni derrame de energía en procurar sostener a un cuerpo que necesita alimentarse para que funcione.

Ojalá que a donde vaya todo sea tan simple y básico y lucido, que no haya lugar a las preguntas porque todo estará contestado desde una consciencia despierta que da sentido a los absurdos de una vida que no entendemos.

La vejez empieza a prepararme para lo desconocido. Me va dando las fuerzas para aceptar el último proceso al que la vida nos lleva. Termina uno desesperado por quitarse el traje inservible que lo ahoga y lo inmoviliza cual camisa de locos.

¡A dónde iré ya no importa! Solo quiero salir volando de esta celda inútil que ha marchitado y desgastado el tiempo, como si supiera que al hacerlo me estaría haciendo un regalo.

Ya los últimos latidos anuncian una felicidad cercana. Uno los siente como un familiar y extraño lenguaje de otro mundo desde donde nos llaman con júbilo y algarabía y a donde iremos el último día. ¡Salud! Mínimo Iremero.

Máximo Caminero

Artista

Máximo Caminero; artista plástico dominicano residente en La Florida. Su labor cultural navega ya por más de treinta años entre la pintura y las letras. Sus escritos tocan temas filosóficos, políticos, cotidianos, anecdóticos o como a él le gusta llamar “Todas Las Puertas”. Autor del libro “Patricio, Todas Las Puertas” novela existencialista con pinceladas de humor y realismo mágico.

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