Éste 7 de abril el Instituto Secular de Nuestra Señora de La Altagracia, mejor conocido como “Las Altagracianas” cumple 75 años de vida consagrada. Es decir, un 7 de abril de 1950, siete mujeres ante el llamado de Dios a través del P. José María Uranga Uranga, sj., tomaron la decisión de seguir el camino de “ser luz del mundo y sal de la tierra”.
Josefina Garrido, Alicia Guerra, July Estrella, Clara Isabel Billini, María Luisa Dania, Ana Abreu y Leda Gatón, el Jueves Santo de entonces, al pie de la Virgen de Las Mercedes en Santo Cerro, La Vega, dijeron sí a una vida consagrada, como respuesta a las palabras del P. Uranga: “El sí que van a dar es un sí fuerte y para toda la vida”, así lo expresaba Josefina Garrido.
Su vocación de servicio se puso de manifiesto de inmediato, creando obras que les permitiera hacer real la vida consagrada decidida: el 13 de octubre de 1952, el Colegio Nuestra Señora de la Altagracia, que inició en el patio de la casa de Alicia Guerra, en la barriada de San Carlos; en el 1953, los Legionarios de Cristo Rey y María Reina, iniciativa de Rosita García Mella.
Posteriormente el CONSA, como mejor se conoce al Colegio Nuestra Señora de La Altagracia se traslada al sector de Los Prados (1967), ofreciendo además sus servicios a las trabajadoras domésticas con la creación de la Escuela Nocturna Nuestras Señora de La Altagracia hacia el 1978 por iniciativa de Zora Frómeta. Ambas obras permanecen hoy día.
Esta obra educativa ha tenido otras manifestaciones de gran importancia y relevancia al asumir la dirección del Instituto Politécnico Parroquial Santa Ana del barrio de Güaley en 1988 y que aún continúan ofreciendo sus servicios con notables éxitos.
Tras aquel evento que conmovió a la Iglesia Católica a principios de los años sesenta, conocido como “El Concilio Ecuménico Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII el 25 de enero de 1959, significó, en las palabras de Juan XXIII, “abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior”.
El Colegio Nuestra Señora de La Altagracia celebra en esta ocasión sus 73 años de servicios en un proceso profundo de evaluación y reflexión con miras a su relanzamiento en las actuales circunstancias que vive el mundo, pero siempre apegados a los principios y valores con que iniciaron su labor educativa.
Su compromiso de llevar la Palabra que Denuncia y Anuncia ha ido mucho más lejos. En el 1985, ratifica “su opción preferencial por los pobres”, y en el 1994 crean el Proyecto Caminante, por inspiración de Silvia Denisse Pichardo, asumiendo el compromiso de “rescatar a la niñez y la adolescencia de la explotación sexual, la pobreza extrema y la trata de personas en el sector turístico del municipio de Boca Chica, en Santo Domingo.
A ocho años de su fundación, en el 1958, inician un proceso de expansión de su misión evangelizadora a nivel nacional: hacia Dajabón y al Santo Cerro; La Vega, en 1958; Azua a solicitud de los padres Scarboros en Azua; en 1960 llegan a Baní y en 1962 se instalan en Santiago de los Caballeros. Fundan el Centro de La Vega en 1976.
En el año de 1978 crean el centro de las altagracianas en Pedernales y en el 1984 en Ojo de Agua, Salcedo. Como antes hemos dicho, en el 1994, hacen su presencia en Boca Chica. A mediados de los 90, también en Higüey.
La energía de su expansión se manifiesta hacia otros países: Puerto Rico (1969), Monte Llano de Cayey y Caguas en Puerto Rico también, 1980 y 1982. En 1984 inician su compromiso promoción humana y evangelización con los más pobres en Nicaragua. En 1986 crean el Centro de New York, para trabajar con los inmigrantes latinos. En el 1992, fundan el primer centro altagraciano en México en la diócesis de Altamirano, luego en la Diócesis de Saltillo (2004).
Otras obras han sido creadas por su inspiración evangelizadora como son la Rama Asociada del Instituto (1991) con presencia en nuestro país, Puerto Rico y los Estados Unidos, formada por antiguos miembros del movimiento familiar de Dinámica de Parejas, creado también por ellas.
A manera de recordatorio, menciono once de las tantas mujeres que han marcado la vida del Instituto: Alicia Guerra Gerónimo, Josefina Garrido de Castro, Zoila Olimpia de las Mercedes Frómeta y Rone, Ruth Nolasco Lamarche, Celeste Aurora del Prado Rodríguez, Rosita García Mella Nasica, Zoila Clara Fe Lockhart y Lochhart, Ana Teresa Gómez Cruz, Olga María Dolores Heredia Bonetti, María Yesmín Barnichta Rached y Carmen Caléndula Lackhart y Lockhart.
Hay otras, hoy, que siguen el camino de sus predecesoras marcando la vida de muchas personas con su don evangelizador y su ejemplo de vida.
Con ello he querido brindar mi reconocimiento siempre presente a las “Altagracianas”, de manera particular, al Colegio Nuestra Señora de la Altagracia como exalumno, expadre, asesor y colaborador.
Que continúen apostando a que es posible construir un cielo nuevo y una nueva tierra, para una vida más plena y justa.
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