Recientemente el presidente Donald Trump ordenó desclasificar y hacer público todo el expediente relativo al asesinato del presidente Kennedy, presumimos para crearle problemas a los demócratas y también para abrir otro tema de discusión en la cargada agenda y así distraer aún más la atención sobre asuntos básicos como el nivel de inflación desde su toma de posesión. Como no salió nada nuevo relativo al asesinato de Kennedy, ningún periódico importante norteamericano comentó la desclasificación.
En nuestro país, lamentablemente, un periódico recogió de un periodista internacional una breve referencia que aparece en un reporte del año 1967 de la CIA de 62 páginas, donde un sangriento y muy desacreditado miembro del SIM, Clodoveo Ortiz, tratando de evitar su deportación hacia la República Dominicana, declaró al FBI en New York muchas mentiras relativas a los héroes del 30 de mayo. En ese reporte la mayoría de los datos sobre el papel de la CIA en el complot para matar a Trujillo ya aparecieron en nuestro libro “Los Estados Unidos y Trujillo 1960-61. Los días finales”, publicado hace veinticinco años. Sin embargo, cuando tuvimos acceso a esos archivos unos pocos párrafos y líneas estaban censurados y ahora sí están disponibles.
El nuevo documento reitera lo que ya se sabía de que eran solo diez los contactos entre la embajada americana y su oficina de la CIA con dominicanos complotando contra Trujillo: el Dr. Jordi Brossa, Juan Bautista Vicini (“Gianni”), Dr. Luis Manuel Baquero, Ángel Severo Cabral, Juan Francisco Tapia, Dr. Aulio Brea, Andrés Freites, Donald Reid Cabral y los norteamericanos Thomas Stocker y Lorenzo Berry (“Wimpy”) y su esposa dominicana Flérida.
Por razones de seguridad los complotadores actuaban en forma muy separada uno del otro, con información muy restringida entre ellos, y por eso los americanos nunca tuvieron contactos previos con los que actuaron en la autopista el 30 de mayo. Antonio Imbert, por ejemplo, me informó que solo supo sobre el papel norteamericano varios meses después del tiranicidio.
Una nueva información es el nombre de la puertorriqueña que trabajaba como secretaria para el jefe de estación de la CIA y que el 7 de abril de 1961 metió en fundas de compras y llevó a “Wimpy” las tres carabinas M1 que habían sido dejadas por los infantes de marina cuando estuvieron custodiando la embajada hasta la ruptura de relaciones diplomáticas de 1960. Se trata de Isabel Cintrón. En el reporte de 1967 se dice que es improbable que ninguna de las tres carabinas fue utilizada la noche del 30 de mayo.
Desde marzo de 1961 el jefe de estación de la CIA estuvo de acuerdo en entregar esas tres carabinas M1, precisamente a Ángel Severo Cabral, quien trabajaba en la misma oficina que su jefe, “Gianni” Vicini. Este reporte enfatiza y señala por primera vez el importante papel de Severo Cabral. El jefe de estación de la CIA en Ciudad Trujillo, apoyó la entrega adicional de tres ametralladoras las cuales llegaron por la valija diplomática el 19 de abril, pero precisamente tres días después de la fracasada invasión de Playa Girón, o Bahía de Cochinos en Cuba. Ante esa situación y tratando de evitar mayor inestabilidad en el Caribe, Washington negó su entrega de lo cual se enteraron Berry, Vicini y Severo Cabral quienes muy molestos exigieron recibirlas.
El diplomático Henry Dearborn, temporalmente jefe de la oficina de la CIA desde la ruptura de las relaciones diplomáticas, pidió permiso para entregar las tres ametralladoras, pero Washington el 2 de mayo ratificó su decisión de no permitirlo. El día 18 de ese mes, en una reunión de alto nivel presidida por Chester Bowles, se reiteró la negativa de entregar esas armas y el 29 de mayo, un día antes del tiranicidio, el presidente Kennedy pidió que se explicase a los dominicanos que por cuestión de principios los norteamericanos no podían involucrarse en asesinatos. La esposa de Dearborn fue al supermercado de “Wimpy” para informar sobre eso y la respuesta, que no aparece en el reporte de 1967, fue que era un asunto de dominicanos y que sería resuelto por dominicanos.
Este reporte, junto con lo que ya publiqué en mi antes referido libro sobre los sucesos de 1960-61 y la entrevista que le hice a Lorenzo Berry (“Wimpy”) y que apareció en diciembre de 2017, evidencian la muy limitada participación de elementos del gobierno norteamericano en los sucesos del 30 de mayo. Es más, se podría especular que si desde el principio Washington no se hubiese involucrado para nada en la trama para matar a Trujillo, los sucesos del 30 de mayo no habrían cambiado.
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