“La historia universal no es el terreno de la felicidad. Los períodos de felicidad son en ella páginas en blanco, pues son los períodos de la armonía, en los que falta la oposición. […] La historia es el matadero en el que se inmola la felicidad de los pueblos, la sabiduría de los Estados y la virtud de los individuos”. (Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal)
La película británica 1917 (2019), dirigida por Sam Mendes, quien la coescribió junto a Krysty Wilson-Cairns, ofrece una experiencia inmersiva del conflicto bélico que la historiografía occidental ha venido a llamar “Primera Guerra Mundial”. Inspirada parcialmente en las vivencias del abuelo del director, el filme nos sumerge en una misión de dos jóvenes soldados británicos que buscan entregar un mensaje para evitar una ofensiva suicida tras la retirada alemana a la Línea Hindenburg.
Situada en el norte de Francia a partir del 6 de abril de 1917, la trama sigue a estos dos protagonistas a medida que atraviesan las brutalidades del frente occidental del conflicto. Algo que se destaca de inmediato es la solidaridad y la camaradería entre ambos, así como sus intentos de preservar su humanidad aún en medio de tales tremendas y terroríficas circunstancias.
El hecho es que ninguno de los dos sujetos desea matar innecesariamente a nadie, trátese de soldados alemanes o civiles. Esta tensión sirve para subrayar aún más la inhumanidad de esta guerra inter-imperialista, en la cual las potencias capitalistas mundiales se entregaron de lleno a la destrucción con tal de evitar una crisis de mayor envergadura en sus regímenes de acumulación de capitales.
Tal como explica el historiador Eric Hobsbawm, en su obra Historia del siglo XX (2015), el año 1917 cambió para siempre el curso de la historia, al producirse la revolución bolchevique en lo que para nuestro calendario actual sería el 7 de noviembre. Esta revolución provocó una oleada insurreccional que abarcó hasta el año 1945, en el cual concluyó la llamada “Segunda Guerra Mundial”.
Fruto de esta epopeya, nació la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el primer experimento socialista a gran escala en toda la historia. Proyecto que terminó en el fracaso debido a la burocratización estalinista, que desembocó en una dictadura sobre el proletariado, en lugar de una democracia proletaria, tal como las revolucionarias y los revolucionarios habían previsto.
En su artículo How did the first world war actually end? (2014) (¿Cómo terminó realmente la Primera Guerra Mundial?)[1], el periodista Paul Mason señala que este conflicto internacional fue de hecho resuelto gracias a un levantamiento de marineros y soldados alemanes inspirados por los acontecimientos en Rusia. Precisamente por eso resulta tan conmovedora la película de Mendes, al mostrar a unos individuos en plena situación de vida o muerte, luchando contra un enemigo que realmente no quieren aniquilar, tratando de sobrevivir en un contexto horroroso y quejándose de sus superiores en las fuerzas armadas.
En su libro Historia de la revolución rusa (2017), León Trotski —uno de los dirigentes de este proceso histórico— narra cómo en los inicios de la revolución, los soldados rusos se tornaron contra sus superiores, hartos del innecesario derramamiento de sangre en el frente. Algo similar se puede apreciar en 1917, aunque los protagonistas no llegan a sublevarse contra la guerra.
En un ensayo titulado El malestar en la cultura (1930), Sigmund Freud —psicoanalista austríaco— argumenta que el desarrollo de la civilización implica siempre la represión de las pulsiones sexuales (Eros) y destructivas (Tánatos), lo cual conduce a la infelicidad neurótica de los individuos. Para este fundador del psicoanálisis, las guerras son fenómenos inevitables para una condición humana que irremediablemente busca el placer y la aniquilación.
Freud, cuyos hijos fueron reclutados y lucharon en la guerra, tenía una visión pesimista de la naturaleza humana, la cual puede considerarse anticientífica desde el punto de vista marxista, debido a que ignora la mutabilidad de esta a lo largo del tiempo, tal como plantea el materialismo histórico. El ensayo de Freud culmina con la pregunta —que, hasta nuestros días, permanece irresuelta— acerca de si Eros puede o no vencer sobre Tánatos.
Y es en este sentido que se puede apreciar mejor la película 1917 de Mendes, particularmente la escena donde el soldado William Schofield se encuentra con una civil francesa que carga a una bebé y tienen un pequeño momento de ternura en medio de toda la hecatombe bélica que les rodea. El filme parece sugerir que las fuerzas del amor sí pueden triunfar sobre las tenebrosidades de la violencia y la guerra, aunque sea momentáneamente.
En nuestro mundo contemporáneo, donde reinan una vez más la destrucción y la muerte por doquier, cabe preguntarse si acaso estamos ante la posibilidad de otro momento revolucionario de solidaridad, sororidad y confraternidad entre los pueblos. Particularmente, en Israel —a pesar de toda la propaganda servida por los principales medios de comunicación capitalistas— la gente, en especial la juventud, comienza a ver la magnitud del horror genocida desatado por el régimen dictatorial de Benjamín Netanyahu sobre el heroico y resistente pueblo palestino.
Ciento treinta economistas israelíes ya han advertido a Netanyahu del inminente colapso de la sociedad israelí si éste prosigue con su campaña mortífera contra la humanidad[2]. La juventud de Israel comienza a rebelarse contra el servicio militar obligatorio y la izquierda aplica la estrategia leninista del derrotismo revolucionario, esto es, transformar la guerra expansionista e imperialista en un conflicto de clases revolucionario al interior del país colonizador.
Así que, a pesar del escenario sombrío ante el cual nos encontramos, crece la resistencia israelí y global contra el peor genocidio de nuestro siglo, demostrando que las fuerzas del Eros —motor de la solidaridad humana que caracteriza a los protagonistas de 1917— aún tienen un papel decisivo que jugar en el devenir de nuestra atormentada especie.
[1] How did the first world war actually end? – Paul Mason | libcom.org
[2] Una nación en colapso – 130 economistas israelíes: La "espiral de colapso" de Israel | BDS Movement
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