Después de semanas de asedio de las pandillas, en marzo de 2024, el entonces primer ministro y presidente de Haití, Ariel Henry, decidió renunciar a sus cargos desde Puerto Rico. Su dimisión dio lugar a la creación de un Consejo Presidencial de Transición, en cuyo mandato llegó una fuerza multinacional de paz de la ONU. Un año después, la situación de seguridad sigue deteriorándose, a la espera de los efectos del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Una pared de madera, una insignia de Haití en la solapa y unos ojos derrotados. Fue su última aparición pública: era la madrugada del 11 al 12 de marzo de 2024, cuando Ariel Henry se rendía en Puerto Rico y anunciaba su renuncia a ser primer ministro y presidente.
"Como siempre he dicho, ningún sacrificio es demasiado grande para nuestra patria común, Haití”, leía Henry en un vídeo después de no haber podido regresar a Puerto Príncipe, tras su salida a Kenia para firmar un acuerdo para el despliegue de una misión multinacional de la ONU liderada por el país africano.
Henry era el hombre fuerte en Haití desde el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. Pero las pandillas no dejaron de aumentar su poder y control, especialmente en Puerto Príncipe. De hecho, estas no le permitieron regresar tras semanas de presión, impidiéndole la vuelta a casa con la intensificación de la violencia y el consecuente cierre de aeropuertos.
Tras el anuncio, tuvo que pasar más de un mes para que la renuncia fuera efectiva, pero a Ariel Henry no se le volvió a ver y su actividad pública se limitó a varios retuits a la cuenta gubernamental del primer ministro en la red social X hasta que el 25 de abril inició el mandato un Consejo Presidencial de Transición (CPT).
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Más estabilidad política, la misma corrupción de siempre
Después del asesinato de Moïse y el convulso Gobierno de Henry, los haitianos trataron de encontrar estabilidad política, con el transitorio CPT, formado por nueve miembros de distintos grupos políticos.
Un objetivo que se está cumpliendo, asegura a France 24, Wooldy Edson, profesor e investigador de origen haitiano de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia:
“Tenemos una instancia presidencial y un primer ministro que han tenido cierta aceptación. Nos acercamos a la normalidad y los haitianos tienen interlocutores”.
Coincide en conversación telefónica con France 24, Joseph Harold Pierre, economista, politólogo y analista de América Latina: “Hay menos tensión. Al estar todos los partidos dentro del Gobierno, no hay manifestaciones”.
Pero más allá del bálsamo político, para Pierre, el CPT es un fracaso: “A nivel de seguridad, administrativo y de imagen para el país”. Y subraya la corrupción: con tres de los nueve miembros del Consejo salpicados por escándalos, como abuso de funciones, pago de sobornos y corrupción pasiva, quedando apartados de una presidencia rotatoria, que desde la salida de Ariel Henry ha tenido tres ocupantes: actualmente está en el cargo el economista Fritz Alphonse Jean; antes fueron el arquitecto y político Leslie Voltaire, mientras que el primero fue el ingeniero y político Edgard Leblanc Fils.
Una de las misiones del CPT es lograr la convocatoria de elecciones para noviembre de 2025 y volver a tener un presidente electo el 7 de febrero. “No es viable porque la inseguridad es generalizada”, asegura Edson, quien añade un segundo factor: la legitimidad. “Muchos partidos políticos sienten que no se les dan las mismas oportunidades a todos los grupos”, subraya.
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Una misión internacional de paz sin fuerza
En el último año, las pandillas han logrado avanzar por todo el país, pero también en Puerto Príncipe, pasando del 80 al 85% del control de la capital; se han duplicado los desplazados, con más de un millón de personas lejos de sus hogares; y en 2024 se registraron 5.600 asesinatos.
Entre estas muertes, algunos episodios dieron la vuelta al mundo, como la masacre de más de 200 personas acusadas por un líder pandillero de hacer vudú contra su hijo o el asesinato de dos periodistas que cubrían la reapertura del mayor hospital público de Haití.
Asesinatos que se produjeron pese al despliegue de una fuerza multinacional de paz de la ONU, liderada por Kenia. Inició el 25 de junio con 400 soldados; hoy hay desplegados cerca de mil efectivos.
No obstante, “no ha mostrado resultados contundentes”, dice Edson, mientras que Pierre mantiene que no se puede hablar de fracaso: “La misión todavía no ha llegado: tendrían que ser 2.500 uniformados; son menos de 1.000. Tendría que tener 600 millones de dólares de presupuesto anual; tiene menos de 400 millones”.
En las últimas semanas, parece haber brotes positivos en materia de seguridad. Un operativo de la Policía con drones explosivos dejó “varios muertos” entre los cabecillas de los grupos armados. De hecho, uno de los principales pandilleros, Jimmy Chérizier, alias Barbecue, estuvo a punto de morir. Después prometió una sangrienta respuesta, pero también ofreció diálogo.
Pierre dice que las pandillas están en pánico:
“Si los drones se mantienen, va a dar resultados, mientras que, si son acciones pasajeras, las bandas armadas van a fortalecerse. Esperemos que el uso de los drones se mantenga”.
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El efecto Trump no mejora la perspectiva de Haití
En su primera gira internacional como secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio se detuvo en República Dominicana, país con el que comparte isla, Haití, en una tensionada frontera. Desde allí, en medio de recortes en acción exterior, el jefe de la diplomacia estadounidense tranquilizó a los haitianos al anunciar que mantenían las ayudas en seguridad.
Rubio, además, habló de la importancia estratégica de Haití como posible lugar de destino de la relocalización industrial en marcha.
“Las decisiones de Trump podrían ser positivas de forma indirecta para Haití. Tenemos la mano de obra más barata de la región, aunque, la verdad, no tenemos las condiciones”, asegura Pierre, quien también destaca el impacto indirecto negativo de otras acciones con sello Trump, como un posible aumento de la inflación.
Haití notaría ese repunte, por el alto grado de dependencia en la importación de bienes desde EE. UU.: “Generará más hambre y pobreza”, añade Pierre respecto a una economía que decreció un 4% en 2024, en una tendencia negativa que se mantiene desde 2019.
Otra de sus preocupaciones es el impacto en materia migratoria: además de las repatriaciones ya iniciadas, preocupa la deportación de 500.000 personas que podrían quedar sin el beneficio denominado Estatus de Protección Temporal (TPS). “Están enviando 4.000 millones de dólares a Haití en remesas”, dice Pierre.
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En este sentido, para Edson la llegada de Trump tiene efectos muy negativos para Haití:
“Ha dicho que el país es un hoyo de mierda y que los haitianos comen mascotas”.
Comentarios racistas, mientras al país caribeño siguen llegando armas de forma ilegal, con destino a las pandillas. Un 90% proceden de Estados Unidos. Pierre considera esta problemática uno de los principales retos de seguridad: “Necesitamos que funcionen las aduanas con menos corrupción y que haya una fuerza que controle las costas. También, en lo posible, que los países desde dónde salen las armas tomen medidas para impedirlo”.
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