Donald Trump y su familia serán recibidos el miércoles como los huéspedes de honor del rey Carlos III y del Gobierno británico, en una segunda visita de Estado sin precedentes, que busca no solo alinear al presidente con los intereses británicos domésticos, sino también internacionales. Se prevén manifestaciones multitudinarias de rechazo.  

Mientras en la población de Windsor Donald Trump será recibido esta semana con alfombra roja y honores para su segunda visita de Estado al Reino Unido, en Londres, a menos de 40 kilómetros de esta ciudad icónica, se prevé que miles protesten por esta invitación. Son los contrastes que desata la personalidad del presidente estadounidense en la población británica.   

La controversia está al orden del día, y, sin embargo, es una visita sin precedentes tanto circunstancial como políticamente: el magnate es el primer presidente o jefe de Estado en la historia en ser invitado por segunda vez a una visita tan significativa y pomposa como la que tiene prevista desarrollarse esta semana en Reino Unido. Anteriormente, Trump ya había sido el huésped de la reina Isabel II, en junio de 2019.  

Aunque todos los presidentes de Estados Unidos reelegidos han mantenido audiencias con el monarca, aprovechando el poderoso encanto de la familia real, solo Trump ha recibido este honor dos veces. 

Es una muy buena manera de hacer que Trump se sienta bienvenido, apreciado, quizá halagado, y luego abrir una vía para conversaciones potencialmente más difíciles como un acuerdo comercial y otros aspectos similares, que, hasta ahora, Reino Unido ha sabido gestionar con relativo éxito”, explica el subdirector del Centre for Geopolitics de la Universidad de Cambridge, William Hurst.  

Más allá de lo simbólico, la visita de Trump es especial por la intensa coyuntura política que vive Reino Unido y también por los intereses internacionales que están sobre la mesa. El presidente de Estados Unidos aterrizará en un país polarizado, con una economía en números rojos y con la cifra de inmigrantes irregulares que llega a través del canal de la Mancha en ascenso.  

Migración, ¿un tema de discordia?

Para agosto de 2025, 29.003 migrantes habían llegado por esa ruta, frente a 21.052 que lo hicieron en el mismo periodo de 2024. Como consecuencia, la imagen desfavorable de su otro anfitrión, el primer ministro, Keir Starmer, llegó al 68%, según la encuestadora Yougov.  

La agitación también se siente en las calles. Aproximadamente unas 110.000 personas —según cifras de la Policía británica— se movilizaron en Londres el domingo en contra de la migración y las políticas de Starmer. Muchos de ellos, de hecho, llevaban lemas inspirados en el presidente estadounidense y su inconfundible lema 'Make America Great Again'.

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En ese contexto, parece inevitable que Trump ponga el dedo sobre la herida en esos asuntos altamente sensibles para el Gobierno Starmer.  

Su habilidad como político se basa en irritar y movilizar personas de diferentes perspectivas políticas para que se emocionen o se indignen por controversias, cuestiones difíciles o problemas delicados. Por eso creo que, mientras esté en el Reino Unido, le resultará muy difícil abstenerse”, resalta Hurst.  

Un escenario como este no sería inédito. Hace pocas semanas, en una visita a Escocia, Trump ya había hablado de una “horrible invasión” y había aseverado que “la inmigración está matando a Europa”. Unas palabras que evidencian la opuesta aproximación a este tema impulsada por los líderes en ambos lados del Atlántico.  

Aunque Trump aprecia los honores, nuevamente se le negará la posibilidad de pronunciar un discurso en el Parlamento británico. La víspera de su llegada comenzará el receso parlamentario por las convenciones de otoño de todos los partidos.

Lo que sí se repetirá será el banquete de Estado con tiaras y el estricto protocolo real en el Castillo de Windsor. Además, se reunirá con el primer ministro en su residencia de campo, Chequers, desde donde darán una rueda de prensa.    

Una agenda marcada por acuerdos comerciales y la guerra en Ucrania

Todo el despliegue de la pompa que rodea a la familia real —que tanto disfruta el estadounidense— parece tener el objetivo de sintonizar a Trump con los intereses estratégicos británicos que incluyen a Ucrania.  

La carta de invitación —escrita a puño y letra por el rey y mostrada en vivo a todo el mundo— fue el primer gesto de seducción de Starmer, y surtió efecto: un Trump emocionado y sonriente aceptó la invitación. "Es un gran honor", sentenció el presidente. 

La bienvenida real utiliza la ceremonia y la tradición como poderosas herramientas diplomáticas. Para Trump, quien valora mucho el estatus y el espectáculo, esta recepción le ofrece el reconocimiento que busca, a la vez que refuerza la narrativa de continuidad y profunda buena voluntad entre el Reino Unido y Estados Unidos, más allá del panorama político inmediato”, resalta el corresponsal real de medios franceses y belgas, Alexander Seale.  

Pocas semanas después de la invitación, Trump finiquitó las negociaciones para el acuerdo comercial bilateral que llevaban años sin avanzar. El acuerdo británico fue pionero, en medio de temores por una guerra comercial mundial.  

En esa misma línea, se espera que esta visita logre afianzar esa relación comercial con su principal aliado, fundamental para impulsar el crecimiento económico de Reino Unido.   

Sin embargo, la agenda no se limita al comercio. También se busca incorporar a Trump al grupo de aliados de Ucrania. Aunque el presidente estadounidense ha mostrado una mayor cercanía con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, su posición sigue distante de la europea.

La reunión, de hecho, se produce después de intensos vaivenes entre ambos líderes, cuya relación alcanzó un punto crítico durante la accidentada primera visita de Zelenski a la Casa Blanca, cuando Trump lo acusó de poner en riesgo la estabilidad global. Aunque el tono ha cambiado, las tensiones entre Washington y Kiev no han menguado por completo. Esto es algo que inquieta a Europa.

Por su parte, desde su llegada al poder, Starmer ha buscado desempeñar un papel central en la coordinación del apoyo europeo a Ucrania frente a la invasión rusa. Ha liderado cumbres en Londres con el objetivo de unificar a los líderes europeos y subrayar que la seguridad de Ucrania es inseparable de la de Europa y del Reino Unido. Sin embargo, ese esfuerzo depende de la participación de Estados Unidos.

“Estados Unidos sigue siendo absolutamente necesario para este proyecto, tanto en términos de financiamiento como de apoyo material. No está claro que puedan obtener todo lo que desean de Trump, y aún menos que consigan un compromiso firme de Estados Unidos, ya sea en apoyo aéreo u otras garantías de seguridad para Ucrania”, señala Hurst.

Los líderes europeos saben que, sin Trump a bordo, la disuasión frente a las ambiciones de Putin no será suficiente. En este contexto, Starmer se ha consolidado como mediador entre Estados Unidos, Europa y Ucrania, especialmente en un momento de gran la incertidumbre.

Los pronósticos se cumplieron: pese a representar espectros políticos y personalidades opuestas, la prioridad de mantener y fortalecer la “relación especial” transatlántica ha prevalecido. 

Trump y Starmer, una relación especial 

No solo la inmigración y Ucrania han sido puntos de distanciamiento entre los dos líderes, otra gran diferencia está en sus perspectivas sobre la guerra en Gaza

Pese a la presión internacional creciente, Trump se mantiene como el gran aliado de Israel; mientras que Starmer se distanció de Netanyahu en varios frentes desde el inicio de su gobierno en julio de 2024.  

El primer ministro británico restableció la financiación británica a UNRWA, que atiende a la población palestina, congeló contratos de venta de armas a Israel y no vetará una posible orden de captura de Netanyahu de la Corte Penal Internacional.  

Incluso ha sancionado a ministros israelíes por sus políticas y tono hostil, y es cada vez más vocal en exigir que Israel frene su ofensiva militar para acabar con la crisis humanitaria en Gaza, que ya ha cobrado la vida de decenas de miles de personas.   

“Existe una gran presión para demostrar que Reino Unido tiene una línea independiente de Estados Unidos sobre Gaza y para intentar presionar a Estados Unidos para que impulse a Israel hacia algún tipo de solución negociada”, afirma Hurst.  

Starmer ha amenazado a Israel con que reconocerá Palestina como Estado si las Fuerzas Armadas israelíes no cesan su asedio a la Franja de Gaza. Un acto de esa naturaleza aumentaría la distancia de posiciones con Estados Unidos.  

Los intereses anexionistas de Trump, otro punto de quiebre

A pesar de las discrepancias, Starmer no ha cedido en su objetivo de congraciarse con Trump. Un camino que lo enfrentó incluso con el rey Carlos. Según 'The Times' el monarca habría preferido un encuentro más informal porque “no quería agasajar a Trump con una visita de Estado mientras el presidente estuviera 'cuestionando su soberanía' sobre Canadá”.  

La relación entre Reino Unido y Canadá llegó a un punto álgido luego de que Trump asegurara que pretendía que su vecino del norte se convirtiera en el 51.º estado de Estados Unidos. Una respuesta que fue rechazada por el primer ministro Mark Carney y también por el rey Carlos.

En mayo, el monarca realizó una visita oficial a Canadá y pronunció un discurso en el Parlamento canadiense, reafirmando la soberanía del país y su identidad como nación independiente.

Más detalles de la visita de Trump: por su estricta seguridad, el presidente no recorrerá las calles de Windsor en carruaje dorado y la mayoría de sus desplazamientos serán en helicóptero. Además, tal como en 2019, se prevén multitudinarias marchas en su contra.   

“Nuestro objetivo es presionar a nuestro propio Gobierno para que se enfrente a Trump y al fascismo insidioso y mostrar solidaridad con las personas que ya sufren sus consecuencias, desde Estados Unidos hasta Palestina”, explicó a France 24 un vocero de Stop Trump Coalition, un grupo de activistas en Reino Unido "decididos a resistir a Trump y al trumpismo". 

Starmer sabe que, elogiando a Trump con la familia real, el poderoso activo británico, logrará, en teoría, algunas certezas tan necesarias para su mandato.

France24

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