“Tenemos que proteger todos los minerales ricos que ustedes quieren. Y aquí nadie pone las manos. Este país pertenece al pueblo brasileño”. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pronunció estas palabras contundentes el pasado 24 de julio, frente a la creciente codicia estadounidense de los minerales estratégicos almacenados en el subsuelo brasileño, como el litio y el niobio. 

El mismo 24 de julio, los brasileños se enteraron de que el encargado de negocios de la embajada estadounidense, Gabriel Escobar, se había reunido con representantes del Instituto Brasileño de Minería (Ibram) y había expresado su interés en cerrar acuerdos con Brasil para adquirir minerales considerados estratégicos para la industria tecnológica y la transición energética.

El mensaje fue interpretado como una nueva pieza en el tablero de la tensión geopolítica, agudizada tras el anuncio del arancel del 50% sobre todos los productos brasileños, que entrará en vigor el próximo 1 de agosto. 

Es la tercera vez que autoridades brasileñas y estadounidenses se reúnen este año para abordar la cuestión de las llamadas tierras raras, un grupo de 17 elementos químicos esenciales para la fabricación de baterías de vehículos eléctricos, turbinas eólicas, misiles guiados, satélites, chips para móviles, ordenadores e incluso telescopios espaciales. A pesar de su nombre, estos elementos no son raros en sí mismos, pero el procedimiento para su extracción es complejo y requiere grandes inversiones.

Brasil posee la segunda mayor reserva de tierras raras del mundo, solo por detrás de China. Son alrededor de 21 millones de toneladas de estos elementos, según el Servicio Geológico de EE. UU.  

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Recursos cruciales de la industria tecnológica

En la actualidad, el gigante latinoamericano se limita a exportar las materias primas, ya que todavía no posee la tecnología necesaria para su explotación a escala industrial. Por esta razón, Brasil sigue siendo un proveedor periférico, incluso frente a la creciente demanda global.

“Hace décadas China tomó una decisión estratégica: dominar toda la cadena productiva de las tierras raras. Eso es lo que le falta a Brasil”, señala Fernando Landgraf, profesor de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (USP). 

Ahora la Casa Blanca está preocupada por el uso estratégico que China, el mayor productor del planeta, está haciendo de las tierras raras en respuesta a los aranceles introducidos este año por Donald Trump.

Responsable de más del 60% de la producción mundial y de casi el 90% del refinado de estos elementos, China resolvió limitar en abril las exportaciones de siete tipos de tierras raras y de los imanes permanentes. Esta decisión puso de manifiesto la vulnerabilidad estadounidense, ya que este país tiene una capacidad de refinación limitada. De hecho, la interrupción de las cadenas de suministro ha afectado directamente a las fábricas estadounidenses.  

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Un 23% de reservas mundiales en juego

Por esta razón, a finales de abril. EE. UU. y Ucrania firmaron un acuerdo histórico para la explotación de estos minerales. Sin embargo, Ucrania posee alrededor del 5% de las reservas mundiales de tierras raras y, más concretamente, 21 de las 30 materias primas consideradas esenciales para la industria. Y aquí entra en juego Brasil, que controla el 23% de las reservas conocidas a nivel mundial.

El Ministerio brasileño de Minas y Energía ve una oportunidad histórica en el desarrollo de una industria de procesamiento de tierras raras. Paralelamente, fuentes brasileñas reconocen que las tierras raras podrían convertirse en una moneda de cambio para intentar renegociar los aranceles sobre las exportaciones brasileñas.

Tras el nuevo acuerdo con la Unión Europea, el presidente Trump afirmó el 28 de julio que espera aplicar aranceles de entre el 15% y el 20% a los socios comerciales que no firmen un acuerdo directamente con Washington. Por el contrario, Brasil estará sujeto a unas tarifas de más del doble de lo que será aplicado al resto del mundo, supuestamente por el juicio que la Corte Suprema está celebrando contra el expresidente Jair Bolsonaro por un intento de golpe de Estado.

Al mismo tiempo, las principales autoridades económicas de EE. UU. y China reanudaron en Estocolmo las negociaciones para intentar resolver, o por lo menos mitigar, el conflicto comercial entre las dos mayores economías del mundo. El objetivo a corto plazo es prorrogar la tregua arancelaria por otros tres meses, según la agencia Reuters.  

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A pocos días de la entrada en vigor del superarancel, una delegación de ocho senadores brasileños llegó a Estados Unidos para intentar abrir un canal de negociación con congresistas y representantes del sector productivo del país.

"Eso es nuestro"

“Lo planteamos de esta forma: queremos separar la agenda económica de la agenda política. Le dejamos claro a la Cámara de Comercio: corporaciones y empresas que hacen negocios con Brasil, se pronuncian por el aplazamiento [de las tarifas], debido a las pérdidas que esto causará a ambos países”, afirma el senador Carlos Viana.  

Sin embargo, en los últimos días varios periódicos brasileños han publicado que Donald Trump estaría estudiando la posibilidad de sancionar a tres jueces de la Corte Suprema con la Ley Magnitsky, un mecanismo jurídico que permite a Estados Unidos castigar a extranjeros acusados de corrupción y graves violaciones a los Derechos Humanos, a través de restricciones que van desde el uso de tarjetas de crédito hasta la realización de transacciones en dólares. De concretarse, esto generaría un conflicto profundo entre ambos países. 

El mismo 28 de julio, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva moderó el tono de sus declaraciones, al señalar que espera que Trump “reflexione sobre la importancia de Brasil” y adopte una postura de diálogo en lugar de imponer aranceles unilaterales. 

“Espero que el presidente de los Estados Unidos decida hacer lo que hacemos en el mundo civilizado. ¿Hay diferencias? Siéntese, deje las diferencias a un lado e intentemos resolverlas”, dijo Lula.

El mandatario suramericano también pidió al equipo de Gobierno que realice un estudio detallado de las riquezas del suelo y del subsuelo brasileño. Según él, hasta la fecha solo se ha explorado o cartografiado el 30% del potencial minero. 

Brasil se considera a sí mismo uno de los pocos países del mundo con el mayor potencial para desempeñar un papel relevante con relación a las tierras raras. Además de grandes reservas naturales, este país tiene importantes ventajas comparativas, como una matriz energética limpia, un territorio estable sin antecedentes sísmicos significativos, una larga tradición minera y conocimientos técnicos acumulados en instituciones nacionales. 

Ahora, el principal desafío para Brasil es transformar ese potencial en desarrollo tecnológico e industrial. Para lograrlo, será necesario invertir en investigación, atraer aliados estratégicos y desarrollar capacidades nacionales para refinar y agregar valor a los minerales antes de exportarlos. Lula acaba de anunciar que creará una “comisión ultraespecial” para coordinar una investigación. También ha defendido que las empresas interesadas en explorar recursos en el país operen bajo control estatal.  

“Tenemos que autorizar que las empresas investiguen bajo nuestro control. Cuando las empresas encuentran [el mineral], no pueden venderlo sin hablar con el Gobierno. Y mucho menos vender el área que tiene el mineral, porque eso es nuestro, pertenece al pueblo brasileño”, afirmó el presidente de izquierda. Se trata de un discurso que no agrada a Trump y que puede dificultar las negociaciones de los aranceles. 

France24

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