Estados Unidos y China anunciaron este 11 de junio un acuerdo comercial preliminar tras dos días de negociaciones de alto nivel con la guerra arancelaria en el telón de fondo. Las discusiones se centraron en las preocupaciones sobre las tierras raras y la voluntad de rebajar las tensiones entre las dos mayores potencias económicas del mundo. Sin embargo, el presidente de EE. UU., Donald Trump, señaló que el pacto también establece aranceles del 55% para Beijing y del 10% para Washington.

China y Estados Unidos intentan limar sus asperezas comerciales.

Las dos potencias económicas anunciaron haber acordado un pacto preliminar para regular sus relaciones comerciales, tras dos días de conversaciones de alto nivel en Londres.

El acuerdo alcanzado consiste en un "marco general" sobre cómo aplicar lo pactado en Ginebra hace un mes. “Hemos alcanzado un marco para aplicar el consenso de Ginebra”, declaró a la prensa el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, en referencia a las conversaciones que las partes sostuvieron el pasado mayo.

Tras obtener este primer acuerdo, Howard Lutnick se mostró optimista en cuanto a las próximas conversaciones entre ambos países sobre puntos más específicos de su relación comercial, como la delicada cuestión de las tierras raras y los imanes, que “se resolverán” a medida que se aplique el acuerdo, indicó.

Sin embargo, este marco deberá primero ser aprobado por el mandatario estadounidense Donald Trump y su homólogo chino Xi Jinping, destacaron los funcionarios al terminar las reuniones en la capital británica.

Además, poco después del anuncio desde Londres, Trump sostuvo que Estados Unidos recibirá imanes y tierras raras de China en un acuerdo que impone aranceles del 55% a los productos chinos, un aumento considerable respecto del 30% establecido en Suiza durante las conversaciones de mayo.

A cambio, según declaró el líder de la Casa Blanca, EE. UU. proporcionará a China "lo acordado", incluyendo permitir que los estudiantes chinos asistan a universidades estadounidenses.

Recientemente, el controvertido dirigente republicano ha empezado a tomar medidas drásticas contra los ciudadanos chinos en los campus universitarios de la primera potencia.

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Las tierras raras en el centro de las discusiones

Las conversaciones se centraron en las disputas sobre la cuestión de las exportaciones de tierras raras y de tecnología, que ha sacudido la frágil tregua comercial alcanzada en Ginebra el mes pasado.

China se había comprometido a suspender o eliminar las contramedidas no arancelarias adoptadas contra Estados Unidos desde el pasado 2 de abril. Entre ellas había restricciones a la exportación de minerales críticos y tierras raras.

Antes de la reunión en Londres, Trump acusó a Beijing de no cumplir con ese acuerdo. En especial, Washington señaló al gigante asiático de haber detenido el flujo de tierras raras, imanes y otros minerales esenciales en la fabricación de numerosos productos, como piezas automóviles, smartphones o semiconductores.

China, el mayor productor mundial de tierras raras, ha indicado que podría acelerar la concesión de licencias de exportación para estos elementos. A cambio, Beijing quiere que Estados Unidos levante las restricciones al acceso chino a la tecnología utilizada para fabricar semiconductores avanzados.

“Estados Unidos adoptó una serie de medidas cuando no llegaban esas tierras raras. Cabe esperar que se retiren, como dijo el presidente Trump, de forma equilibrada. Cuando aprueben las licencias, cabe esperar que nuestra implementación de las exportaciones también se reduzca”, precisó Howard Lutnick tras la reunión en Londres.

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¿Terminará la guerra arancelaria entre Washington y Beijing?

En Londres, Estados Unidos y China tenían un objetivo común: buscar una salida a la guerra comercial iniciada por Donald Trump.

Washington había impuesto a Beijing aranceles del 145% a los productos chinos que entraban a Estados Unidos, una medida a la que Beijing había respondido con aranceles del 125% contra los productos estadounidenses.

En Ginebra se había logrado reducirlos respectivamente al 30% y al 10%.

En Londres, las dos mayores economías del mundo buscaban una tregua más duradera para evitar una escalada en la guerra arancelaria, ya que estas reducciones solo se mantendrían tres meses.

Lo pactado en la capital británica constituye una primera etapa de lo que se prevé como un acuerdo más integral, pero mucho queda por negociar. “Estamos avanzando tan rápido como podemos (…) Nos gustaría mucho llegar a un acuerdo que tenga sentido para ambos países”, declaró el representante comercial de Estados Unidos Jamieson Greer tras destacar que la relación aún es compleja.

“Nos sentimos optimistas respecto a la colaboración con China”, mantuvo, mientras que Li Chenggang, el representante de Comercio Internacional de China, expresó su esperanza de que los últimos avances contribuyan a reforzar la confianza entre ambas partes.

“Nuestra comunicación ha sido muy profesional, racional, profunda y sincera”, expresó el alto representante chino.

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Una guerra comercial que desestabiliza ambas economías y el comercio internacional

Las conversaciones en Londres se producen en un momento crucial para ambas economías, que muestran signos de tensión por la avalancha de aranceles impuesta por Donald Trump desde su regreso a la Casa Blanca.

Restringir las exportaciones de tierras raras golpeó a las exportaciones chinas, que crecieron 4,8% interanual en mayo, pero desaceleraron el ritmo a su mínimo en tres meses. En abril habían crecido 8,1%. Solo a Estados Unidos, las exportaciones chinas se desplomaron 34,5% interanual en mayo, la mayor caída desde febrero de 2020, en plena pandemia del Covid-19.

La incertidumbre comercial también está afectando la confianza de las empresas y de los consumidores estadounidenses, lo que ha llevado a los inversores a reevaluar la posición del dólar como refugio seguro.

Por otra parte, el Banco Mundial se unió el martes a otras organizaciones internacionales para recortar sus previsiones de crecimiento mundial para 2025 ante la incertidumbre comercial. Para 2026, la organización espera que la economía mundial crezca un 2,4 %, tres décimas por debajo de su anterior pronóstico.

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Con AFP, AP y EFE

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