El reconocimiento provisional del Comité Olímpico Internacional a World Boxing, la federación que el propio COI promovió como alternativa a la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), parece dar una luz de esperanza para que este deporte siga formando parte del programa de los Juegos de Verano. Pero, ¿qué tan sólida es esa posición? Todavía quedan varias cartas por jugarse antes de que sea confirmado en Los Ángeles 2028.
Un comunicado del COI publicado el 26 de febrero aseguraba que la nueva entidad había cumplido con varios de los criterios necesarios para el reconocimiento como federación internacional, como el número de afiliados o la proporción de países miembros con atletas clasificados o ganadores de medallas en París 2024.
Es, sin embargo, un reconocimiento a medias que no implica de momento autoridad como organizador en los próximos Juegos Olímpicos, y que se toma cuando todavía está pendiente tanto la presidencia del COI como la confirmación de boxeo en el programa de Los Ángeles 2028.
Ambas decisiones llegarán en la sesión prevista para realizarse del 18 al 21 de marzo en Olimpia, Grecia.
El COI y la IBA han mantenido una larga disputa por temas deportivos y administrativos. Los primeros desencuentros se remontan a 2018, cuando fue elegido como presidente de la IBA el empresario uzbeko Gafur Rakhimov, un hombre del que se sospechaban vínculos con organizaciones criminales rusas.
En 2019, el COI suspendió a la IBA y mantuvo esa medida a pesar de la renuncia de Rakhimov. Su salida también estuvo motivada por escándalos de arbitraje que debilitaban la imagen del deporte y que obligaron a encargar la organización del boxeo de Tokio 2020 a una fuerza de tarea designada por el ente olímpico y encabezada por el hoy candidato a presidente Morinari Watanabe.
Las diferencias se agravaron en abril de 2023, cuando el COI retiró definitivamente el reconocimiento a la IBA y comenzó a promover la creación de un organismo alterno.
Mientras tanto, otro grupo especial llevó adelante el polémico torneo de París 2024, marcado por el choque en torno a la elegibilidad de las medallistas de oro Imane Khelif de Argelia y Lin Yu-ting de Taiwán.
Ahora el presidente Thomas Bach ha dicho que no quiere volver a hacerse cargo del boxeo, y lo ha puesto en duda para Los Ángeles 2028, una situación que podría cambiar con el reconocimiento a World Boxing.
Un nuevo organismo que todavía debe consolidarse
World Boxing tiene en su seno 78 federaciones afiliadas, ha creado dos confederaciones regionales (la panamericana y la asiática) y ha dado golpes importantes. A destacar, la designación de la leyenda y excampeón mundial unificado del peso medio Gennady Golovkin, hoy presidente del Comité Olímpico de Kazajistán, en la comisión olímpica, que funciona como enlace con el COI.
Entre sus integrantes está el país más ganador de medallas en la historia de los Juegos Olímpicos, Estados Unidos, y la gran potencia mundial de la actualidad, Uzbekistán. Esta última se colgó cinco oros en París 2024, pero faltan otros grandes del boxeo como Cuba y, naturalmente, Rusia, que se mantiene plegada a la IBA, hoy presidida por un dirigente de ese país, Umar Kremlev.
Por su parte, la IBA asegura haber tenido 120 participantes en su más reciente congreso, y a mediados de febrero dio un durísimo golpe de efecto, cuando admitió entre sus miembros a una federación de Países Bajos, precisamente el país del presidente de World Boxing, Boris Van der Vorst, un empresario sanitario.
Hay una federación neerlandesa también en World Boxing, y ese es precisamente el gran peligro de la situación actual del boxeo para el movimiento olímpico: la creación de organismos paralelos que amenazan con crear un caos en las selecciones nacionales de boxeo.
La IBA acusa a World Boxing de que al menos 17 de sus afiliados son producto de estructuras paralelas o enfrentan divisiones internas. Además, la antigua entidad conserva un activo fundamental para poder llevar adelante cualquier evento de boxeo: los jueces y árbitros.
Por su parte, el COI ha dejado claro que las federaciones que permanezcan bajo el paraguas de la IBA no tendrán financiamiento ni serán reconocidas por sus respectivos Comités Olímpicos Nacionales, con los que sus atletas no podrían participar en eventos del ciclo olímpico.
Una batalla legal que no cesa
La IBA apeló al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) para tratar de revertir el retiro del reconocimiento por parte del COI, pero la corte mantuvo firme la decisión del ente olímpico.
Lo mismo hizo el Tribunal Federal Suizo, que es la instancia natural de apelación del TAS, lo que ha dejado cerrados los caminos legales, al menos en el ámbito deportivo, para el organismo que agrupó hasta no hace mucho al boxeo olímpico.
Eso no significa que la IBA renuncie a la pelea por la vía judicial, porque ahora amenaza con demandar al COI por haber permitido la participación de Imane Khelif y Lin Yu-ting en París 2024.
La entidad sancionada excluyó a ambas atletas del Mundial de Nueva Delhi en 2023, cuando las dos estaban ya clasificadas a semifinales, argumentando que no habían pasado las pruebas de elegibilidad, basada en supuestas evidencias que nunca mostró de que sus exámenes de género habían arrojado cromosomas XY, que son exclusivamente masculinos.
Ignorando el hecho de que este resultado podría deberse a condiciones de desarrollo sexual diferente, como el hiperandrogenismo o la intersexualidad, la IBA ha insistido en que son “hombres” y el COI no debería basarse “únicamente en el pasaporte” para definir si son elegibles para pelear en el boxeo femenino.
Ahora Khelif ha amenazado a su vez con emprender acciones legales contra la IBA por estas afirmaciones, y el presidente Kremlev ha celebrado esa posibilidad porque “un tribunal obligaría a nuestra organización a revelar dos pruebas de género en base a las cuales se prohibió a la boxeadora participar en cualquier evento femenino de la IBA”.
Las dos entidades han chocado también en torno al veto a los atletas rusos y bielorrusos. Contraviniendo las indicaciones del COI, la IBA dejó desfilar a ambas delegaciones con bandera y uniforme en sus últimos mundiales.
Kremlev calificó a Bach de “prostituta política” cuando el dirigente alemán reiteró recientemente su adhesión a la figura del Atleta Neutral Individual, que permite a los competidores con estos pasaportes participar sin representación nacional en eventos deportivos.
En un último y desesperado recurso, la IBA ha pedido ayuda al presidente estadounidense Donald Trump, para “reformar al COI”, y le ha solicitado también que “investigue” la exclusión del pugilismo de los Juegos de Los Ángeles.
Solo uno de los siete candidatos a presidir el COI, el príncipe Feisal Al Hussein de Jordania ha expresado su preocupación con la continuidad olímpica de este deporte.
El boxeo, una de las disciplinas que tiene sus orígenes en las justas de la antigüedad (el pugilato), ha formado parte del programa de los Juegos de Verano de manera casi ininterrumpida desde San Luis 1904, con la única excepción de Estocolmo 1912, pues la práctica estaba prohibida en Suecia.
A diferencia del levantamiento de pesas –que era el otro deporte amenazado, y sí logró demostrar que había hecho cambios internos para garantizar la pulcritud deportiva y administrativa–, el boxeo sigue bajo amenaza y la ciudad que consagró a Oscar Casanovas en 1932 y a Meldrick Taylor y Pernell Whitaker en 1984 podría quedarse sin acción en los ensogados en 2028.
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