El ministro de Defensa sirio declaró un alto el fuego el martes en Sweida, una ciudad de mayoría drusa en el sur del país, tras anunciar la entrada inminente de tropas gubernamentales por primera vez desde la caída de Bashar al-Assad en diciembre de 2024. El despliegue se produjo después de dos días de enfrentamientos entre combatientes drusos y tribus beduinas. Los líderes espirituales drusos respaldaron la operación militar y pidieron a sus facciones armadas que depusieran las armas.

Construir un nuevo Estado en Siria, profundamente dividida tras décadas de dictadura y casi 14 años de guerra civil, no está siendo fácil.

Una nueva espiral de violencia en el sur del país se está controlando tras la entrada de las fuerzas gubernamentales en Sweida, ciudad cercana a la frontera con Jordania y manejada por combatientes drusos.

En la madrugada del martes, el jefe de seguridad interior de la provincia, el general Ahmad Dalati, anunció en un comunicado: "Las fuerzas de los ministerios del Interior y de Defensa comenzarán a entrar en el centro de la ciudad de Sweida".

Poco después, el ministro de Defensa, Murhaf Abu Qasra, declaró un alto el fuego: "Tras un acuerdo con las personalidades y dignatarios de la ciudad, responderemos únicamente a las fuentes de fuego y nos ocuparemos de cualquier ataque de grupos al margen de la ley."

El gobierno provisional de Ahmed al-Sharaa —un exmilitante que perteneció a la organización al-Qaeda y quien derrocó al presidente Bashar al-Assad en diciembre— dijo que tomó esta medida para apaciguar los enfrentamientos entre drusos con tribus beduinas de la región, que han causado centenares de muertos en dos días.

El ministerio del Interior sirio indicó que más de 30 personas han muerto y casi 100 han resultado heridas. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, informó al menos 99 fallecidos, entre ellos dos niños, dos mujeres y 14 miembros de las fuerzas de seguridad.

El comunicado inicial instó a las facciones armadas de Sweida a “cooperar con las fuerzas del ministerio del Interior, no oponer resistencia a su entrada y entregar sus armas al ministerio del Interior”. También instó a “abrir un diálogo con el gobierno sirio para abordar las repercusiones de los sucesos”.

Las tropas sirias tomaron temprano el control de varias localidades que rodean Sweida, de mayoría drusa, un grupo etnoreligioso surgido en Egipto a principios del siglo XI como una secta del islam. Sus líderes religiosos aprobaron la entrada de las fuerzas gubernamentales esta vez y pidieron a sus facciones que entregaran las armas.

La ciudad entró en toque de queda y el ministerio de Defensa pidió a los habitantes de la zona "que permanezcan en sus casas y le informen de todos los movimientos de los grupos ilegales". 

Más de la mitad del cerca de un millón de drusos que hay en el mundo vive en Siria, principalmente en la provincia meridional de Sweida y en algunos suburbios de Damasco, especialmente en Jaramana y Ashrafiyat Sahnaya, al sur de la capital.

El resto de los drusos se encuentra principalmente en Líbano e Israel, incluyendo los Altos del Golán, que Israel capturó a Siria durante la guerra de Oriente Medio de 1967 y anexó en 1981.

¿Y qué tiene que ver Israel?

El Gobierno de Israel, agresivo hacia los nuevos líderes sirios desde la caída de Assad, no quiere la presencia militar en el sur de Siria y ha intervenido en los últimos meses en ese país con el pretexto de proteger a los drusos.

El lunes el ejército israelí atacó esta región y el martes "un caza de la ocupación israelí atacó la ciudad de Sweida", informó la agencia oficial de noticias siria SANA.

Israel ya había tomado el control de una zona de amortiguamiento patrullada por la ONU en territorio sirio, cerca de la frontera con los Altos del Golán y ha llevado a cabo cientos de ataques aéreos contra sitios militares en Siria.

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, declaró que los bombardeos eran una "advertencia clara al régimen sirio".

¿Cuándo comenzó este enfrentamiento entre los drusos y los beduinos?

Los enfrentamientos entre los grupos armados drusos y las tribus beduinas —nómadas árabes que habitan los desiertos— comenzaron cuando una de sus comunidades instaló un control de carretera, atacó y robó a un vendedor de verduras druso, según lo explicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido.

A estos les siguieron una serie de ataques en respuesta, así como secuestros de parte y parte. 

El ministerio del Interior calificó la situación como una peligrosa escalada que “se produce en ausencia de instituciones oficiales competentes, lo cual ha agravado el caos, el deterioro de la seguridad y la incapacidad de la comunidad local para contener la situación”.

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, algunos miembros de las fuerzas sirias han apoyado activamente a las tribus beduinas. Por eso, la entrada del ejército en la zona ha sido vista como una acción parcial, en contra de las facciones drusas, que se habían formado originalmente para defenderse de militantes islamistas radicales que los consideraban herejes.

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En ocasiones, los drusos, han sido blanco de ataques del grupo Estado Islámico y otras organizaciones extremistas; por ejemplo, en 2018, miembros del grupo Estado Islámico los atacaron en la provincia de Sweida, matando a más de 200 personas y secuestrando a más de una veintena.

Los choques entre fuerzas leales al actual gobierno y algunos combatientes drusos son frecuentes, aunque otros apoyan el diálogo con al-Sharaa. En el nuevo gabinete, de 23 miembros, anunciado a finales de marzo solo se incluyó un druso, el ministro de Agricultura Amjad Badr y eso también ha despertado críticas. 

Un grupo liderado por el jeque Hikmat Al-Hijri, líder espiritual druso opuesto al nuevo gobierno en Damasco, emitió el lunes un comunicado en el que pedía “protección internacional” y acusaba a las fuerzas gubernamentales y a la agencia de Seguridad General de “apoyar a bandas takfiríes”, término usado para referirse a militantes suníes extremistas.

El portavoz del ministerio del Interior sirio, Noureddine al-Baba, señaló que "el conflicto real es entre el Estado y bandidos o criminales, no entre el Estado y ninguna comunidad siria… al contrario, el Estado considera a la comunidad drusa de Sweida como un socio en el proyecto de unidad nacional”.

¿Cuál es el actual panorama en Siria?

Al-Sharaa, líder de la coalición islamista suní, ha declarado que en esta fase, bajo su liderazgo, se protegerán los derechos de las minorías étnicas y religiosas.  

En uno de sus discursos en una mezquita de Damasco explicó, con relación a la violencia actual, que "estos desafíos eran previsibles. Debemos preservar la unidad nacional, la paz civil en la medida de lo posible y, si Dios quiere, podremos vivir juntos en este país". 

Sin embargo, se han presentado varios episodios de asesinatos sectarios desde la caída de Assad, el 8 de diciembre de 2024. 

En marzo, una emboscada contra fuerzas de seguridad gubernamentales por parte de combatientes leales a Assad desencadenó días de ataques sectarios y de venganza. Cientos de civiles murieron, en su mayoría miembros de la secta alauita a la que pertenecía Assad. Se creó una comisión para investigar los ataques, pero aún no se han publicado sus conclusiones.

Durante el férreo régimen de la familia Assad, se garantizaba la libertad religiosa y el país presumía de su sistema laico y nacionalista árabe.

La enviada adjunta de la ONU para Siria, Najat Rochdi, expresó su “profunda preocupación” por la violencia y pidió al gobierno y a los grupos locales “tomar medidas inmediatas para proteger a los civiles, restablecer la calma y prevenir la incitación”.

El ministerio de Relaciones Exteriores sirio ha solicitado a “todos los países y organizaciones que respeten la autoridad de la República Árabe Siria y se abstengan de apoyar cualquier movimiento rebelde separatista”. En un comunicado, instó a los sirios a “cesar los actos de violencia, entregar las armas ilegales y frustrar a quienes buscan desmantelar el tejido social sirio y sembrar discordia y división”.

En 2017, Naciones Unidas calculó que la reconstrucción de Siria costaría unos 250.000 millones de dólares. Sin embargo, tras la caída de Assad, algunos expertos estiman que ese monto podría elevarse hasta los 400.000 millones.

 

Con AFP, AP y medios locales 

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