La Policía Autónoma (PSNI) está investigando como un crimen de odio la quema de la figura de un bote con maniquíes que representaban a migrantes con salvavidas, ocurrida el 10 de julio durante una tradicional manifestación protestante en Irlanda del Norte. El primado de esta iglesia calificó el incidente como “racista, amenazante y ofensivo”.
La Orden de Orange, una fraternidad de protestantes unionistas que defienden la pertenencia a Reino Unido, realizó esta semana su tradicional desfile anual previo a la celebración del Doce de Julio, pero el jueves la quema de palés en barrios protestantes propia de este festival incluyó la figura de un bote con migrantes, que ardió junto a una pancarta con la frase “Detengan los barcos”.
La Policía Autónoma de Irlanda del Norte (PSNI) informó que considera la quema, que tuvo lugar en el pueblo de Moygashel, como un “incidente de odio”, y la condena a esta acción se ha extendido a líderes políticos y religiosos.
El arzobispo de Armagh John McDowell, primado de la iglesia protestante irlandesa, se deslindó de esta manifestación, a la que acusó de “racista, amenazante y ofensiva”, y aseguró que tales actos “inhumanos y anticristianos” no representan "en absoluto al cristianismo o la cultura protestante".
Pero el Comité de Hogueras de Moygashel, responsable de la manifestación, ha defendido el mensaje, al afirmar que el mismo es "una expresión de nuestro malestar con la crisis de inmigración irregular".
Una fiesta a fuego vivo
La festividad del Doce de Julio recuerda la victoria de Guillermo III de Orange, un monarca protestante, sobre el católico Jaime II en la batalla de Boyne.
La celebración, que se basa en el encendido de hogueras con distintos motivos, suele estar plagada de violencia, porque incluye la quema de banderas tricolores de la República de Irlanda, como reafirmación de la postura unionista y opuesta a la independencia, que promueven los republicanos católicos.
El paso por barrios tradicionales católicos suele terminar en disturbios, pero en esta oportunidad las quemas incluyeron mensajes antiinmigración, alentados por la reciente ola de violencia protagonizada por militantes de extrema derecha, que en junio pasado dejaron varios policías heridos y migrantes expulsados de sus hogares.
Jon Butcher, superintendente de la PSNI, rechazó que la festividad se aparte de su tradición como “una valiosa parte de la historia y cultura local”, y aseguró que no debe haber lugar “para el odio ni la intimidación, solo espacios para la celebración que acoge y festeja, no que divide”.
Generalización impulsada por la extrema derecha
La manifestación antiinmigrantes en la marcha unionista el 10 de julio reproduce una agenda impulsada un mes antes por militantes de extrema derecha, que rechazan la creciente afluencia de extranjeros llegados de Europa del Este.
Un incidente ocurrido el 9 de junio desató varias jornadas de violencia en Ballymena, cuando una vigilia para rechazar el intento de violación de una niña de 14 años, a manos de dos jóvenes de la misma edad, se volvió contra negocios y casas de extranjeros.
Todo comenzó cuando trascendió que los dos acusados habían solicitado la asistencia de un intérprete rumano para la lectura de cargos.
Participantes de la vigilia se apartaron de esta, para iniciar una ola de ataques con piedras, palos y fuego contra hogares donde se sospechaba que vivían inmigrantes, e incluso contra centros recreacionales destinados a albergarlos luego de que sus casas fueron destruidas.
El primer ministro Keir Starmer rechazó la violencia, al tiempo que fue acusado por líderes unionistas de haber permitido que “autobuses llenos” de personas con antecedentes sin verificar llenaran la ciudad.
Con EFE y medios locales
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