El comité gubernamental encargado de investigar el caso denunció este martes 22 de julio que 1.426 personas, la mayoría civiles, fueron asesinadas el pasado marzo durante varios días de violencia sectaria. La delegación elaboró una lista de casi 300 sospechosos involucrados en los ataques contra las fuerzas de seguridad seguidos de matanzas masivas de alauitas, que entregó a los tribunales.

Se trató de los peores hechos violentos en la región costera de Siria desde la caída de Bashar al-Assad en diciembre de 2024.

Ahora, tras cuatro meses de investigación, el comité gubernamental a cargo de las pesquisas asegura que 1.426 personas fueron asesinadas, la mayoría civiles.

La violencia en la costa comenzó el pasado 6 de marzo cuando grupos armados leales a Bashar al-Assad atacaron a las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno estacionadas en la región, matando a 238 de ellos, según el comité.

En respuesta, fuerzas de seguridad de otras regiones del país llegaron a la zona, junto a miles de civiles armados. En total, se movilizaron unos 200.000 hombres armados, según el comité.

Esa situación condujo a graves crímenes como asesinatos, tortura, robos, saqueo, incendio de viviendas y negocios, e incitación sectaria que, según el comité, fueron "generalizadas pero no organizadas".

Al entrar en barrios y aldeas, algunos —incluidos miembros de facciones militares— cometieron “violaciones graves y generalizadas contra la población civil”, declaró el portavoz del comité, Yasser al-Farhan.

En algunos casos, hombres armados preguntaron a los civiles si pertenecían a la secta alauita y “cometieron violaciones basándose en ello”, añadió el portavoz.

La violencia dejó sin funcionamiento hospitales y otras instituciones estatales y causó que amplias zonas quedaran fuera del control del gobierno, agregó.

Los investigadores identificaron en una lista a 298 personas sospechosas de cometer esos delitos que asegura remitió a la Justicia. 37 personas han sido arrestadas, informaron las autoridades a la prensa. 

No se especificó cuántos sospechosos pertenecían a las fuerzas de seguridad.

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¿Hay responsabilidad de las autoridades sirias en la violencia contra los alauitas?

El comité indicó que no hay pruebas de que los nuevos líderes militares sirios hayan ordenado ataques contra la comunidad alauita, a la que pertenecía Bashar al-Assad. 

El juez Jumaa al-Anzi, presidente del comité, declaró: “No tenemos pruebas de que los líderes (militares) dieran órdenes de cometer violaciones”.

También afirmó que los investigadores no habían recibido denuncias de secuestros de niñas o mujeres. Algunos grupos de derechos humanos, incluida una comisión de Naciones Unidas, han documentado casos de secuestro de mujeres alauitas en los meses posteriores a la violencia.

Una investigación de la agencia de noticias Reuters realizada el mes pasado identificó a 1.479 alauitas sirios muertos y decenas desaparecidos en 40 lugares distintos de asesinatos por venganza. Además, halló una cadena de mando que va directamente desde los atacantes hasta hombres que sirven junto a los nuevos líderes sirios en Damasco.

Ha habido denuncias continuas, aunque dispersas, de alauitas asesinados, robados y extorsionados desde la violencia. Decenas de miles de miembros de esta secta minoritaria han huido al vecino Líbano.

Los alauitas son una minoría religiosa que proviene de una rama del Islam chiita, el cual surgió en Siria en los siglos IX y X.

Esa minoría, tras sobrevivir a la persecución, se alzó con el poder durante el tiempo en que gobernó la familia Al-Assad, por más de 50 años, hasta 2024, con la huída de Bashar al-Assad después de casi 14 años de guerra civil.

El nuevo liderazgo sirio, que tiene sus raíces en la insurgencia liderada por grupos islamistas suníes contra Al-Assad, miembro de la minoría alauita, lleva mucho tiempo intentando tranquilizar a las minorías y asegurarles que estarán a salvo.

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La violencia sectaria se extiende

El informe de este martes sobre la violencia en la costa llega mientras Siria se recupera de una nueva ola de violencia sectaria en el sur, que nuevamente amenaza con trastocar la frágil recuperación del país tras casi 14 años de guerra civil.

La seguridad de las minorías ha vuelto a ser un problema importante este mes de julio, con cientos de personas muertas en la provincia sureña de Sweida, durante  las últimas dos semanas.

Esos enfrentamientos estallaron entre clanes beduinos musulmanes sunitas y grupos armados de la minoría religiosa drusa, y las fuerzas de seguridad gubernamentales que intervinieron para restablecer el orden, pero acabaron aliándose con los beduinos. Miembros de las fuerzas de seguridad presuntamente asesinaron a civiles drusos y saquearon e incendiaron viviendas. Por su parte, grupos armados drusos lanzaron ataques de venganza contra comunidades beduinas.

 

Las autoridades han creado un nuevo comité de investigación como respuesta.

Cientos de personas han muerto y la ONU afirma que más de 128.500 han sido forzosamente desplazadas. En los últimos días, la violencia allí ha cesado en gran medida debido al alto el fuego.

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Con Reuters y AP

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