Estados Unidos ha decidido rescatar a Argentina con 20.000 millones de dólares. Este rescate no solo se debe a la proximidad ideológica entre Donald Trump y Javier Milei. También se refiere a una legumbre y su papel en la guerra comercial entre Beijing y Washington.
Se trata de un rescate de tres, o incluso cuatro, vertientes. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, anunció el jueves 9 de octubre que había "finalizado" un acuerdo financiero con Argentina que proporcionará un salvavidas de 20.000 millones de dólares al gobierno de Javier Milei.
A primera vista, no había nada particularmente complicado en esta ayuda: las reservas de dólares de Argentina eran peligrosamente bajas y la administración de Donald Trump había decidido apoyar a uno de sus principales aliados políticos en América Latina.
Venta masiva de pesos argentinos
Pero entre bastidores, hay una miríada de otros factores —los intereses de los amigos financieros de Scott Bessent, una guerra de la soja, un cálculo político de Donald Trump o incluso el impasse con China— que podrían haber inclinado la balanza a favor de esta inusual ayuda directa. De hecho, Estados Unidos solo ha intervenido en los mercados cambiarios tres veces desde 1996: dos veces para apuntalar el yen japonés y una vez el euro.
La operación para rescatar al soldado Milei se originó tras la derrota electoral del partido presidencial en la provincia de Buenos Aires a principios de septiembre. "Los mercados financieros se asustaron porque no habían anticipado la magnitud de la victoria peronista y los inversores comenzaron a deshacerse de sus pesos argentinos", afirma Matt Barlow, especialista en economía argentina de la Universidad de Glasgow. Como resultado, el Banco Central tuvo que intervenir vendiendo dólares para apuntalar el tipo de cambio. "El problema era que el Banco Central ya no contaba con suficientes reservas de divisas. Se hizo urgente encontrar una manera de reponer las arcas en dólares", añade Barlow.
Para Argentina es impensable quedarse sin dólares, ya que "el país tiene una deuda enorme -cuyos intereses deben pagarse en dólares- y la economía informal, muy importante, está dolarizada", explica Tamara Espiñeira, especialista en relaciones internacionales y América Latina en Sciences Po Rennes.
Javier Milei necesitaba urgentemente esos 20 000 millones de dólares, sobre todo teniendo en cuenta que se acercan unas elecciones cruciales: las legislativas del 26 de octubre. Pero nada obligaba a Estados Unidos a complacer al presidente argentino. La decisión de Washington fue recibida con una avalancha de críticas por parte de los demócratas. "Es incomprensible que el presidente Donald Trump decida apoyar financieramente a un Gobierno extranjero en el mismo momento en que cierra el Gobierno estadounidense", denunció Elizabeth Warren, figura del Partido Demócrata y miembro de la comisión bancaria del Senado.
Se unió a un grupo de otros siete legisladores demócratas que presentaron un proyecto de ley para impedir que el Gobierno estadounidense rescate las arcas del Tesoro argentino. Todos critican la decisión de Donald Trump de poner a disposición de Javier Milei 20.000 millones de dólares, mientras que, según ellos, la Casa Blanca se niega a ampliar los derechos de cobertura social a millones de estadounidenses con el fin de ahorrar dinero. La batalla en torno a la financiación de la seguridad social está en el centro del debate sobre el cierre del Gobierno.
Motosierra y soja
Pero para Donald Trump, ayudar a Javier Milei "es ante todo una cuestión personal y de proximidad ideológica", asegura Matt Barlow. "No olvidemos que Javier Milei es el primer dirigente extranjero que fue invitado a Mar-a-Lago incluso antes de la investidura de Donald Trump", añade Tamara Espiñeira.
Un fracaso de Javier Milei al frente de Argentina tendría un efecto muy negativo para la línea política trumpista. "El Doge se inspira en la motosierra de Javier Milei", asegura Tamara Espiñeira. El proyecto económico del presidente argentino se basa, en efecto, "en recortes drásticos del gasto público, sacrificando en particular sectores enteros de la protección social, con el fin de generar un superávit fiscal y reducir la inflación", resume Pia Riggirozzi, especialista en relaciones internacionales y Argentina en la Universidad de Southampton.
La ayuda estadounidense a Argentina también le debe mucho a una legumbre: la soja. Poco después del anuncio del acuerdo entre Estados Unidos y Argentina, Scott Bessent recibió un SMS —fotografiado por la agencia Associated Press— en el que se le informaba de que Argentina, tras haber sido rescatada por Estados Unidos, iba a vender más soja a China, cuando Beijing debería comprársela a los agricultores estadounidenses.
Todo este asunto constituye también un nuevo capítulo en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. El pasado mes de mayo, China decidió dejar de comprar soja a Estados Unidos —primer exportador mundial de soja— como medida de represalia por el aumento de los aranceles estadounidenses. Beijing podía permitírselo porque otros países estaban dispuestos a tomar el relevo, entre ellos Argentina.
Esto supone un problema político para Donald Trump, ya que las grandes explotaciones de soja se encuentran principalmente en estados pro-Trump. Y los agricultores que sufren la desaparición del cliente chino suelen ser votantes del presidente estadounidense. Están empezando a quejarse y Donald Trump les está haciendo creer que hay un "plan de rescate" de 10 000 millones de dólares. Pero aún no hay nada hecho.
Apuesta política antes de las elecciones legislativas
Más vale intentar que Javier Milei vuelva al buen camino norteamericano. "Argentina ha decidido suprimir hasta las elecciones los impuestos sobre las exportaciones de soja, en parte para vender más a China y obtener divisas extranjeras lo antes posible", explica Matt Barlow.
Los 20.000 millones de dólares son una forma de decirle a Javier Milei que no necesita vender más soja a Beijing. ¿Será suficiente? «Probablemente no lo sea», opina Tamara Espiñeira. "El objetivo es más bien dar un respiro económico y político al presidente argentino", añade Pia Riggirozzi.
Washington espera estabilizar la economía argentina al menos hasta las elecciones legislativas del 26 de octubre. "Es una apuesta política", asegura Matth Barlow.
Por último, una economía en crisis no beneficiaría al partido de Javier Milei… ni a los "amigos" financieros de Scott Bessent. 'The New York Times' reveló el jueves que el inversor Robert Citrone, antiguo "colega mentor" de Scott Bessent cuando trabajaba para George Soros, había apostado por Argentina y "había presionado al secretario del Tesoro" para que apoyara financieramente a Javier Milei. "Es más fácil para un estadounidense invertir en Argentina con este presidente que si un opositor peronista, mucho más hostil hacia Washington, estuviera al frente del país", reconoce Matt Barlow.
Washington tampoco quiere que Javier Milei salga demasiado debilitado de las elecciones legislativas porque, si fuera sustituido, "cualquier otro político de la oposición probablemente sería más favorable a China", concluye Tamara Espiñeira.
Este artículo ha sido adaptado de su original en francés.
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