Una victoria frente a los dueños de la fiesta, Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, no es un objetivo creíble para el joven normando de 24 años Kévin Vauquelin. Pero lo que ha hecho hasta el primer descanso alienta las ilusiones de volver a tener a un francés en el podio del Tour, algo que no sucede desde que Romain Bardet escoltó a Chris Froome y Rigoberto Urán en 2017. El camino hacia los Pirineos se inicia este 16 de julio, y con ello se reactiva el sueño de Vauquelin.
Las cosas puedes cambiar muy rápidamente. La primera experiencia profesional de Kévin Vauquelin terminó entre lágrimas, cuando el alejamiento de la familia y el aislamiento debido a la pandemia lo dejó al borde de la depresión en su debut con el VC Rouen 76.
Su padre tuvo que ir a buscarlo y llevarlo de regreso a casa una madrugada de 2020. Cinco años después, lo vio partir entre vítores de la tierra natal, Bayeux, donde se inició la sexta etapa, mientras la fachada de la escuela Juana de Arco, donde estudió, exhibía una foto de un Vauquelin adolescente, sacada de las páginas del antiguo anuario, entre pancartas de “Allez, Kévin”.
El furor en torno al hijo ilustre de Bayeux estaba más que justificado. Un día antes había quedado quinto en la contrarreloj individual de Caen. No le sirvió para retener el ‘maillot’ blanco que distingue a los mejores jóvenes por debajo de los 26 años, pero sí para meterse tercero en la general, y por lo tanto en el podio.
Ese era el mejor resultado que había conseguido en el Tour de este año su equipo, el francés Arkéa-B&B Hotels. Los otros dos son también suyos: el octavo lugar de la segunda etapa, y el puesto siete en la séptima.
El descanso de este 15 de julio en Toulouse lo encontró ya fuera del podio, sexto en la general comandada provisionalmente por Simon Yates, el campeón del Giro de Italia. Pero eso no significa que Vauquelin no siga teniendo aspiraciones ahora que la prueba se encamina a la molienda de la alta montaña.
“El cuerpo está un poco vacío. Pasaron muchas cosas emocional y físicamente. Hay que gestionar la recuperación”, declaró el francés al diario ‘L’Equipe’.
Vauquelin sabe que de ahora en adelante las opciones serán escasas para un corredor de sus características, rendidor en fugas pero poco dado a los ascensos, y gran contrarrelojista, pero no experto en cronoescaldadas como la que le espera en Peyragudes en el segundo tercio del Tour.
“Tenemos un objetivo, y todavía no lo hemos conseguido: es una victoria de etapa. Conmigo, pero también con todos los compañeros. Estar entre los primeros 10 en la general es enorme, es una carrera muy exigente. Pero casi preferiría ser undécimo después de haber hecho una buena escapada, tal vez ganando una etapa”, admitió.
Moviéndose en terreno conocido
Vauquelin ya conoce lo que significa ganar y ser líder en la Grande Boucle, porque se apuntó la segunda etapa de la pasada edición, disputada en Bolonia, durante el arranque en Italia, y se vistió brevemente de amarillo.
El resultado le valió ser incluido en el equipo olímpico francés de cara a los Juegos de París 2024, donde terminó con resultados modestos: puesto 15 en la contrarreloj y 34 en la ruta. En esta última prueba, dos de sus compatriotas, Valentin Madouas y Christophe Laporte, escoltaron en el podio a Remco Evenepoel.
Su contribución se sumaba a los buenos augurios de sus actuaciones previas y posteriores, las que lo tienen como una de las grandes esperanzas del ciclismo francés de volver a ser protagonista.
Se impuso en el Tour de los Alpes Marítimos en 2023. En la Estrella de Bessèges, la primera prueba por etapas del calendario europeo, suma un segundo lugar en 2024 y una corona en 2025. También escoltó a Stephen Williams el año pasado y a Tadej Pogacar esta campaña en la Flecha Valona, probablemente el escenario cumbre del llamado Tríptico de las Ardenas.
Poco más de dos semanas antes de la Grande Boucle, emocionó con su segundo lugar en el Tour de Suiza, donde perdió el liderato en la última etapa a manos del portugués de UAE Team Emirates Joao Almeida, que anuló una desventaja de 33 segundos imponiéndose en una contrarreloj de apenas 10 km, que incluyó 800 m de desnivel acumulado.
¿Qué sigue en el Tour?
Un buen resultado en el Tour dejará a Vauquelin en muy buena posición para un futuro que debe definirse en el corto plazo. Está en el último año de su contrato con Arkéa-B&B Hotels, que además termina también en 2025 sus convenios de patrocinio.
El equipo necesita retener a Vauquelin para atraer a nuevas marcas y seguir siendo parte del WorldTour, pues todavía tiene pendiente una muy improbable renovación de licencia para finales de año. Pero todo parece indicar que el futuro del normando está fuera de esta escuadra.
Ineos Grenadiers luce como el destino más probable para él. El equipo británico sabe que le puede resultar muy útil la versatilidad y el margen de mejoramiento del francés, que todavía no ha explorado del todo sus notables habilidades en la montaña.
De momento, Vauquelin está consciente de que lo que resta de Tour, con la alta montaña como alfombra roja para la entrada triunfal de Pogacar y Vingegaard, no es el mejor escenario para él, pero también sabe que ahora tiene herramientas que no manejaba ni siquiera cuando logró su victoria de etapa en 2024.
“Este inicio del Tour me debe servir para el futuro. La notoriedad en el pelotón me permite posicionarme un poco más adelante para estar en contacto con los mejores. El año pasado no habría podido estar ahí simplemente porque era más difícil posicionarme”, analizó Vauquelin en declaraciones a la prensa.
Vauquelin no es el único joven que está animando el Tour 2025. Un escocés de 22 años, Oscar Onley de Picnic-PostNL, está séptimo en la general después de un tercer lugar en la séptima etapa y de rozar el podio en la cuarta.
Pero el francés sigue mejor posicionado en la clasificación del ‘maillot’ blanco, a 2:26 minutos de Ben Healy y a 57 segundos de Remco Evenepoel. Terminar como el mejor entre los jóvenes puede ser una meta viable para coronar un comienzo que tal vez él mismo consideraba imposible antes de la salida en Lille.
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