Los primeros testigos que han declarado hasta ahora en el juicio por la muerte de Diego Maradona dan cuenta de una habitación “muy sucia” para albergar a una persona que acababa de ser sometida a una cirugía cerebral. Se trata de médicos que acudieron a intentar la reanimación del astro del fútbol y de los primeros policías en llegar a la escena. Sus relatos han sido la puerta de entrada para tratar de determinar la culpabilidad de los siete acusados.
Cuatro audiencias se han completado ya en el proceso que se espera que se extienda hasta julio, pero fueron las del 18 y el 20 de marzo las primeras que incluyeron comparecencia de testigos. Todos respaldaron la hipótesis de la Fiscalía de que Diego Armando Maradona no había recibido la atención necesaria para un paciente en sus condiciones.
Maradona fue operado para reducir un hematoma subdural el 3 de noviembre de 2020, y apenas ocho días después fue transferido para completar la recuperación en casa, a pesar de que el neurocirujano responsable de la operación y médico de cabecera del ‘Pelusa’, Leopoldo Luque, reconocía que sufría “episodios de confusión” y que estaba atravesando “un cuadro de abstinencia”.
Luque es uno de los ocho acusados, una lista que también incluye a la psiquiatra Agustina Cosachov, el psicólogo Carlos Ángel Díaz, la coordinadora médica del servicio contratado para la atención domiciliaria Nancy Forlini, el coordinador de enfermeros Mariano Perroni, el médico clínico Pedro Di Spagna y los enfermeros Dahiana Madrid y Ricardo Almirón.
Madrid es la única que no será juzgada en este proceso, pues ella y su defensa prefirieron enfrentar un juicio con jurado, que se espera que se inicie en julio.
Los primeros testimonios del abandono
Los testigos interrogados en la tercera y cuarta audiencias asistieron a la casa donde Maradona estaba recluido el 25 de noviembre, cuando murió víctima de un paro respiratorio asociado a una insuficiencia cardiaca, de acuerdo con la autopsia.
El martes 18 de marzo fue el turno de declarar para los policías que entraron a la residencia de San Andrés, un barrio exclusivo de Buenos Aires.
La sesión incluyó la exhibición de fotografías y videos en las que podía verse no solo el cuerpo del astro de la albiceleste, sino el estado caótico de la habitación, que refuerza la posición de la Fiscalía y la querella privada de que Maradona fue “abandonado a su suerte”.
Los testigos coincidieron en que el cuerpo del exfutbolista estaba visiblemente inflamado, y que la habitación carecía de dispositivos para atender una emergencia médica, como desfibrilador y cilindro de oxígeno. Además, testificaron que Maradona yacía en una cama doble convencional, y no en una cama clínica.
“La casa estaba muy sucia, muy desordenada, especialmente el cuarto, no había ningún tipo de orden o limpieza por lo menos básica para poder tener a una persona recién operada”, aseguró Colin Campbell, un médico que testificó en el juicio.
El jueves 20 fue el turno de los primeros médicos en acudir a la residencia ubicada en San Andrés, a las afueras de Buenos Aires. Collin Campbell, un cirujano plástico vecino de Maradona, fue el que más comprometió el relato de los acusados.
Campbell fue convocado por Juan Carlos Soto, vigilante de la urbanización donde estaba ubicada la residencia alquilada para la recuperación del exjugador de 60 años. “La casa estaba muy sucia, muy desordenada, especialmente el cuarto, no había ningún tipo de orden o limpieza por lo menos básica para poder tener a una persona recién operada”, aseguró el médico.
Campbell agregó que su llegada, al mediodía del 25 de noviembre, encontró a la enfermera Dahiana Madrid y al custodio Julio Coria practicando resucitación cardiopulmonar (RSP).
A su pregunta de cuándo lo habían encontrado, la respuesta fue que el hombre se había levantado a desayunar a media mañana, y que luego se había retirado a descansar a su habitación. También consultó si había dispositivos de reanimación, y le dijeron que no.
Campbell ha sido el primer testigo en respaldar las dudas de la Fiscalía sobre la hora de la muerte. “Su temperatura no me pareció que correlacionara el relato que me dijeron de cuándo fue la última vez que lo vieron”, afirmó Campbell, quien luego estimó que Maradona debía llevar más de una hora muerto cuando él fue llamado para asistirlo.
La apreciación de Campbell fue respaldada por el siguiente testigo, Juan Carlos Pinto, médico de la empresa de emergencias Más Vida, contratada para el cuidado de Maradona, quien fue el encargado de declarar la hora de la muerte y dar la noticia a sus familiares (la exesposa Claudia Villafañe, y las hijas Dalma, Giannina y Jana), que habían sido desalojadas hacia el patio por la Policía.
“Por lo menos (hacía) más de dos horas que estaba muerto, por la rigidez cadavérica y porque tenía signos de estasis sanguínea”, declaró Pinto, refiriéndose al estancamiento de la sangre que produce las llamadas “livideces”, manchas rojizas o violáceas derivadas de la acumulación de sangre por efecto de la gravedad.
El contraataque de la defensa
Los testimonios de Campbell y Pinto serán usados para apoyar la tesis de la Fiscalía de que Maradona no era monitoreado con la regularidad que lo imponía la gravedad de su situación y que su muerte pudo haber seguido a una agonía de hasta 12 horas.
Ese argumento se desprende las actuaciones de la junta médica interdisciplinaria designada por el Ministerio de Justicia para investigar las circunstancias del fallecimiento, y encargada de elaborar el informe sobre el que se presentaron las imputaciones.
La defensa asegura que la muerte se produjo de forma súbita y en la audiencia del 20 de marzo cuestionó el testimonio de Pinto, al señalar que variaba con respecto a lo declarado durante las instrucciones iniciales.
El abogado de Nancy Forlini, Nicolás D’Albora, cuestionó a Pinto, que en sus primeras declaraciones había dicho que notó la rigidez cadavérica al final de la reanimación, mientras que en la audiencia aseguró que la detectó al llegar.
La defensa de la psiquiatra Agustina Cosachov también usó las declaraciones de Pinto para tratar de desarmar el argumento de los acusadores de que la inflamación era un indicio de que Maradona llevaba varias horas muerto cuando comenzaron a asistirlo.
El abogado Vadim Mischanchuk se adhirió a la posibilidad expuesta por Pinto de que la hinchazón fuera producto del desplazamiento de aire derivado de la RCP: “Cuando el testigo llegó, ya se habían hecho las maniobras de reanimación. Ya había entrado aire”.
Los testimonios de Campbell y Pinto son claves para probar que la muerte pudo haberse producido mucho antes de que los acusados comenzaran a prestar atención y, por lo tanto, apoyar la acusación de abandono de persona, otra de las imputaciones hechas al personal médico responsable del ‘Pelusa’.
Una imputación difícil de comprobar
La acusación más grave que enfrentan los acusados, la de homicidio con dolo eventual, prevé una pena de prisión que podría llegar hasta los 25 años, y es también la más difícil de probar, porque transita la delgada línea entre la imprudencia y la intencionalidad.
De acuerdo con la teoría jurídica, el dolo eventual existe cuando el acusado no pretende necesariamente cometer un delito, pero conoce claramente el riesgo de que sus acciones u omisiones conduzcan a que éste se produzca, y aun así continúa adelante con su proceder.
Aunque algunos expertos describen el dolo eventual como “mitología jurídica”, existen antecedentes en la Justicia argentina de acusados condenados bajo esta figura.
Uno de ellos fue Sebastián Cabello, un hombre que en 1999 participó en carreras callejeras de automóviles en Buenos Aires e impactó a 137 kilómetros por hora con un vehículo que no estaba involucrado en los piques, causando la muerte de sus ocupantes.
La sentencia condenatoria en su contra aceptó los extremos del dolo, al afirmar que el acusado “tuvo pleno conocimiento” de que su participación en una “carrera callejera de automóviles en una avenida urbana” podía “resultar en la muerte de un tercero” y aun así “continuó con su acción”.
Una apelación ante un tribunal de Casación terminó en la modificación de la imputación y Cabello fue condenado por homicidio culposo, y no por dolo eventual, que es lo que pretenderá la defensa de los acusados en el caso de Maradona.
Aunque en un país diferente, esta imputación sí fue admitida para condenar a un hombre por la muerte del medallista olímpico Rafael Vidal, quien fue arrollado por el conductor de una camioneta Hummer, un vehículo de origen militar comercializado como SUV, mientras ambos conducían en una autopista en Caracas en 2005.
El ex fiscal general de Venezuela Javier Elechiguerra actuó como acusador privado en nombre de la familia y logró demostrar que el conductor, Roberto Detto Radaelli, había actuado a sabiendas de que conducir a altas velocidades y bajo los efectos del alcohol un vehículo de cuatro toneladas podía derivar en la muerte de un tercero.
Demostrar el desprecio de los imputados por las consecuencias de sus actos y, sobre todo, de sus omisiones en el caso de Maradona, será el gran desafío de los acusadores.
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