La decisión del Gobierno de Estados Unidos de suspender la emisión de visas de trabajo para conductores de camiones extranjeros marca un nuevo capítulo en la política migratoria de la administración de Donald Trump. El anuncio, realizado por el secretario de Estado Marco Rubio, se da tras discusiones en torno a la seguridad vial, la migración y la economía del transporte.

El jueves 21 de agosto, el Departamento de Estado de Estados Unidos confirmó la suspensión inmediata de las visas de trabajo para camioneros extranjeros. El secretario de Estado, Marco Rubio justificó la decisión argumentando que “el creciente número de conductores extranjeros que operan camiones con remolque en las carreteras estadounidenses está poniendo en peligro las vidas estadounidenses y socavando el sustento de los camioneros nacidos en Estados Unidos”.

Si bien la medida está enmarcada oficialmente en preocupaciones por la seguridad en las carreteras, expertos advierten que las consecuencias económicas podrían sentirse en diversos sectores, especialmente en el comercio transfronterizo y la cadena de suministro.

La decisión de la Casa Blanca busca limitar la presencia de trabajadores extranjeros en sectores considerados sensibles. Desde abril, una orden ejecutiva firmada por Trump exige a los camioneros cumplir con pruebas de dominio del inglés, endureciendo requisitos que ya estaban contemplados en la legislación pero que habían sido flexibilizados en 2016.

El secretario de Transporte, Sean Duffy, defendió la medida asegurando que no aplicar estos estándares de calificación “plantea serios problemas de seguridad y aumenta la probabilidad de accidentes”.

Un accidente de Florida, el detonante político

El caso que colocó a los camioneros extranjeros en el centro de la agenda política fue el accidente ocurrido el pasado 12 de agosto en el condado de St. Lucie, Florida. Harjinder Singh, un inmigrante indio de 28 años, realizó un giro en U no autorizado con un camión de 18 ruedas, bloqueando el paso a una minivan en la que viajaban tres personas, todas fallecidas en el impacto.

Singh contaba con un permiso de trabajo y una licencia comercial expedida en California, estado que permite emitir este tipo de documentos sin importar el estatus migratorio. Tras el accidente, las autoridades federales revelaron que Singh había ingresado de manera irregular al país en 2023 y que había reprobado una evaluación de competencia en inglés.

El hecho rápidamente trascendió al debate nacional. Funcionarios de Florida responsabilizaron a las políticas migratorias de California, mientras que el gobernador Gavin Newsom respondió que el propio Gobierno federal había otorgado el permiso de residencia al conductor.

El vicegobernador de Florida, Jay Collins, llegó incluso a viajar a California para supervisar personalmente la extradición de Singh, en un gesto que fue calificado por la oficina de Newsom como una “oportunidad fotográfica” de carácter político.

El transporte de carga y su dependencia de la migración

Más allá del debate político, las cifras oficiales muestran que la industria del transporte en Estados Unidos depende en gran medida de la mano de obra extranjera. Según datos federales, alrededor del 16% de los camioneros en el país nacieron fuera de sus fronteras, lo que representa más de 700.000 conductores en 2021.

Más de la mitad de ellos provienen de América Latina, mientras que también crece la presencia de conductores de la India y Europa del Este.

El programa de visas H-2B, dirigido a trabajadores temporales, ha sido uno de los principales mecanismos para incorporar a estos conductores al mercado laboral. Sin embargo, la participación de los camioneros en dicho esquema es reducida: apenas 1.500 visas fueron emitidas en el último año fiscal, y 1.400 en el anterior, apenas el 2% del total de permisos bajo este régimen.

Para analistas como Jeff Joseph, presidente de la Asociación Americana de Abogados de Inmigración, el programa ha servido como un paliativo ante una “escasez persistente de conductores comerciales”, según consignó AP.

Sin embargo, la decisión de Trump de suspender las visas amenaza con interrumpir ese flujo, en un contexto de presión por la demanda creciente de transportes terrestres, como los camiones, en las cadenas de suministro.

Posturas encontradas en la industria

La medida ha provocado reacciones divididas entre los grupos que representan a los transportistas. La Asociación Americana de Camiones (ATA) respaldó la decisión, afirmando que la emisión de licencias a no ciudadanos “requiere un escrutinio riguroso” para garantizar la seguridad.

En la misma línea, la Owner-Operator Independent Drivers Association celebró que el Gobierno “haya visto a través del mito de la escasez de camioneros” y haya decidido restablecer estándares de seguridad en las carreteras.

Por el contrario, asociaciones de transportistas en zonas fronterizas expresaron preocupación. Jerry Maldonado, de la Asociación de Transportistas de Laredo, que agrupa a unas 200 empresas que operan en ambos lados de la frontera con México, señaló a AP que el anuncio generó temor entre los conductores. Sin embargo, se mostró aliviado cuando el Departamento de Estado aclaró que las visas B-1, utilizadas por transportistas mexicanos y canadienses, no se verían afectadas. “El anuncio asustó a algunas personas, pero me alegra la aclaración”, afirmó.

La aclaración, no obstante, no disipó las dudas sobre el futuro de la política migratoria en el sector del transporte. El abogado de inmigración Alex Gálvez advirtió a la agencia EFE, que el accidente en Florida podría derivar en una revisión masiva de licencias otorgadas a inmigrantes con permisos de trabajo, lo que pondría bajo la lupa a toda la comunidad de camioneros extranjeros.

Para los conductores extranjeros, la decisión representa un golpe a su estabilidad laboral y a su futuro en Estados Unidos. Salvador, un inmigrante salvadoreño amparado por el Estatus de Protección Temporal (TPS), relató a EFE su temor a perder su licencia comercial y eventualmente ser deportado. “Trabajamos en la pandemia llevando mercancías y en ese momento no le quitábamos el trabajo a nadie”, expresó, denunciando lo que considera un trato injusto por parte del Gobierno.

Menos visas y probables consecuencias económicas

Aunque el número de camioneros afectados directamente por la suspensión de visas podría no superar unos pocos miles dentro de los 3,5 millones de conductores en el país, los expertos alertan que las repercusiones económicas podrían ser significativas.

El sector del transporte es un engranaje esencial en la economía estadounidense: alrededor del 70% de las mercancías se trasladan por carretera. Una reducción, aunque sea limitada, de la fuerza laboral disponible podría generar cuellos de botella en la logística, incrementando los costos de transporte y, en consecuencia, los precios de los productos.

Las cadenas de suministro transfronterizas también se verán presionadas. México y Canadá son los principales socios comerciales de Estados Unidos y dependen en gran medida del flujo constante de camiones para el intercambio de bienes.

Si bien los conductores que operan bajo visas B-1 no están incluidos en la suspensión, el clima de incertidumbre podría desalentar a nuevos solicitantes o generar demoras en procesos de autorización.

A nivel interno, la medida podría intensificar las tensiones laborales. Los sindicatos de camioneros estadounidenses han denunciado históricamente que las empresas buscan contratar extranjeros para reducir costos, lo que explicaría parte del respaldo que ha recibido la medida entre ciertos grupos gremiales. Sin embargo, eliminar a estos trabajadores podría llevar a una escasez de mano de obra, especialmente en temporadas de alta demanda como las festividades de fin de año.

Con EFE, AP, Reuters y medios locales.

France24

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