Beijing ha dejado de ser el prestamista de los países en desarrollo para convertirse en el colector de deuda más grande entre algunos de los países más pobres del mundo, que deberán devolver este año la cifra récord de 22.000 millones de dólares, según un estudio del Instituto Lowy de Australia. Las deudas pondrán en jaque la capacidad de varios países de mantener servicios y escuelas funcionando.
Algunos de los países más pobres y vulnerables del mundo deberán devolver a China más de 22.000 millones de dólares en 2025, como pagos de los préstamos previamente otorgados por Beijing. Los reembolsos pondrán aún más presión sobre países en vías de desarrollo, limitando la capacidad de algunas de estas naciones para mantener servicios funcionando y hacer inversiones en materia de salud, educación, infraestructura, reducción de la pobreza, atención a emergencias, entre otras áreas.
Tal es la conclusión de un estudio publicado en mayo por el Instituto Lowy de Australia, que documentó y revisó datos del Banco Mundial, autoridades chinas y países receptores de préstamos por parte de China. La mayor economía del mundo deberá recibir más de 35.000 millones de dólares en pago de deudas, y al menos 22.000 millones de dólares deberán ser pagados por 75 de los países más pobres y vulnerables del mundo.
El estudio también revela la caída estrepitosa en el otorgamiento de préstamos de China, que durante casi una década jugó un rol determinante como principal prestamista a los países en vías de desarrollo, como parte de su Iniciativa de la Franja y la Ruta (China Belt and Road Initiative). La estrategia global de desarrollo de infraestructuras fue adoptada por el gobierno de China en 2013 y financió proyectos e inversiones en más de 150 países y organizaciones internacionales.
Como parte de la política de préstamos, orientada a invertir y conectar Europa, Asia y América, además de establecer y consolidar su influencia geopolítica y la entrada en mercados en todo el mundo, China entregó sumas exorbitantes para la construcción de grandes proyectos en Pakistán, Angola, Sri Lanka, Etiopía, Kenia, Zambia, Bangladesh, Belarús, Egipto, Nigeria.
Pero también en Latinoamérica, prestando dinero en Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia. Poco más de una década después, China pasa ahora a ser el principal colector de deuda o cobrador de estos países, pese a que continúa financiando a socios estratégicos y críticos para la obtención de recursos minerales y commodities, aún ante el escenario del colapso generalizado de sus préstamos globales.
"Durante el resto de esta década, China será más un cobrador de deudas que un banquero para el mundo en desarrollo", afirmó Riley Duke, autor del informe. Beijing pasó de entregar más de 18.000 millones en 2016, a entregar préstamos por el orden de los 4.400 millones de dólares en 2023.
“China es el mayor acreedor bilateral en 53 países y se encuentra entre los cinco principales en tres cuartas partes de todos los países en desarrollo… Para los países más pobres y vulnerables, los pagos a China representan una cuarta parte de todos los costos del servicio de la deuda, superando tanto a los prestamistas multilaterales como a los acreedores privados”, apunta el informe.
El enorme peso de la deuda en algunos de estos países pondrá en riesgo las inversiones para reducir la pobreza, al tiempo que podría también fomentar la inestabilidad económica y social. Los gobiernos deberán enfrentar el dilema de cancelar las deudas, descuidando las inversiones nacionales, o presionar para lograr una reestructuración de pagos, probablemente incurriendo en más deuda e intereses.
El vencimiento de los pagos y las concurrentes presiones llegan también mientras Estados Unidos da un viraje en su política de asistencia global en materia humanitaria y de desarrollo. La Administración del presidente Donald Trump ha eviscerado las agencias federales creadas para la entrega y distribución de aportes internacionales a países en vías de desarrollo, cimentando una política más aislacionista. El fin de las ayudas en diversas áreas —desde proyectos agrícolas, educación, hasta medicinas contra el VIH— ha supuesto más presiones sobre países ya vulnerables.
El estudio también reseña que China mantiene la entrega de nuevos préstamos a países en los que sostiene intereses geopolíticos o diplomáticos, particularmente como mecanismo de coacción e imposición de su política exterior de “Una sola China”. Países que abandonaron su reconocimiento a Taiwán, como Honduras, Nicaragua, Islas Salomón, Burkina Faso y República Dominicana, recibieron nuevos préstamos en lapsos de 18 meses después del cambio de posición.
Con Reuters, AP y medios locales.
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