Wimbledon disputó en 2025 su primera final en ocho años sin el serbio Novak Djokovic como uno de sus protagonistas. La definición entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner fue un pase de testigo más que elocuente: del último vestigio del Big Three al poderoso ascenso de la nueva era, la dupla que se ha repartido los últimos seis Grand Slams y promete dominar el tenis por los próximos años. Pero 'Nole' todavía no ha dicho la última palabra. ¿Hasta dónde podrá llegar en medio de su evidente declive físico?
Jannik Sinner se convirtió en Wimbledon en el primer hombre aparte de Rafael Nadal que suma cinco victorias en fila sobre Novak Djokovic, y el cuarto que le ha ganado en todas las superficies (junto a Federer, Nadal y Murray). La era de Sinner y su rival de la final Carlos Alcaraz ha comenzado, pero eso no significa que la del Big Three haya terminado, no mientras Djokovic siga teniendo ambiciones. Y las tiene.
A diferencia de Federer y Nadal, cuyo descenso fue dolorosamente abrupto, impulsado por las lesiones, la despedida no declarada de Djokovic es combativa y desprovista de nostalgia. De hecho, promete regresar el próximo año a seguir buscando la gloria en la "Catedral".
’Nole' se niega a ser percibido como un ídolo en decadencia, ningún gesto en su enérgica actitud anticipa un adiós. Nada de ranking congelado ni concesiones para él. Cada molestia física es seguida de un breve descanso y un retorno que, por lo general, hace honor a su prodigioso historial deportivo.
A los 38 años ha jugado tres semifinales consecutivas en torneos de Grand Slam y sigue estando entre los 10 mejores del mundo. A esa edad, Nadal ya estaba retirado, y Federer llegó a semifinales de Roland Garros y el Abierto de Australia, a una final del Wimbledon y era número 3 del mundo, pero también comenzó el calvario de su rodilla que finalmente marcó su retiro.
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Objetivos reenfocados, pero no descartados
Djokovic está plenamente consciente de la cuesta a la que se enfrenta, pero no deja que le sirva de excusa para limitar sus expectativas. Simplemente reajusta sus objetivos y se concentra en buscar una fórmula para llegar bien a los grandes torneos.
Tras su derrota ante Sinner, reconoció: “siento que llego a los partidos con el tanque medio vacío”. Wimbledon fue una muestra de ello, con presentaciones a un altísimo nivel en las primeras rondas y un físico limitado en las últimas, sobre todo después del episodio del tirón en el muslo izquierdo durante el partido de cuartos de final ante Flavio Cobolli.
Su diagnóstico es descarnado, pero sin drama: “No creo que sea mala suerte. Es solo la edad, el desgaste del cuerpo”.
Es difícil pensar que Djokovic tenga todavía algo por demostrar en el tenis. La medalla de oro olímpica de París 2024, tan ansiada y largamente perseguida, pudo haber sido su canto del cisne, como lo fue la final de Wimbledon perdida en cinco épicos sets por Federer a los 38 años ante el serbio en 2019, o el título 14 de Rafael Nadal en Roland Garros en 2022.
Solo existe un campeón olímpico de más edad que los 37 años y dos meses que ‘Nole’ tenía cuando ganó sobre la arcilla de Roland Garros ante Alcaraz, el británico Major Ritchie, que tenía 37 y nueve meses cuando ganó en Londres 1908.
Pero Djokovic sigue teniendo metas por perseguir ante jóvenes como Alcaraz o Sinner, que eran bebés de dos y tres años cuando él jugó su primer partido en Wimbledon en 2005.
El serbio tiene más títulos de Grand Slam que cualquier otro hombre en la historia, 24 en total, dos más que Nadal y cuatro más que Federer, esto a pesar de haberse saltado el Abierto de Australia y el de Estados Unidos en 2022, pues su negativa a vacunarse contra el Covid-19 frustró la entrada a ambos países.
Ha ganado más veces en Australia que cualquier otro hombre (10) y en Wimbledon solo un título lo separa del récord de ocho de Federer.
Ha estado dos veces a punto de ganar los cuatro grandes el mismo año: en 2021, cuando solo se le escapó la final el Abierto de Estados Unidos ante Daniil Medvedev, y en 2023, pues cayó en la definición de Wimbledon ante Alcaraz.
Ha permanecido más semanas que cualquier otro jugador en la historia en la cima del ranking de la ATP: 428 en distintos periodos a lo largo de 13 años, con un récord de ocho temporadas que han cerrado con él en la cima.
Este es uno de los dos renglones en el que lo supera uno de sus compañeros del Big Three, porque Federer llegó a estar 237 semanas consecutivas en la cumbre, mientras que la seguidilla más larga para Djokovic es de 122 semanas.
El otro es el de total de torneos ganados, porque Federer consiguió 103 y Djokovic suma 100, con el récord absoluto en poder de Jimmy Connors (109), y todavía al alcance del serbio.
De resto, ‘Nole’ tiene más títulos en Finales de la ATP (7), más coronas en torneos Másters 1000 (40), más medallas olímpicas (el oro de París 2024 y la plata de Tokio 2020), más finales ganadas en grandes torneos (72), más triunfos ante los primeros cinco del mundo (125) y más trofeos bajo techo (14).
Además, domina la rivalidad particular contra los otros dos miembros del Big Three, con 31 victorias y 29 derrotas ante Nadal, y balance de 27-23 ante Federer. Increíblemente, ha sido capaz de mantenerse vigente de tal manera que lidera la hoja de servicios ante Alcaraz (5-3) y solo se mantiene en desventaja ante Sinner (4-5).
De hecho, de los 10 primeros del mundo, solo el italiano tiene más triunfos que reveses ante Djokovic, y algunos, como Ben Shelton, Jack Draper o Taylor Fritz, jamás han logrado superarlo.
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El reto de ser aún mejor
¿Qué puede animar a seguir a un hombre que ha demostrado de todas las formas posibles que es el mejor jugador de la historia? Djokovic puede no ser el más querido ni el más reconocido, seguramente no es el más simpático, pero no hay argumento posible contra su superioridad.
Tal vez haya objetivos intermedios, como el récord de Jimmy Connors, y desafíos propios del viaje del héroe, como ese pulso particular contra su propio declive fisiológico, la lucha contra un cuerpo que ya no responde al altísimo nivel que se lo sigue exigiendo.
Pero también hay un Santo Grial que el tenis escondió en los pliegues más recónditos de su historia: el récord de coronas de Grand Slams, que Djokovic comparte con la australiana Margaret Court.
Esa fue la meta imposible de Serena Williams, que ganó 39 de estos trofeos, pero “solo” 23 de ellos en individuales, y el resto en dobles femeninos junto a su hermana Venus y mixtos al lado del bielorruso Max Mirnyi.
Y es imposible porque sencillamente no hay forma de reproducir las circunstancias en las que Court lo consiguió. Trece de esas coronas fueron conseguidas antes de la llamada Era Abierta, y solo las últimas 11 llegaron bajo las actuales condiciones.
¿Qué significa esto? Antes del 22 de abril de 1968, los tenistas profesionales (aquellos con promotores y contratos publicitarios) no podían participar en varios de los principales torneos del circuito, como la Copa Davis, los Grand Slams y los eventos de la temporada sobre césped.
Era una separación similar a la que existe hoy en el boxeo, aunque eso no significaba necesariamente que el nivel fuera menor entre los llamados aficionados, que era el caso de Court, porque incluso se hablaba de pagos subrepticios para seguir animando su permanencia en el amateurismo.
Pero lo cierto es que no existía un ranking para definir las listas de participación, de modo que no había manera de garantizar un criterio universal para determinar el nivel de los jugadores, y los torneos podían ser eventos invitacionales.
Solo los privilegiados, y no necesariamente los mejores, podían aspirar a los grandes títulos, porque eran los únicos que podían costear su presencia en el circuito.
Un niño de la guerra como Djokovic, que llegó a entrenar en una piscina vacía a modo de “búnker” durante el cruento conflicto en la ex Yugoslavia, o una niña afroamericana de un barrio pobre como Williams, jamás hubieran podido jugar antes de 1968 entre los muchos grandes apellidos y títulos nobiliarios que poblaban el tenis. Y ellos han sido los mejores de la historia.
Fue a partir de 1968 que profesionales y aficionados pudieron competir juntos y que el talento comenzó a abrirse paso por encima de la solvencia económica y social.
Cuatro de los títulos de Court en torneos de Grand Slam fueron ganados ante Billie Jean King y uno ante Chris Evert, por citar a dos de las rivales más competitivas de la Era Abierta, pero ese récord de 24 coronas sigue siendo considerado el umbral oficial.
Djokovic tuvo que enfrentarse a los otros dos mejores jugadores de todos los tiempos, y a leyendas como Andy Murray y Juan Martín Del Potro para conseguir sus 24 títulos. Una corona número 25 sigue siendo tal vez el elusivo hito que no está listo para dejar de perseguir.
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