Cuando Joe Biden se postuló a la reelección en las últimas presidenciales, Donald Trump no perdió ocasión de recordar lo avanzado de su edad y su declive físico, aunque era solo tres años mayor que él mismo. Ahora, se niega a descartar la perspectiva de ir por un tercer mandato en 2028, aunque sería un año mayor que Biden en 2024. ¿Qué dice la ley sobre las ambiciones de continuidad que Trump no deja de acariciar?
Donald Trump conoce perfectamente las limitaciones legales para la búsqueda de un tercer mandato en 2028, una posibilidad que ha avanzado prácticamente desde el comienzo de su actual periodo. Sin embargo, este 27 de octubre volvió a dejar en el aire la idea, negándose a descartarla cuando fue consultado por periodistas a bordo del Air Force One en su gira asiática.
Los coqueteos con la reelección no han dejado de estar en el aire desde que Trump regresó a la Oficina Oval. Bien sea en forma de una gorra rojo MAGA con la frase "Trump 2028″, o en palabras más o menos concretas de alguno de sus colaboradores o de él mismo, la perspectiva de buscar un mandato vetado constitucionalmente siempre ha gravitado en el imaginario republicano.
Steve Bannon, estratega jefe durante su primer mandato, volvió a instalar el debate durante una entrevista con 'The Economist' en la que aseguró que "Trump va a ser presidente en el 28, y la gente debería acomodarse con eso. En el momento apropiado, expondremos cuál es el plan. Pero hay un plan".
Mientras se desplazaba a Japón, el presidente estadounidense optó por ser críptico al respecto. "Me encantaría hacerlo", reconoció, para luego recordar que "tengo mis mejores números de todos los tiempos".
Consultado sobre si la idea estaba descartada, volvió a ser esquivo: "¿No lo estoy descartando? Quiero decir: tendrás que decírmelo", y cuando se le preguntó si estaba explorando vías legales para desactivar la 22ª Enmienda, que prohíbe taxativamente un tercer mandato, aseguró que "realmente no lo he pensado".
La fórmula de desafiar la norma constitucional ya ha sido anticipada por partidarios de Trump, como el representante republicano por Tennessee, Andy Ogles, que en enero propuso reformarla permitiendo un tercer mandato no consecutivo, precisamente como han sido los dos periodos de Trump.
Otra opción ha comenzado a ser promovida por sus seguidores para eludir la prohibición: que Trump se postule como vicepresidente y que el ganador renuncie, para permitirle asumir en su lugar.
"Se me permitiría hacer eso", deslizó Trump, de nuevo durante el intercambio en el Air Force One, pero luego descartó la idea: "No haría eso. Creo que es demasiado lindo. Sí, lo descartaría porque es demasiado lindo. Creo que a la gente no le gustaría eso. Es demasiado lindo. No lo es, no estaría bien".
La camisa de fuerza constitucional
Ninguna de las dos fórmulas, ni optar por un tercer mandato como presidente ni camuflar sus intenciones bajo el manto vicepresidencial, está permitida en la Constitución.
La 22ª Enmienda indica que "ninguna persona será electa a la oficina del Presidente más de dos veces".
La limitación fue aprobada por el Congreso en 1947 y ratificada por el número reglamentario de estados en 1951, a raíz de que el demócrata Franklin D. Roosevelt fuera electo en 1944 para un cuarto mandato en fila, y muriera en el cargo en 1945, mientras Estados Unidos aún estaba involucrado en la Segunda Guerra Mundial.
Para modificar esa enmienda, los republicanos necesitan un capital político con el que no cuentan, pues las reformas constitucionales deben ser aprobadas por dos tercios de los votos tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, y luego ser ratificadas también por dos tercios de las legislaturas de los 50 estados.
En la Cámara Baja, los conservadores cuentan actualmente con una estrecha mayoría de 219-213, mientras que en el Senado la proporción también está a su favor por muy poco: 53-47. En cuanto a las legislaturas estatales, controlan 28, 10 menos que la cuota exigida por la Constitución.
Otra opción es desafiar la norma ante la Corte Suprema, donde hasta el momento Trump ha tenido éxito en casi todas sus solicitudes, las cuales se han definido de acuerdo a la proporción de magistrados conservadores que el propio presidente ha labrado con sus designaciones: 6-3.
Wayne Unger, profesor de derecho constitucional en la Universidad de Quinnipiac, le dijo a la agencia Reuters que cree que esta vez el favor del máximo tribunal no lo acompañaría: "Yo predeciría que la Corte Suprema dirá que no, está claro, dos mandatos de cuatro años cada uno, Donald Trump, no puedes postularte para un tercero".
La otra opción, la del falso vicepresidente, está negada por la 12ª Enmienda, que señala que "ninguna persona constitucionalmente inelegible para el cargo de Presidente será elegible para el de Vicepresidente de los Estados Unidos".
Vance-Rubio: la sucesión en proceso
Tal vez consciente de que no hay vías legales que avalen las aspiraciones de un tercer mandato, Trump comenzó a allanar el camino para una continuidad republicana en la Casa Blanca, al afirmar este 27 de octubre que respaldaría una fórmula de su vicepresidente J.D. Vance y el secretario de Estado, Marco Rubio.
"Creo que si en algún momento formasen un grupo serían imparables", aseguró. "No creo que nadie se presentaría contra nosotros".
De pie junto a él, el jefe de la diplomacia estadounidense se limitó a sonreír tímidamente mientras Trump anticipaba su brillante futuro político, y a asentir con la cabeza mientras su jefe mencionaba a Vance.
Pero ya lo ha dicho varias veces Steve Bannon, reproduciendo el mensaje que alguna vez ha aventurado el propio Trump: el líder conservador es un "instrumento de la voluntad divina". Habrá que esperar hasta un poco más cerca de 2028 para saber cómo se interpreta en los círculos republicanos el mandato sagrado.
Con Reuters y EFE
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