Solo quedan dos oponentes en la carrera electoral por suceder a Gabriel Boric en el Palacio de la Moneda: la militante del Partido Comunista Jeannette Jara y el exdiputado de ultraderecha José Antonio Kast.
La política de izquierdas y candidata del oficialismo obtuvo un 26,8% de los votos frente al 23,9% del exdiputado ultracatólico. El resultado fue más ajustado de lo que pronosticaban las encuestas, que le daban a la exministra de Gabriel Boric una victoria por encima del 30%.
“Son malas noticias para el Gobierno”, sintetiza a France 24 la doctora en Ciencias Políticas y Sociales Paulina Astroza, quien sostiene que "Jara representa el continuismo, aunque haya intentado separarse del Gobierno de Boric, debido a su alta desaprobación", algo que la también académica de la Universidad de Concepción considera "muy difícil cuando ha sido su ministra de trabajo”.
En la misma línea, Guillermo Holzmann, analista político y académico de la Universidad de Valparaíso, concluye de la jornada electoral del domingo que "solamente un 26% [el electorado de Jara] busca una continuidad [del Gobierno de Boric]".
Las votaciones estuvieron marcadas por la eclosión de múltiples figuras del conservadurismo en la carrera presidencial, que, para Holzmann, demostró que "los partidos tradicionales de la derecha están debilitados y fragmentados", por lo que a Kast "le queda la responsabilidad de representar a toda una derecha dividida".
El factor Parisi en la transferencia de apoyos
Jara y Kast tendrán hasta el 16 de diciembre, fecha de la segunda vuelta electoral, para atraer a los votantes que apoyaron otras candidaturas y a los indecisos. Astroza defiende que "Kast va a tener la gran parte de los votos de la derecha porque es, en gran medida, un voto contra el Gobierno de Boric y un voto anticomunista".
Eso sí, la analista señala como excepción a los 1,6 millones de sufragantes de Evelyn Matthei, que constituyen principalmente "un voto anti-Kast", en palabras de Astroza, quien defiende que muchos de los votantes de Matthei, de una ideología más moderada, desconfían de las posturas radicales del candidato del Partido Republicano.
Con relación a Jara, la única candidata de izquierda entre los más sufragados, Holzmann opina que "no tiene mucho espacio de donde sacar votos para aumentar los que ya tiene". Así lo piensa también Astroza al afirmar que "el porcentaje de quienes podrían sumarse a su candidatura es muy bajo".
En este contexto, el escenario más viable para la supervivencia electoral de la candidata oficialista, asegura Holzmann, "es negociar con [Franco] Parisi", el populista de derecha que se autodefine de centro y que sorprendió al quedar en tercer lugar, tras un considerable avance en las regiones mineras del norte de Chile. Sin embargo, matiza Holzmann, "se ve difícil que toda la votación de él, e incluso una parte, vaya hacia Jara".
Astroza señala que "el discurso antiestablishment" con que Parisi sedujo a sus votantes "lo representa mejor Kast y se va en contra de Jeannette Jara, porque ella es continuismo".
Las encuestas anticiparon, aunque con mayor margen, la victoria de Jara y Kast sobre los demás candidatos, pero no pronosticaron que Franco Parisi fuera a quedar en tercer lugar, un espacio que, se pensaba, ocuparía Johannes Kaiser o Evelyn Matthei, que resultaron cuarto y quinta.
Tras conocer los resultados de la primera vuelta, Parisi afirmó que no pedirá a sus 2,5 millones de votantes que respalden ninguna de las dos candidaturas en la segunda vuelta.
“No firmo cheque en blanco a nadie, eso es una falta de respeto. Les tengo una mala noticia al candidato Kast, a la candidata Jara: gánense los votos, gánense la calle. Necesito gestos de ellos. El PDG [Partido de la Gente] no necesita ningún favor", afirmó desde su sede de campaña.
Parisi, un economista e ingeniero de 58 años, ya había aspirado a la Presidencia en 2021, con una campaña totalmente telemática desde su residencia en Estados Unidos debido a problemas legales vinculados a deudas por pensión alimenticia. Entonces, también sorprendió al ocupar el tercer puesto con casi el 13% de los sufragios, pero el puñado de legisladores que sumó su recién creado partido se atomizaron en otras formaciones a lo largo de la legislatura.
Cuatro años después, Parisi, de regreso en territorio chileno, revalida su estatus dentro de la política nacional, ya que su colectividad contará con entre 11 y 14 diputados. Holzmann opina que "Parisi va a tratar de sobrevivir como actor relevante, liderando un partido político" con vista a "ser candidato presidencial en cuatro años más".
El Partido de la Gente se muestra como el "partido bisagra", que podría decantar las urnas hacia un lado u otro. Y más que eso, es el partido que, después de la segunda vuelta, podrá marcar la diferencia a la hora de aprobar o rechazar en el Congreso los futuros proyectos del siguiente gobierno. "Es el partido que va a decidir las cosas", sintetiza Holzmann, quien vaticina, "una polarización evidente en la segunda vuelta".
Un congreso "desordenado" hacia una derecha incierta
En la Cámara de Diputados, que se renovó completamente este domingo, la coalición de extrema Cambio por Chile (Partido Republicano, Partido Nacional Libertario y Social Cristiano) alcanzó 42 escaños, lo que significa un repunte respecto a legislaturas anteriores. La derecha tradicional de Chile Grande y Unido obtuvo 34 diputados, mientras que Unidad por Chile (la coalición oficial de izquierda) logró 61 escaños.
En números relativos, la derecha en su conjunto obtuvo aproximadamente 76 escaños (51%), mientras que la izquierda, 61 diputados (40%). A la falta de una mayoría concluyente, se suma la incertidumbre del voto de los 14 diputados (9%) del Partido de la Gente, quienes, de momento, no saben qué proyectos respaldarán.
La Cámara de Diputados "queda con una mayoría para las derechas, que son varias, y no necesariamente tienen un proyecto común. Puede que se unan para que gane Kast, pero eso no significa que vayan a tener la misma lealtad con un gobierno de él", comenta Astroza, quien habla de "diferencias entre las derechas tanto en temas de valores como económicos". Y apunta: "No me extrañaría que Kaiser fuera una piedra en el zapato para Kast, de la misma forma que Kast lo fue para el gobierno (derechista) de Sebastián Piñera".
En el Senado, que renovaba cerca de la mitad de los escaños, las derechas obtuvieron 25 asientos, la mitad, mientras que el pacto oficialista quedó con 20 representantes, a los que se suman tres verdes y humanistas y otros dos independientes —aunque considerados oficialistas—.
Es un "empate técnico con una leve ventaja para la derecha", aseguró Holzmann, que, sin embargo, lo interpreta como "un mal resultado para la derecha, que pensaba tener una mayoría sólida". Este escenario compromete la gobernabilidad del próximo presidente de Chile, independientemente de su filiación, ya que estará obligado a encontrar un consenso en un congreso sin una mayoría definida.
"El Senado se va a transformar en una llave demasiado importante para un gobierno de Kast, principalmente para aprobar las leyes que necesiten quorums más altos", explica Astroza, quien vaticina para un hipotético gobierno ultraderechista que algunos "partidos bisagra le cobren demasiado alto los votos o que definitivamente no lo respalden". "Vamos a ver un congreso bastante desordenado en este sentido", zanja la académica.
Holzman afirma, entre tanto, que "el congreso se va a transformar en un contrapeso natural al poder del presidente, pero también en un desafío cada vez mayor en términos de cómo negociar", en un contexto donde los legisladores, afirma el catedrático, "son bastante díscolos y personalistas, y que no se alinean con las órdenes de partido, sino con los propios intereses". Astroza, en línea nuevamente, habla de "muchos díscolos" en el legislativo, "que nos siempre votan según las líneas del partido".
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