A más de una semana de la tragedia que dejó al menos 16 muertos, cientos de evacuados y daños irreparables, Bahía Blanca, en el suroeste de Argentina, sigue luchando por recuperarse. Mientras se lamentan las víctimas y se evalúan los impactos materiales, expertos coinciden en que la falta de planificación urbana y una infraestructura deficiente jugaron un papel clave en la magnitud del desastre. 

"Lo perdí todo", repiten los vecinos de Bahía Blanca mientras se consuelan entre sí e intentan recuperarse del catastrófico temporal que, hace poco más de una semana, arrasó esta ciudad argentina, dejando al menos 16 muertos, dos hermanas desaparecidas (de 1 y 5 años), cientos de evacuados y enormes daños materiales. 

Las autoridades estiman que la reconstrucción costará alrededor de 400.000 millones de pesos (325 millones de dólares). “Quedó toda la ciudad bajo el agua”, afirmó el intendente Federico Susbielles. 

En medio de la tristeza, surgen numerosas preguntas entre los habitantes de esta ciudad de la provincia de Buenos Aires, que ya en diciembre de 2023 había sido golpeada por otro desastre climático que cobró la vida de trece personas.  

¿Por qué otra vez? ¿Cómo llegamos a esto? ¿Qué falló? ¿Quién se hará responsable? La incertidumbre y la desesperación se apoderan de la ciudad mientras sus vecinos buscan respuestas a una tragedia que, para algunos, pudo haberse evitado. 

Cronología del desastre 

A las 20:45 del jueves 6 de marzo, el Municipio de Bahía Blanca informó en sus redes sociales sobre una “alerta naranja por tormentas fuertes” para el día siguiente.  

"Mañana viernes la región se verá afectada por lluvias y tormentas de variada intensidad, algunas fuertes o localmente severas, que se desplazarán progresivamente de sudoeste a noreste", anunciaron las autoridades locales, al tiempo que instaron a evitar la circulación por las calles y decretaron la suspensión de clases.  

El viernes por la mañana, el Servicio Meteorológico Nacional elevó la alerta a “rojo” y el Municipio ordenó la suspensión total de actividades, pidiendo a la población que permaneciera en sus domicilios. Para ese momento, las calles de la ciudad ya eran prácticamente intransitables y la lluvia no cesaba.  

"Gran parte de la ciudad se encuentra bajo agua, luego de 7 horas de lluvia torrencial ininterrumpida, lo que sin lugar a dudas nos sitúa frente a una catástrofe natural", publicó la cuenta oficial de la ciudad en sus redes cerca del mediodía.  

Hacia las 15:00 del viernes, ya habían caído cerca de 290 milímetros de agua, un récord para marzo. En promedio, Bahía Blanca recibe unos 650 milímetros de lluvia al año, lo que significa que, en apenas 12 horas, cayó casi la mitad de las precipitaciones anuales de la ciudad. 

"Desde que comenzaron las mediciones en 1961, el mayor registro de lluvia en un solo día en Bahía Blanca había sido de 150 milímetros. Ahora, esa marca se duplicó en menos de 24 horas", indicó el meteorólogo Alpio Costa a France 24.  

El especialista detalló que, en los días previos al evento, una masa de aire tropical se instaló en el este de Argentina. "Tuvimos una masa de aire cálida y húmeda que cubrió toda la región este del país, incluida la provincia de Buenos Aires. Aunque no es algo habitual, de vez en cuando ocurre", explicó.  

Costa destacó que esta masa de aire cálida fue un factor clave en lo ocurrido el viernes 7 de marzo, ya que avanzaba un frente frío muy potente desde el sur. "El contraste entre el aire cálido y húmedo y el aire fresco y seco, sumado a la alta humedad, generó el ‘combustible perfecto’ para una noche de inestabilidad muy alta y tormentas extremadamente fuertes", precisó.  

Las tormentas, añadió, no solo afectaron a Bahía Blanca, sino a toda la región. Sin embargo, en el caso de la ciudad, quedaron prácticamente estancadas, descargando una cantidad de agua abismal durante horas.  

No obstante, Costa resaltó que las alertas tempranas ayudaron a mitigar el impacto del temporal. Según explicó, la suspensión de clases el día anterior evitó una situación aún más caótica, ya que la tormenta golpeó con fuerza durante la madrugada y la primera mañana. 

Cuando finalmente la tormenta amainó y la ciudad comenzó a dimensionar el desastre, surgió una duda inevitable: ¿fue solo una tragedia natural o hubo factores humanos que agravaron el impacto? Mientras los vecinos intentaban recomponerse de las pérdidas, crecían los cuestionamientos sobre la infraestructura, la planificación urbana y las decisiones tomadas antes y durante la emergencia. ¿Se podría haber evitado? 

La advertencia ignorada 

En 2012, la bahiense Paula Zapperi, investigadora del Conicet (principal organismo de investigación y promoción científica y tecnológica en Argentina) y doctora en Geografía, publicó una tesis doctoral que anticipaba los riesgos de inundación en Bahía Blanca.  

En su estudio, Zapperi analizó la hidrografía urbana de la ciudad y cómo el rápido crecimiento de la misma había alterado el drenaje natural, incrementando el riesgo de inundaciones. Su investigación reveló que la expansión urbana modificó las llanuras aluviales y sobrecargó el sistema de desagües pluviales, lo que provocó problemas como el aislamiento de barrios periféricos durante fuertes lluvias. Como resultado, elaboró mapas de riesgo de inundación y propuso intervenciones centradas en mejorar la infraestructura urbana, con un enfoque en aumentar la capacidad de infiltración y retención de agua en las zonas más vulnerables.  

Leer tambiénArgentina: tres días de duelo nacional por el trágico temporal en Bahía Blanca

En diálogo con France 24, Zapperi explicó cómo la interacción entre las características naturales de la ciudad, como los desniveles del terreno y la cuenca del arroyo, junto con el crecimiento urbano, afectó el drenaje y, en consecuencia, exacerbó las inundaciones. Señaló que el desarrollo urbano en las zonas altas aceleró la escorrentía (el flujo superficial del agua de lluvia cuando el suelo no la absorbe) debido a la impermeabilización de los suelos y los rellenos de terreno, lo que aumentó la velocidad con la que el agua llegaba a las zonas bajas. 

Tras concluir su tesis, la científica amplió su trabajo hacia el concepto de "riesgo" al incorporar el componente social, es decir, cómo las personas se exponen a los peligros de las inundaciones y cuán vulnerables son. Destacó que el riesgo no es solo una cuestión natural, sino una interacción entre los fenómenos naturales y la exposición social a esos fenómenos.  

Sobre cómo la ciudad debe abordar los efectos del cambio climático, Zapperi subrayó la importancia de la adaptación, más que la prevención. "Los políticos van a tener que hablar de adaptación y no prevención", explicó. "Sabés que vas a tener determinado efecto y no lo vas a poder evitar. Entonces, la clave está en cómo adaptarte a esa nueva realidad climática del lugar donde estás viviendo y saber cómo recuperarte", reflexionó.  

En cuanto a la pregunta de si la inundación podría haberse evitado, reconoció que, dada la magnitud del evento, era difícil evitarlo completamente, pero señaló que si se hubieran implementado ciertas medidas de infraestructura y planificación, el impacto podría haber sido menor.  

Finalmente, expresó que, en el futuro, los gobiernos se darán cuenta de que "es más barato prevenir o adaptar que tener que pagar los platos rotos después, tanto a nivel financiero como político". 

“Un efecto del cambio climático” 

La recurrencia de estos fenómenos extremos, inevitablemente, hace pensar en el impacto del cambio climático, que no solo los vuelve más frecuentes, sino también más intensos.

Para el periodista Luis Pavesio, presentador del programa ‘26 Planeta’ en ‘Canal 26’ y director del sitio ‘Noticias Ambientales', no hay dudas de que el trágico temporal en Bahía Blanca es una consecuencia directa del cambio climático. Según él, su impacto podría haberse mitigado si se hubieran tomado medidas preventivas. 

Leer tambiénDirecto a… Buenos Aires y las fatídicas inundaciones en Argentina

"En las ciudades, estos fenómenos vienen ocurriendo cada vez con más frecuencia. En años anteriores también hubo episodios similares, pero lo preocupante es que ahora son más seguidos y más intensos", comenta a France 24.  

Según Pavesio, las condiciones climáticas actuales favorecen la aparición de fenómenos extremos con mayor regularidad. En ese sentido, advierte sobre la gravedad de que algunos gobiernos, como el de Argentina, nieguen la existencia del cambio climático. El presidente Javier Milei, por ejemplo, lo ha calificado como un “invento del socialismo”. 

“El cambio climático no tiene ideología. Seas de derecha, de izquierda o de centro, el cambio climático es una realidad. Más allá de con quién te identifiques o qué tipo de políticas apoyes, los hechos están a la vista y científicamente comprobados. ¿Cómo podrían científicos de todo el mundo ponerse de acuerdo y llegar a la misma conclusión si fuera un invento?”, señala. 

Por eso, el experto destaca la importancia de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU

“Implementar políticas que presten atención a estos fenómenos es clave. Yo creo que los políticos, no solo de Argentina, sino de todo el mundo, deben estar comprometidos en encontrar maneras de adaptar las ciudades a los climas que estamos viviendo", concluyó. 

“Las obras hídricas en Argentina no están preparadas para el cambio climático” 

Claudio Velazco, ingeniero hidráulico con más de 20 años de experiencia en el estudio del cambio climático, ha señalado repetidamente la necesidad urgente de adaptar las infraestructuras hídricas a los nuevos desafíos que plantea este fenómeno global.  

Velazco ha advertido sobre los efectos más notables del cambio climático, particularmente el aumento de tormentas intensas. Según él, fenómenos que antes se consideraban “extraordinarios” ahora son cada vez más frecuentes debido a la intensificación del clima extremo. 

Leer tambiénCatástrofe en Argentina: las autoridades buscan a decenas de desaparecidos tras temporal letal

El cambio en la frecuencia e intensidad de las tormentas ha llevado a Velazco a replantear los enfoques tradicionales del diseño hidráulico. En su opinión, el modelo tradicional ya no es adecuado para enfrentar la nueva realidad climática. Por lo tanto, aboga por la utilización de datos más actualizados y el análisis de eventos climáticos reales para dimensionar infraestructuras que sean capaces de resistir las nuevas condiciones.  

"Es absurdo diseñar obras de infraestructura que, en lugar de brindar soluciones efectivas, solo reduzcan costos a corto plazo. La gente no busca simplemente reducir las inundaciones. Lo que realmente quiere es estar tranquila, saber que no se va a morir ni perder todo en una inundación", explicó Velazco a France 24.  

El ingeniero sostiene que las obras hidráulicas deben rediseñarse para anticipar eventos mucho más grandes o frecuentes debido al cambio climático. Aunque este enfoque podría suponer un aumento significativo en los costos de construcción, Velazco argumenta que esta inversión adicional es esencial para proteger a las comunidades y evitar los efectos devastadores de las inundaciones.  

"Las obras van a ser más caras, pero se trata de una inversión que va a solucionar gran parte del problema de las inundaciones para este tipo de tormentas. Y no se tiene que hacer todo de una vez, sino que debe realizarse por etapas, según los fondos disponibles", puntualiza. 

En este sentido, Velazco señala que, a pesar de las advertencias previas sobre el cambio climático, la respuesta institucional ha sido lenta y, en muchos casos, reacia a actuar con la urgencia que la situación requiere. Este letargo, tanto a nivel nacional como global, ha retrasado la implementación de medidas preventivas, exacerbando los efectos de los eventos climáticos extremos. Para el experto, es fundamental que las autoridades reconozcan la gravedad de la situación y adopten medidas concretas para adaptarse a los nuevos desafíos climáticos. 

La fuerza de la solidaridad en medio de la tragedia 

Aunque el dolor y la destrucción siguen marcando las calles de Bahía Blanca, ha surgido algo que no se puede medir con cifras: la solidaridad. En medio de tanta angustia, los vecinos se unieron como nunca antes. Con pocos recursos y mucha voluntad, comenzaron a limpiar, a repartir lo que podían y, sobre todo, a escucharse entre ellos. Las calles se convirtieron en puntos de encuentro, donde no solo importa lo material, sino también el apoyo mutuo. 

Y más allá de la ciudad, en todo el país, la solidaridad se siente con fuerza. Miles de personas organizan campañas de donación y, a diario, siguen llegando camiones cargados de ayuda desde todos los rincones de Argentina. Los gestos de apoyo no solo son materiales, sino también de tiempo, palabras y consuelo para quienes más lo necesitan. Esta ola de solidaridad ha dejado claro que, aunque la tragedia es inmensa, la unión de los argentinos es aún más grande. 

"La solidaridad es impresionante. La gente de otras ciudades, que podría quedarse tranquila en su casa, se moviliza para traer cosas y enviarlas para acá. Lástima que tengan que ocurrir estos eventos para activar estas cuestiones, pero realmente nos impresiona mucho la solidaridad. Es increíble", dice Paula Zapperi. 

"La ayuda llega a cada rincón, tocando puerta a puerta en los hogares de nuestros vecinos, distribuyendo agua potable y ofreciendo palabras de consuelo a quienes atraviesan este difícil momento en nuestra querida ciudad", añade Samuel, un vecino que asegura estar vivo de milagro luego de que su casa quedara completamente inundada. 

A pesar de la catástrofe, la solidaridad de los vecinos de Bahía Blanca ha sido un faro de esperanza. Mientras la ciudad se enfrenta a la dura tarea de reconstrucción, la lección es clara: la unión y el apoyo mutuo son fundamentales para superar la tragedia. 

France24

Liberté Égalité Actualité

France 24 son cuatro cadenas mundiales de información continua (en francés, árabe, inglés y español), que emiten las 24/7 (6 horas diarias, para la cadena en español) en 355 millones de hogares en los 5 continentes.

Ver más