Si alguna vez alguien le dijo a Shai Gilgeous-Alexander que, para despojar a Nikola Jokic del premio al Jugador Más Valioso de la NBA, debía convertirse en el próximo Michael Jordan, parece que el canadiense lo tomó al pie de la letra. En la recta final de la temporada regular, su nivel de juego se asemeja notablemente a los momentos más brillantes de la leyenda de los Chicago Bulls.
La pelea por la designación del MVP entre las estrellas de los dos equipos líderes del Conferencia Oeste está animando los días previos a los playoffs, que son los últimos que cuentan para decidir al mejor del año.
Jokic ha cargado con ese honor tres de los últimos cuatro años, pero esta vez Gilgeous-Alexander está haciendo todos los méritos para ser considerado el jugador más prolífico y decisivo de la campaña 2024-2025.
Entre el 9 y el 10 de marzo se encontraron cara a cara por última vez en la temporada regular, y ninguno de los dos desaprovechó la oportunidad de exhibir sus argumentos.
En el primer partido, el canadiense al que el baloncesto prefiere llamar por sus iniciales, SGA, condujo a su equipo, el Thunder de Oklahoma, a dominar por 24 puntos a los Nuggets de Jokic, 127-103. Cuarenta de esas unidades fueron suyas, además de ocho rebotes, cinco asistencias y tres bloqueos.
Al día siguiente, respondió Nikola Jokic, y se quedó a solo dos asistencias del que pudo haber sido el trigésimo triple doble de la temporada para él. Fueron 35 puntos, 18 rebotes y ocho pases para anotación; y los Nuggets consiguieron que la serie quedara dividida gracias a su victoria 140-127.
Jokic lo puso en términos muy sencillos: “Estoy jugando el mejor baloncesto de mi vida. Si es suficiente (para ser designado MVP), bien. Si no, el chico (SGA) lo merece”.
Tomar una decisión cuando los dos candidatos han tenido temporadas que pasarán a la historia, será una tarea muy difícil para el panel de periodistas y comentaristas encargado de la votación.
SGA: con el Thunder a cuestas
El equipo del Thunder ha marcado una sólida ventaja en la cima del Oeste: 11.5 juegos de diferencia con respecto a los Nuggets, su más cercano seguidor, después de su victoria del 12 de marzo sobre los Celtics campeones de la NBA.
Esa distancia es exactamente igual a la que separa a Denver del último equipo con opción matemática de entrar a la postemporada, los Mavericks de Dallas, que son décimos, y se debe en gran medida al aporte de SGA, el líder anotador de la NBA.
A su favor podría obrar precisamente esa extraordinaria campaña (54 victorias y 12 derrotas), la segunda mejor de la NBA, solo superada por el balance que los Cavaliers de Cleveland (56-10) mantenían en la Conferencia Este luego de su victoria del 14 de marzo sobre los Grizzlies.
Su equipo no solo gana, sino que lo hace de forma convincente. Su margen promedio este año cada vez que suma una victoria es de 12,6 puntos, un récord para la NBA, superando a clubes míticos como los Lakers de la temporada 1971-1972, que ganaban por una media de 12,3 unidades.
El canadiense promediaba después de esos dos choques 32,8 puntos por partido, y en ese departamento está por delante de Jokic, que suma una media de 29 unidades cada vez que sale a la cancha.
Su rendimiento ha alcanzado un nivel superlativo este año, pero la continuidad también es una virtud de SGA, que lleva tres campañas en fila sumando 40 o más partidos por encima de 30 puntos, algo que no se veía desde los tiempos de Michael Jordan, quien llegó a mantener esas cifras durante siete temporadas consecutivas.
Son estadísticas que no han logrado astros de la talla de LeBron James, Stephen Curry o el fallecido Kobe Bryant, que no pasan de dos campañas seguidas sobre los 30 puntos en al menos 40 partidos.
Sus detractores podrían argumentar que muy frecuentemente SGA consigue sus puntos provocando faltas, una tendencia que lo mantiene de líder de tiros libres de la liga, pero es que incluso con esa premisa se elogia otra de sus cualidades: la increíble efectividad de 90% en lanzamientos desde la bombilla.
La locura de Nikola Jokic
SGA puede ser el líder anotador de la NBA, pero las estadísticas son los dominios de Nikola Jokic. Los 29 triple dobles que sumaba hasta el partido 67 -la victoria del 14 de marzo sobre los Lakers- lo mantienen con promedio de 12,8 rebotes y 10,3 asistencias por juego, además de sus 29 puntos por encuentro.
El pívot serbio es tercero en promedio de puntos, rebotes y robos de balón (1,8), y segundo en asistencias en la liga, mientras que su rival canadiense solo está entre los tres mejores en anotaciones y robos, empatado con Jokic.
Su cifra de 29 juegos con dobles dígitos en puntos, rebotes y asistencias es casi el triple de los 10 que ha sumado LeBron James, su más cercano perseguidor en ese renglón.
Ese aporte integral alcanzó niveles demenciales el 7 de marzo en la victoria en tiempo extra de los Nuggets sobre los Suns de Phoenix. Jokic se convirtió en el primer hombre en la historia de la NBA con más de 30 puntos (31), más de 20 rebotes (21) y más de 20 asistencias (22) en un partido.
Increíblemente, apenas necesitó la primera mitad y 1:20 minutos del tercer cuarto para conseguir el triple doble. El tiempo extra le abrió la pista para que se luciera aún más con su baile estelar.
Sus 22 pases para anotación fueron un récord personal -que mejoraba por segunda vez en 15 días-, plusmarca para un pívot y la segunda mejor cifra de la historia de la liga, detrás de las 30 asistencias de Scott Skiles del Orlando Magic en 1990.
No es exagerado decir que Jokic es el mejor pasador del mundo en estos momentos, pero sí insuficiente, porque su rendimiento global anima el consenso en torno a su posición como el mejor jugador del planeta.
Si mantiene su promedio en dobles dígitos como está actualmente, Jokic se convertiría apenas en el tercer jugador en la historia de la NBA que consigue un triple doble en las clasificaciones estadísticas, después de Oscar Robertson y del compañero del serbio en los Nuggets, Russell Westbrook.
Esta producción hace que el peso de Jokic en los resultados de Denver sea incluso mayor que el de SGA en el Thunder.
Si se suma la media de puntos anotados por el serbio, más las asistencias que entrega y las situaciones en las que colabora con tantos de sus compañeros al obstaculizar a los rivales, se obtiene un aporte de 66,1 puntos por cada 36 minutos jugados, de acuerdo con el concepto de métrica de puntos creados, 14 más que el canadiense.
Con menos de un mes de acción de temporada regular para que los votantes se formen un criterio, seguramente ambos tendrán muchos más conejos más en la galera para seguir reescribiendo la historia de la NBA.
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